GANDALF O HEINZ STROBL, EL MAGO DE LA MÚSICA AMBIENTAL

Hace algo más de un año, con ocasión de mi entrada del grupo danés de chill out Bliss, reflexionaba acerca de la virtualidad de tener un nombre sonoro para tu proyecto musical. Bliss carecía de ello y, un nombre desafortunado unido a una rama musical minoritaria, formaban un cóctel de gusto no muy agradable. Ya en ese momento pregonaba, lo cual no es un misterio, que tan interesante como la música que haces es cómo te das al exterior y el nombre debe ser acertado.

Pues algo parecido le pasa a Gandalf, sí, de primeras todos acudiremos a ese personaje de las novelas de «El señor de los anillos» de J.R.R. Tolkien. Es decir, un personaje de sobra conocido y superestereotipado, confundido con un músico de New Age. Por mucho que te guste ese nombre, habrá más de uno que se haya confundido.

Es más, el otro día cuando empecé a documentarme sobre este proyecto, que conozco desde hace mucho tiempo, la siempre precisa herramienta de la desambiguación de Wikipedia me reafirmó en la extrema torpeza de nombrar a tu grupo Gandalf, no solo por ser tan común y encasillado, sino porque además la torpeza parece cundir sin mayores reservas. Sí amigos, porque si tenemos a este Gandalf que da nombre a esta entradilla que ya voy adelantado que se trata del compositor austríaco Heinz Strobl, también tenemos un grupo de heavy metal finlandés de los 90 y otra banda estadounidense de rock psicodélico de los 60 (por cierto, sorprendentemente muy buena y con claridad adelantados a su tiempo pero... desconocidos), en fin, para nota.

Pero, vamos a lo que vamos, a lo que interesa, no tengo la culpa de ese nombre desafortunado que puede liar un poco a la hora de la búsqueda de su música, así que recomiendo indicar Gandalf musician o Gandalf y entre paréntesis Heinz Strobl.

Tal vez quepa recordar que si bien el sudafricano Tolkien, de ascendencia británica, escribió sus más sobresalientes libros en la década de los 50 del pasado siglo, yo tengo el pleno convencimiento de que fue en la década de los 70 cuando empezó a hablarse mucho de ellos en Europa, esa es la percepción que yo tengo, acentuado por el hecho de que sus novelas legendarias y fantásticas comenzaron a llevarse a la gran pantalla hizo que se prolongara su éxito hasta hoy.

Ni que decir tiene que Heinz Strobl se puso el nombre por ese personaje, el mago bueno de «El señor de los anillos» (libros y películas que no he visto ni leído, porque no me han llamado la atención hasta ahora, y hablo pues, de referencias), puesto que a principios de la década de los 80 fue cuando este abandonó el estilo de rock progresivo para adentrarse en la New Age, aunque también se le ha denominado a Gandalf como música ambiental progresiva. Precisamente se comenzaba a vivir el boom de la música New Age en Estados Unidos y Europa, melodías congraciadas con la naturaleza, ambientales, mágicas y Strobl quiso no solo realizar esa música que evocara fantasía o un mundo idílico, sino que junto con el nombre de Gandalf él se atribuyó una imagen que claramente se asemejaba al mago de la epopeya de Tolkien, con el pelo muy largo, y con lo años también cano, aunque este compositor austriaco nunca optó por la barba.

Gandalf a partir de ese momento se definió como un multiinstrumentista con el sello propio de los pioneros de ese boom de la New Age. Aunque algunos lo asimilan por su sonoridad a Mike Oldfield, que no lo veo, o a Kitaro, a mí sinceramente me suena mucho más al gran Ray Lynch. En realidad, se asentó en ese tipo de música atemporal que bien podría haber sido la banda sonora de «El señor de los anillos», pero también de «Juego de tronos» o de cualquier producción que narre epopeyas y ensoñaciones que plasman líneas fronterizas entre la realidad y la fantasía.

Strobl, que nació en 1952 tiene el enorme mérito de haber persistido en su estilo durante más de treinta y cinco años, y es que con cierta regularidad va sacando discos, realiza giras y conciertos y no para de seguir inventando e innovando; es un tipo completamente activo. Hace unos años Gandalf declaró que «la música es una especie de santuario para mí, un lugar protegido para retirarse del ruido y la locura en el mundo, en ella encuentro consuelo y paz. Parar de hacer música significaría dejar de respirar».

A Gandalf se le ha calificado como «el pintor de paisajes musicales» o «compositor de música clásica del siglo XXI», su música se inspira en la belleza de la naturaleza y en sus vivencias por medio mundo, lo que le han permitido crear sintonías que tratan de disolver las barreras culturales y raciales existentes, generando un punto de apoyo para reflexionar en este ritmo vertiginoso del mundo actual.

Adentrarte en su música es como descubrir algo mágico en la misma, es un viaje a un país imaginario, es encontrar a través de sus pinceladas una paleta de colores que te producen paz y serenidad. Su música es íntima, tierna, te abre el corazón, es cálida, y puedo asegurar que te envuelve en un agradable ambiente de armonía de principio a fin. Incluso para aquellas personas más espirituales es una magnífica ancla para emprender la búsqueda de nosotros mismos, reservándonos un pequeño espacio para la individualidad en este mundo global y demasiado mediocre.

Como músico con sólidos pilares en la música clásica sus composiciones se han orquestado, y aunque el signo de la New Age es evidente, no es menos cierto que le viene como anillo al dedo eso de que se puedan calificar sus temas como la música clásica del siglo XXI, de hecho, a través de su discografía la colaboración con orquestas sinfónicas ha sido muy amplia.

Y es que Strobl elige con delicadeza los instrumentos que están presentes en su producción, desde luego parte de sintetizadores y secuenciadores pero también están presentes violonchelo, saxo, flauta, oboe, guitarra acústica, piano, percusión, así como muchos otros instrumentos autóctonos, con lo que su estilo también lo podríamos englobar en la world music. A propósito, de la percusión se encarga su hijo Christian.

En fin, Gandalf y Heinz Strobl o Heinz Strobl o Gandalf, un proyecto musical de los más exitosos de Austria, donde es ampliamente conocido, que más allá de su desacertado nombre, por lo que he referido, es una fabulosa elección musical para lanzarse a un remanso de paz mientras leemos un buen libro.

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