LA COLECCIÓN DE SELLOS DE UNIFORMES MILITARES ESPAÑOLES (1973-1978)

Zapador del Regimiento
Real de Ingenieros - 1809
Yo sé que lo de coleccionar sellos no es que no esté bien visto, sino que somos tan pocos los que quedamos en este país y es una afición tan minoritaria, que simplemente el solo hecho de hablar de filatelia hace que nuestro entorno social nos tenga como bichos raros.

Realmente y lo afirmo con absoluta sinceridad, que eso es encerrarse un tanto, es como no ver el bosque porque hay unos árboles delante que te lo impiden. Pero es que, además, no es necesario ser coleccionista de sellos para tener sellos en tu casa. Yo voy de vez en cuando a un bar cercano a mi domicilio y tienen como decoración un cuadro colgado con sellos en él, son sellos de muy poco valor, pero con los veinte o treinta sellos que hay en la composición se perciben un montón de colores diferentes, el resultado final es que el cuadro es llamativo y mucha gente se para a contemplarlo.

Los sellos no solo son decorativos, sino que puntualmente son conmemorativos y uno podrá no haber comprado un sello dentado en su vida pero sí tener de recuerdo aquel que sacó Correos para celebrar el primer aniversario de la fundación de tal o cual club de fútbol (y esto es muy cierto porque a Correos le encantan este tipo de aniversarios en favor del deporte rey, porque piensan que van a vender más efectos), o algún monumento de su ciudad.

Colecciones de sellos hay muchas en la historia postal de nuestro país, en concreto, a la conclusión de 2016 algo más de 5.600 sellos, 5.600 motivos diferentes, en los que se ha tocado de todo o casi de todo. Y de calidad también de todo, en este sentido, yo soy muy clásico y me encantan los sellos elaborados por los grabadores existentes en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre tras la posguerra, personalizados en José Luis Sánchez-Toda, personas amantes de su trabajo, profesionales como la copa de un pino, pero además, profesionales en el sentido estricto, de fichar a la entrada y a la salida y hacer su trabajo muy bien, eran artistas y hacían obras de arte, sin mayor reconocimiento que el de su sueldo y la satisfacción de que sus trabajos se vieran plasmados y que luego circularan por miles de manos, pero ciertamente grandiosos artistas en la sombra. Grabadores absolutamente desconocidos como Antonio Manso, Miciano Becerra, Carlos Tauler o Núñez de Celis que apenas tuvieron ni tienen reconocimiento público, aunque espero que lo hayan tenido privado; yo ya les hice mi modesto homenaje.

Abanderado del Real Cuerpo
de Artillería - 1803
Y precisamente hoy reivindico una colección que tal vez no sea de las más brillantes de la historia filatélica de nuestro país, pero que a mí siempre me ha gustado mucho, prácticamente desde que era pequeño, será porque de niño muchos de estos sellos los tuve entre mis manos. Se trata de la serie de «Uniformes Militares» que en diferentes entregas se fueron emitiendo en España entre los años 1973 y 1978 realizándose en nueve bloques de cinco sellos cada uno para completar un total de cuarenta y cinco efectos postales. La técnica utilizada para su realización fue la del huecograbado.

Una de las razones por la que destaco esta colección es porque puede ser un plato muy apetecible para los amantes de la historia en general y de la historia militar en particular, es decir, entre otros, mis amigos los recreadores de época, con los que comparto buenos ratos y alguna que otra decepción. Esta es una colección muy bonita porque recorre en esos pequeños efectos, que yo muchas veces llamo joyitas, la historia de los uniformes militares de nuestro país entre los siglos XV al XX.

No es, desde luego, una colección científica y exacta en el sentido de que sea un documento oficial y fidedigno que recoja los uniformes más relevantes de los últimos cinco siglos, pero dada la pulcritud, rigor y meticulosidad del servicio de Correos en esos años, no solo, por la calidad de los trabajos de los grabadores, sino por la gran labor de investigación que me consta que se hacía y que, por supuesto, dista un abismo con lo que se hace actualmente, donde esa indagación documental brilla por su ausencia, debo concluir en que supone una visión muy cercana a lo que sería una muestra bastante fiel de la evolución de la uniformidad militar en la historia de España en las últimas cinco centurias.

Dicho esto, entiendo que la afición a la historia debe ser algo más que el conocimiento de un episodio puntual, de una fecha concreta, ni tan siquiera de una parte singularizada de la misma, representada en una batalla exclusivamente. Si nos quedamos con la historia militar en particular, de algún modo, desdeñamos la historia política, la historia cultural y tantas y tantas expresiones de la historia. De ahí que yo recomiende para los amantes de la historia que se hagan con esta colección, que pertenecería a una subárea de la historia militar, y que perciban la evolución de varios siglos en esa indumentaria, no solo la de un apartadito del siglo XIX, por ejemplo.

Coronel de Infantería
de Línea - 1802
La vocación divulgativa de Correos entre 1950 y 1980 era mucho mayor que la de ahora, pues aparte del poco impacto cultural y mediático de las emisiones actuales, la rigurosidad ha desaparecido, la falta de planificación en lo que se emite también y, por supuesto, no se percibe un propósito divulgativo. En esas emisiones posteriores a 1950, que filatélicamente hablando inició un nuevo ciclo denominado Centenario del sello español, sí que se pulsaba un más que evidente interés pedagógico, tal es el punto que las colecciones, como esta, emitidas en sucesivas entregas a lo largo de varios años, tenían no solo el rigor ya subrayado, sino que para su más perfecto conocimiento y organización, cada uno de los sellos que la componían llevaban una numeración. En este sentido, esta colección no puede ser más práctica y organizadita, porque cada sello tiene su número en el pie de cada efecto, desde el nº 1 hasta el nº 45.

Bellos sellos, realizados con detalle y minuciosidad, pequeñitos pero precisamente por ese carácter llama más la atención la finura con la que trabajaban nuestros grabadores. Sellos con cierto colorido y realizados de una forma muy seria, realmente asemejan a láminas de un libro de historia; igualmente en contraposición con los diseños actuales, muy erráticos y donde, de vez en vez, nos sorprendemos con figuras históricas que más que un profesional parecen haber sido dibujadas por un niño pequeño y eso que ahora se cuenta con herramientas que antes no existían como los ordenadores y un montón de potentísimos programas especializados.

Dicho esto, he de recordar que en el mundillo de la historia, hay de todo como en botica, y no voy a decir que abunde pero sí es cierto que surge a veces la figura por todos conocida del historiador erudito que ha erigido su cátedra luego de haber leído poco más de la contraportada de un libro de historia, con lo que esta colección incrementaría su bagaje.

En fin, valga esta pequeña licencia humorística para marcar el camino a los muy amantes de las guerras dieciochescas, de la Guerra de la Independencia, por ejemplo. Dentro de esta colección de cuarenta y cinco efectos, únicamente en la quinta entrega de esta serie, en 1975 y antes de que se produjera la muerte de Franco, se muestran cinco sellos que abarcan trajes desde 1785 a 1809, y en concreto, de ese último año data la indumentaria del Zapador del Regimiento Real de Ingenieros (la foto que muestro en la portada de esta entradita), aunque los otros cuatro de fechas anteriores tienen mucha pinta de que esos mismos o parecidos también se usaron en la Guerra de la Independencia. Estos sellos, en el conjunto de la colección, tienen señalados los números 21 al 25.

Así que aprovecho para recomendar a la gente, con mayor o menor apego, con más querencia o menos a los sellos, que no tengan miedo ni vergüenza a comprar. Esta colección completa, he mirado un par de sitios web muy rápido, no cuesta más de diez euros, ¡y encima es barato!

Pero no solo esta colección y ya de paso tiendo la mano a cualquier ciudadano, en esos miles y miles de sellos de la historia postal española que antes he referido, a buen seguro que hay alguno que tenga algún interés para cualquier persona: un escritor, un monumento, una ciudad, un evento histórico... ¿Por qué no disponer de ese recuerdo?

Curiosamente el pueblo donde resido, Bailén, no cuenta con ningún sello en la historia, ni el pueblo ni su célebre Batalla. Cuando se podía (en la dictadura franquista) no sé por qué circunstancia no se acertó con incluir algún efecto en las planificaciones anuales. Cuando no se podía, ahora, el Ayuntamiento solicitó con insistencia la correspondiente estampilla. Y no se podía ni se puede, porque igual que en la dictadura y antes de ella, hablar de historia militar (como esta colección de uniformes), de batallas y de guerras, se entendía como una manera de ensalzar los valores patrios. Desde hace ya décadas desapareció de las programaciones postales españolas todo rastro de guerras, como si molestáramos a otros países por el hecho de que la historia que tenemos, con victorias o derrotas, es la que es y no la podemos cambiar, y eso pudiera levantar ampollas, no me puedo contener con semejante estupidez. Y al hilo de esto, yo que analizo concienzudamente las emisiones de Correos desde hace años observo que hay una deriva hacia asuntos políticamente correctos, mucha pamplina de celebrar eventos que no le interesan a nadie, muchas vírgenes (el tema religioso les interesa con un inopinado fervor) y mucho centenario de clubes de fútbol, incluso el del Villaliebres de Abajo, C.F.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Menuda leccion....muchas gracias.