EL INQUIETANTE FUTURO DE LA PROVINCIA DE JAÉN

Hace bastante años, casi dos décadas, yo escribía en una revista local de tirada erráticamente mensual, y dejé de hacerlo porque se convirtió en corrupta. El título de mi sección (de opinión) era el mismo que el que da título a este blog. Por aquel entonces guardaba todos mis archivos en discos de 3½ y he querido rescatar un artículo para tomar frases textuales, pero tras veinte años el disco caprichoso él, es siniestro total.

Recordaba con bastante nitidez que una vez escribí sobre la situación de la provincia de Jaén que en los últimos coletazos del siglo XX ya era la última provincia de España en muchos índices y especialmente en la renta per cápita, y eso sí, la primera o de las primeras en paro. Pasado el tiempo no hay nada nuevo bajo la luz del sol, si no somos la última provincia de España somos de las tres o cuatro últimas y en cifras de paro seguimos mal, veinte años dan para mucho pero para la economía está claro que ha sido un suspiro.

Por entonces achacaba como una de las causas de estas ingratas posiciones al desinterés de nuestros políticos. Y ponía un ejemplo gráfico en el que representaba cómo se había utilizado la circunscripción electoral de Jaén por los distintos partidos políticos de catapulta de «barones» ajenos a la realidad provincial, en el más absoluto desprecio de la ciudadanía. Realidad que se constataba hace años con Landelino Lavilla de UCD, Fernando Morán del PSOE, y más recientemente Elvira Rodríguez del PP o el inefable Diego Cañamero; todos ellos incapaces con absoluta seguridad de nombrar más de diez municipios de la provincia de Jaén, que jamás han dormido dos días seguidos en nuestra provincia y que a buen seguro si caminaran solos por alguna de nuestras cuatro o cinco ciudades más populosas se perderían. Con estas credenciales difícilmente iban a defender los intereses de sus votantes directos antes que las consignas de su partido. Porque en España, por si alguien no se ha dado cuenta, es más importante el partido que el territorio al que se representa.

Hace apenas unas semanas que se celebró en Linares una manifestación bajo el lema «Linares y su comarca no se rinden», y a la par que me iba haciendo eco de lo que se movía en los días previos, y en la posterior marea humana, que fue todo un clamor, reflexionaba acerca de los efectos que este movimiento podría tener a corto, medio y largo plazo. Y pensando en lo que escribía hace veinte años y en la realidad actual no podía sentirme más abrumado y triste, porque lamentablemente pasará otro cuarto de siglo más y Jaén seguirá estando en el furgón de cola de las provincias españolas en esa batería de índices a que aludía al principio, y de las primeras en desempleo.

Como preciso termómetro de la situación, con una perfección casi quirúrgica podríamos verificar la pérdida de población tan notable que se está produciendo en nuestra provincia, incluso muchos años antes de que atravesáramos la última crisis económica que, dicho sea de paso, también será Jaén la que sienta con mayor virulencia los últimos efectos de la onda expansiva.

Estamos en una provincia marcadamente agrícola donde los proyectos industriales son honrosas excepciones, y el sector turístico es más ruido que nueces, porque no tenemos el atractivo de las costas, y el patrimonio histórico-cultural y nuestro potencial paisajístico y medioambiental todavía no han explotado, requiriendo de ese golpe de madurez para ser un destino con proyección.

Lo peor es que esa desaceleración demográfica no es por el descenso de nacimientos, que también, sino por el éxodo de nuestro bien más preciado, el de nuestros jóvenes, cualificados muchos de ellos, que saben que quedarse en esta provincia les limita sus posibilidades de promoción profesional.

Y es que en cualquier familia te encuentras con algún miembro o varios que han tenido que coger las maletas y buscarse las habichuelas en otros territorios más desarrollados y con más alternativas para crecer. Esta realidad es especialmente hiriente entre los universitarios. Así que si las cifras de paro en Jaén mejoran, es porque nuestros jóvenes se eliminan de las listas, luego el paro estacional, el de toda la vida sigue siendo un lastre para nuestra tierra prácticamente desde el principio de la democracia, que es desde cuando manejamos cifras oficiales.

De tal manera que nuestro mejor capital humano se nos va y ¿qué nos queda?, una provincia envejecida, con un desarrollo muy limitado, con un escaso nivel de inversiones, sin futuro y, en definitiva, poco atractiva.

A todo esto, cabrá preguntarse qué es lo que esperamos los jiennenses de nuestra provincia, o qué deseamos. Sinceramente yo no pretendo que la provincia de Jaén sea la primera de España, sería algo deseable pero es una quimera; hay que reconocer que es imposible que todas las provincias tengan el mismo grado de desarrollo, pero lo que sí es razonable es que la horquilla existente entre las provincias de arriba y las de abajo se estreche. La renta per cápita de Guipúzcoa es en 2016 el doble que la de Jaén; el intentar que Jaén se acerque a esas provincias más pudientes o al menos a la media, sin que se merme el potencial de las que más tienen, debiera ser un objetivo de las administraciones y muy particularmente de los políticos.

No olvidemos que en el conflicto de Cataluña subyace la insolidaridad de los políticos catalanes independentistas, que no del pueblo catalán, es decir, que quieren crecer sin tener que cooperar para que las provincias españolas más débiles se armonicen o corrijan su desaceleración, que viene relacionado con lo que se denomina compensación interterritorial y que no es un invento baladí, sino que viene en la Constitución, en su art. 158.2, sí, muy cerquita del 155, y que dice: «Con el fin de corregir desequilibrios económicos interterritoriales y hacer efectivo el principio de solidaridad, se constituirá un Fondo de Compensación con destino a gastos de inversión, cuyos recursos serán distribuidos por las Cortes Generales entre las Comunidades Autónomas y provincias, en su caso».

Pero es que tristemente esa previsión constitucional no se ha cumplido en la práctica, y mira que ha habido años desde que se promulgó la Carta Magna para corregir el desequilibrio entre territorios, pero como muchos preceptos, son más papel mojado que otra cosa. Y sí, tengo la acongojada certeza de que pasarán otros cuarenta años de Constitución, aun cuando se pueda modificar, y Jaén seguirá la última o de las últimas y tan alejada como ahora de las primeras, si no más, porque tengo la sensación de que la brecha no se reduce sino que se incrementa.

No soy amigo de echar las culpas siempre a los mismos, a la clase política, aunque son una parte primordial, no me gustaría caer en ese error. El desarrollo de un territorio no puede depender exclusivamente de un solo factor, tanto para el mantenimiento de una situación como para su explosión. Yo voy a exponer algunos a mi criterio.

Jaén, como ya se sabe, es una provincia con un peso del sector primario muy importante, tanto que es el que ha marcado su devenir desde siempre y sorprende que el que debiera ser motor de nuestro desarrollo desde hace décadas siempre haya ido a remolque. No somos ajenos y es algo que los que somos de aquí lo repetimos como un mantra, que en este último medio siglo los italianos se han estado llevando nuestro aceite de oliva de aquí para envasarlo allí y venderlo como propio. Hemos tardado muchos años en modernizar nuestras almazaras y envasar en origen, pero hemos perdido mucho tiempo en realizar el camino, y ahora la batalla está en la comercialización con aceites de calidad y sacando el máximo jugo a los valores añadidos; por supuesto, también queda que se modernicen las explotaciones y sus titulares y esa tampoco es tarea fácil.

También por múltiples razones sociales el jiennense es un poco conformista, no es excesivamente emprendedor ni innovador, probablemente también sea porque llevamos arrastrando un déficit cultural generación tras generación que se convierte en una barrera que no conseguimos superar. En mi localidad, Bailén, terriblemente azotada por el desempleo, en los años más crudos de la crisis recuerdo que se hizo una manifestación que contó con menos personas que las que figuraban como demandantes de empleo en las listas del INEM. Bailén, de algún modo, es un ejemplo de conformismo, los naturales de aquí se autodefinen, mitad sorna mitad decepcionante realidad, como «el pueblo de los apañaos».

Aun con la reiterada ayuda de los PER antes, y PFEA ahora, me temo que estos instrumentos han enquistado demasiado a las zonas rurales y han favorecido el conformismo y el subvencionismo. El instrumento debería tener otra serie de matices que permitieran optimizar hasta el límite la cantidad de dinero gastado, pues ya se ha visto que ha servido muy fundamentalmente para mantener rentas de muchas familias del mundo rural, pero no ha generado empleo sólido.

El factor geográfico tampoco beneficia a Jaén, es la provincia sin costa más alejada de Sevilla, partiendo de la base de que las zonas costeras tienen el importante añadido del turismo, toda una fortaleza irreductible. Aunque sea una provincia socialista hasta la médula, tampoco constato que se haga demasiado políticamente desde la ciudad hispalense, tras décadas del PSOE en el poder, para que la horquilla que nos separa de las provincias de litoral se reduzca. Estamos tan cerca o tan lejos de Sevilla como de Madrid, o en definitiva, lejos de los focos de poder, por mucho que para ir de una a otra haya que pasar por nuestra provincia.

En mi madurez vital, por aquello de que ya estoy rondando los cincuenta, puedo afirmar que casi he votado a todos los signos políticos. Desde muy joven, recuerdo que en mi época universitaria un profesor comentó un aserto de un politólogo que afirmaba que la democracia no era tanto la capacidad para poner gobiernos sino el poder que tiene la ciudadanía para quitarlos. Y con esa premisa creo que he estado votando a lo largo de mi vida, variando de rumbo, aunque no tanto de ideas, porque siempre me ha parecido que el aire fresco es necesario y porque cuando un partido se consolida en el poder adquiere inevitablemente malos hábitos. La sensación que un partido como el PSOE puede experimentar pensando que lo haga bien o mal, siempre va a estar gobernando en Andalucía abruma un poco.

Y en Jaén se vota al PSOE, respetable siempre el voto de la gente, pero pienso que ese voto que muchos llaman «cautivo» de las zonas rurales se hace no por la ilusión de que puedan mejorar sino por el riesgo de que puedan perder un estatus de normalito bienestar, otro signo del conformismo jiennense.

Los partidos políticos, unos y otros indistintamente, se mimetizan con las instituciones en las que gobiernan, de tal modo que tal o cual inversión no la ha hecho la Administración Pública, tal o cual consejería o ministerio, sino que se habla de que el PSOE o el PP han realizado determinada inversión, como si el dinero que administran, que es de todos, saliera de las arcas de su partido.

Todos los partidos políticos, todos, arriman el ascua a su sardina, yo trabajo en una Administración pública y conozco ejemplos flagrantes y sangrantes que prefiero omitir.

El otro día recibí en mi casa un folleto propagandístico del PSOE de mi localidad, que es oposición, en el que relacionaban las inversiones en el último año, llevadas a cabo en el municipio por las Administraciones autonómica y provincial gobernadas por el socialismo desde casi el inicio de la democracia y referían como un logro la inversión en educación, que por el montante incluía los sueldos de los profesores. Algo que es la prestación de un servicio básico se apunta como un tanto del partido, todo muy surrealista.

Pero, en fin, podría alargarme eternamente en lo que no deja de ser una tormenta de ideas un tanto desordenada, y llegaría a la misma conclusión que Jaén por desgracia no va a ningún sitio, Jaén también existe. Me da mucha tristeza caminar por calles o plazas y cuando yo era niño había muchos niños jugando y gritando, hoy ves a mucha gente mayor viendo pasar el tiempo. Me genera mucho desasosiego ver cómo hay infinidad de locales que otrora tuvieron bullicio y que hoy tienen un cartel de «se alquila» o «se vende», pero con la sensación de que jamás se volverá a abrir un negocio allí. Pues nada, seguiremos dando palos de ciego y gritando sordamente que no queremos independencia que queremos atención.

Y a todo esto, todo lo que expreso aquí es una opinión personalísima, cada cual tendrá la suya, la cual respeto, como espero que respeten la mía.

Comentarios

CPB ha dicho que…
Desde luego Pedro, qué razón tienes cuando destacas el conformismo como factor parte del carácter de esta provincia y sobre todo, ese “dejarse” llevar x “los dineros” que se van cobrando del PER/PFEA... Se va haciendo de ello un hábito de vida, cual bucle del que no se puede/? quiere? salir ya.
No hay una mentalidad emprendedora, se vive de lo que ese conformismo genera y no avanzamos... Se vive pwndientw de la socorrida “subvención” venga de la administración que venga y ahí estamos...
Chuso ha dicho que…
Triste de leer, más triste saber que tiene usted toda la razón. Una pena.