JOHN CAGE Y SU 4'33'', ¿ELEGÍA AL SILENCIO, ARTE APARTE O BROMA DE MAL GUSTO?

Sé que no debería profundizar en terrenos donde no estoy avezado, y fundamentalmente en la música, donde mis conocimientos de la técnica son casi vanos y me tengo por un simple observador y aficionado a esta.

Lo cierto es que estos últimos meses me ha dado el gusto de indagar en músicas que rompen clichés, ya he puesto alguna referencia en esta bitácora, pero el hecho de descubrir cada día nuevas formas de hacer música, por absurda que pueda ser su ejecución, por increíble que nos pueda parecer, no es que me llene, porque mucho de lo que escucho es un petardo, sino que me abre la mente. En la música todo es posible, y todo es prácticamente todo.

El personaje que hoy traigo a colación, John Cage, creo que lo estudié en la asignatura de Música en 1º de BUP que, en contra de lo que pueda parecer, a mí me sirvió de mucho; en esa materia no se impartía nada de partituras de música, sino Historia de la música, y especialmente se incidía en los compositores de los siglos XIX y XX, con las innovaciones que traían y que fueron preludio, en cierto sentido, de muchas de las músicas que hoy suenan a nivel comercial.

Cage fue uno de esos músicos experimentales, teóricos de la música, influido por otros pioneros de su época (segundo tercio del siglo XX), que intentaba buscar nuevos horizontes; sus estudios sobre la música aleatoria y la improvisación son sumamente reconocidos.

Pero Cage que a lo largo del siglo XX se hizo un nombre en el panorama musical, quiso dar un paso más, y se preguntó si el silencio podría tener música. Y se planteó interrogantes que tal vez nadie se había hecho hasta ese momento. La música o el sonido son conceptos humanos y propios del planeta Tierra, si viajáramos al exterior, no habría que irse más que unos kilómetros fuera de la atmósfera, entonces el silencio sería absoluto.

La naturaleza tal y como la conocemos genera sonidos, el ser humano, que es el que más influye sobre esta, también, y cuando el homo tuvo la conciencia de modular el sonido es cuando nació la música. Esto que en apariencia es simple nos deja otras cuestiones en el aire, ¿es la música la ruptura del silencio?

Probablemente en la vida de muchas personas, yo diría que de la mayoría, hay más momentos para el silencio que para el sonido, nuestros sueños se hacen en silencio y si los hay en el exterior nuestras fases oníricas nos ayudan a no tener conciencia de ellos, y a lo largo del día también hay muchos silencios. En este sentido la música solapa el silencio, pero también solapa otros sonidos.

En la música el concepto de silencio no es ajeno, el silencio es tan importante como las notas en sí, le da armonía, sonoridad, el contrapunto; la música sin silencios no tendría la concepción que hoy tenemos de ella. Y Cage se planteó qué pasaría si esos silencios fueran la propia música, o básicamente ¿cuál sería la música del silencio?

Parece que este concepto del silencio intrigó sumamente a Cage a lo largo de su vida. El silencio sería la ausencia de sonido, siempre y cuando no estuviéramos en la Tierra, algo imposible por obvio, por tanto, para el ser humano el silencio nunca podría ser esa ausencia de sonido. Esta obviedad dio paso a otro enigma que se planteó, entonces ¿a qué suena el silencio? Cage accedió a una cámara anecoica (técnicamente es una sala diseñada para absorber en su totalidad las reflexiones producidas por ondas acústicas o electromagnéticas, una especie de burbuja) en busca de ese silencio y descubrió ¡oh sorpresa!, que el silencio no se lograba, él respiraba, escuchaba los latidos de su corazón, su sistema nervioso en movimiento, era otra obviedad, de no sentirse a sí mismo estaría muerto.

Así que llegó Cage a la conclusión, que no por evidente también podemos calificar de audaz por la forma en que llegó a la misma, de que el silencio no existe (en la Tierra), este se llena con algo, con sonidos, por tenues o imperceptibles que estos sean, salvo que estemos dormidos o inconscientes. Y yo añado, la percepción del ser humano del silencio absoluto no se conseguiría jamás ni en la Tierra ni fuera de ella, fuera de ella también se escucharía a sí mismo, su respiración, su pulso...

De esa audacia por buscar respuestas Cage pasó en 1952 a rizar el rizo, por decir algo que es difícilmente calificable. Este compuso una obra del silencio con silencio. Según se cuenta este músico se tiró varios años dándole vueltas a la cabeza y fue su composición más elaborada para trabar una elegía al silencio, y fue así como nació su obra cumbre 4'33'', o cuatro treinta y tres, cuatro minutos y treinta y tres segundos que básicamente es la duración de la obra. ¿Y qué hay en la obra? Nada. Bueno, no es eso, están todos esos sonidos que fluyen durante el silencio terráqueo.

Lejos de que esto pudiera parecer un chiste, esta obra compuesta en tres movimientos se interpretó por primera en dicho año por el pianista David Tudor como parte de un recital de música contemporánea para piano. Probablemente fuera en mitad de la actuación, para que tuviera su debido protagonismo, aunque algunos señalan que fue lo primero que hizo. Se sentó al piano y cerró la tapa del teclado, después lo abrió un poco para señalar el final del primer movimiento; el proceso se repitió para el segundo y tercer movimiento, y ello durante esos cortos o largos 273 segundos, ni uno más ni uno menos.

¿Y se quedó tan pancho? El atrevimiento de esta composición curiosamente es el que le dio la máxima fama a John Cage, que nadie lo olvide, su 4 33 es una obra que cualquier director que se precie conoce, otra cuestión bien diferente es que la haya ejecutado. La clave de la composición es que mientras se lleva a la práctica esta se compone aleatoriamente de todos los sonidos que están presentes: un movimiento, el crujido de un mueble, el canto de un pájaro en el exterior, una brisa... Con lo que no hay una interpretación igual a otra.

Huelga decir, y que nadie se lo tome a coña o sí, que es una composición que puede ser ejecutada por un solista o también multiinstrumental. Y también cabe señalar que el 4 33 se ha interpretado en numerosas ocasiones y ejemplos en Internet hay y no pocos.

Después de todo esto lo que queda preguntarse es si esto es serio, si es una broma o es arte aparte. Yo tengo mi propia opinión y estoy convencidísimo de que John Cage iba completamente en serio, se dice que lo que hace una persona que es de fiar es fiable, y Cage no fue precisamente un músico chusquero, sus composiciones de hace más de medio siglo, de música aleatoria y ambiental están plenamente presentes, son magníficas, era un adelantado a su tiempo. Y, por supuesto, si el 4 33 nos puede parecer hoy día un sacrilegio, hace ya casi tres cuartos de siglo sería una bomba.

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