UNIVERSO NERF, TONELADAS DE APASIONANTE ACCIÓN

No sé, querido lector, si a Vd. le pasa lo que a mí, que cuando ve algún ocurrente aparato o producto que nos acompaña en nuestra vida cotidiana se pregunta ¿a quién se le habrá ocurrido esto? Detrás de cada artefacto, pequeña herramienta, adminículo o bien material hay una cabeza pensante que a base de ingenio u observación ha implementado cada objeto para colaborar en hacernos la vida más fácil o más cómoda.

Los juguetes también son eso, son herederos del discurrir de inventores que dieron rienda suelta a su imaginación para crear objetos del gusto de los pequeños y de los no tan pequeños. Juguetes que, aun habiendo pasado muchos años desde su creación, siguen haciendo las delicias de los menudos de cada casa.

Creo que lo he comentado en alguna ocasión en esta bitácora, que mi hijo en su primer año de vida común conmigo, dispuso de más juguetes que los que yo tuve jamás en toda mi infancia y juventud juntas. Y la paulatina y rápida acumulación de juguetes era directamente proporcional al desinterés que mostraba por ellos, más virado a la nuevas tecnologías y sobre todo a la tele, que es su debilidad.

Ocurrió en una ocasión, no sé si por el exceso de juguetes, que nos juntamos con uno repetido u otra razón, el caso es que dispusimos de un vale de una juguetería para gastarlo en lo que a mi hijo le apeteciera. Y seguro que con más desgana que otra cosa mi hijo seleccionó una pistola NERF.

Cuando mi hijo demuestra interés por algún juguete, por mínimo que sea, por poco tiempo que ocupe en su ocio, ya me debo imaginar que debe ser un invento extraordinario, que traspasa la frontera de la apatía de mi churumbel. Y la NERF representa uno de esos pequeños inventos de la industria juguetera que tiene todos los ingredientes para preguntarse ¿a quién se le habrá ocurrido esta genial idea?, o esta también que es un poco egoísta, ¿cómo no se me ocurrió a mí?

La NERF que eligió mi hijo no era exactamente una pistola sino que tenía forma de una especie de ballesta; y para ir acotando conceptos, la gama de armas de juguete NERF son pistolas, metralletas o fusiles de material plástico que lanzan balas de gomaespuma.

Mi hijo estuvo jugando en el momento de adquisición durante unos días hasta que se atrancó un poco el dispositivo y las balas se rompieron, se rajaron y quedaron inservibles. El sistema de recarga manual emula un arma de verdad, puesto que hay que tirar hacia atrás una pieza deslizante alojada sobre el cañón, que yo no sabía cómo se llamaba y un policía local no me ha sacado de la duda, pero he averiguado que técnicamente se denomina ventanilla de eyección.

Después de varios meses aparcada, descubrimos que no tenía ningún problema más que el de un par de balas que se habían alojado en el ánima del cañón y que conseguimos quitar con algún esfuerzo con unas agujas largas de las de hacer lana.

La NERF volvió a aparcarse ya durante mucho tiempo, años, fiel al desinterés de mi vástago por lo analógico, hasta que curiosamente lo descubrí este verano visionando vídeos de gente que utilizaba la NERF en todo tipo de circunstancias, hay cientos en Internet.

Viendo que los restos de balas que tenía eran inservibles, mi hijo me pidió que le comprara nuevas balas de la NERF; le recordé que una vez nos acercamos a unos chinos y no tenían, con lo que si no la tienen los chinos no creo que en mi pueblo las hubiera a la venta, y de haberlas, en jugueterías regentadas por nacionales, no serían baratas.

Así que nos pusimos a buscar si Amazon o alguna de estas plataformas de compras por Internet tenía algo de esto, que seguro, y a un precio asequible. Tardamos bien poco en ver una buena oferta y con buenos comentarios de compradores, se trataba de 100 balas hechas en China, es decir, no originales, y que costaban apenas 3 euros, eso sí, tardarían en venir un mes, y han tardado más de un mes.

Pacientemente esperamos a su llegada y, por fin, las tuvimos, mi hijo las probó sobre la pared, destrozó una fotografía suya y utilizó un blanco humano, yo mismo. Y lo cierto es que molaba, se atrancaba alguna vez, destrozaba alguna bala después de varios usos, pero por el inapreciable precio que tiene la unidad, no importa que algunas haya que desecharlas. Eso sí, las que nosotros adquirimos tienen el disco un poco más duro que las originales, lanzada a corta distancia en una zona sensible puede hacer un pelín de pupita.

En fin, tres euros para una diversión que ya ha durado varios ratos, horas diría yo, está muy bien. Y a todo esto, el otro día nos la llevamos para probarla a las afueras de mi barrio, para derribar torres de latas y coincidió que había niños de varias edades cerca de donde estábamos y aquello fue una fuente de atracción para todos, desde pequeños de tres años hasta alguno ya adolescente y, por supuesto, para mí, que no perdí la oportunidad de intentar hacer puntería.

Dicho esto, y haciendo un breve paréntesis, creo observar que últimamente ya no hay la presión que había en los años 80 y 90 en torno a los «juguetes bélicos», en Internet se encuentran opiniones de todo signo, incluso de psicólogos. Mi opinión es que, dudo que una réplica de un arma, pueda incitar por sí misma una inclinación a la violencia. A la mayoría de los niños le gusta probar esas armas, como yo aprecié aquel día con mi hijo, eso no te hace más salvaje ni en ese momento ni en el futuro. En realidad, la práctica de la puntería no deja de ser un acercamiento a ciertos deportes de precisión.

Yo de niño no tuve armas como la NERF, pero alguna vez probé y me gustó disparar una pistola de mixtos, también tiraba piedras (a veces con ganas de hacer daños, he de reconocerlo), tuve mi propio arco realizado manualmente, o el famoso tapacubos (hecho con la boca de una botella de leche sobre la que se alojaba un globo y desde donde se lanzaban, como si de un tirachinas se tratara, huesos de dátil a una velocidad tal que en mi calle se cuenta que a alguien le vaciaron un ojo) y nunca he sentido la necesidad de tener un arma de fuego ni para disparar contra un animal y mucho menos contra una persona, es más me considero bastante pacífico y un poco cobarde, tanto que trato de huir del lugar donde puede haber algún lío. Bueno, en la mili probé a disparar armamento de verdad y me gustó, por la puntería y eso, pero ese día a un capullo de Torredelcampo le dio por jugar a encañonarse el pecho para que lo libraran y aquello que estaba siendo un divertimento, se convirtió en una pesadilla, porque los oficiales se asustaron tanto que parecía que todos éramos unos suicidas en potencia, y nos largamos de la zona de maniobras a escape.

El denostar el juguete bélico para los niños, entiendo, que es como querer pegarse cabezazos en la pared, porque si no es la pistola, es la escopeta, es la espada (incluidas las láser), o es propiamente el mismo traje de superhéroe que casi todo niño desea tener, y precisamente los superhéroes no van repartiendo poesías ni odas a la paz. Los niños quieren parecerse a los mayores y eso forma parte de su ser, si no imitan con eso imitarán con otra cosa, y eso no es intrínsecamente malo. Por otra parte, la realidad nos dice o eso pienso yo, que jugar con una pistola de chico no te predispone para ser un violento en el futuro, máxime cuando en esta última década se ha revelado que para ser un terrorista o un cabrón ya no es necesario tener un arma. Un vehículo o una furgoneta es la nueva arma de destrucción masiva del siglo XXI; eso o también vivir en EE.UU. donde hay supermercados de armamento donde compras con tanta facilidad como compras patatas en el Mercadona.

Y a todo esto y para no desviar la atención, ¿a quién se le ocurrió lo de la NERF? Porque es todo un invento, yo ya sabía que hay una gama de NERF bastante amplia, pistolas y fusiles de varios modelos, armas manuales o automáticas (funcionan con pilas), cargadores de varios tamaños y formas, muy coloridas para generar mayor atracción en el público infantil y juvenil. Pero es que el día que estuvimos mi hijo y yo viendo la mejor oferta para sus nuevas balas, descubrimos todo el universo NERF, no solo pistolas, fusiles y cargadores varios, sino también indumentaria propia con bolsillos especiales para alojar las balas, vehículos y, por supuesto, balas, balas de todo tipo de colores (las tradicionales son de barra azul y disco naranja), pero también, otras que son silbantes, fluorescentes..., y eso sí, tanto originales como de creación china. En fin, todo un repertorio de productos para hacer las delicias de los aficionados a este juego universal.

Tal vez tenga conciencia de la existencia de las NERF desde hace no más de diez años y, sin embargo, para sorpresa mía, la NERF es casi coetánea de mi generación, porque nació en 1969 de la mano del inventor de juguetes Reyn Guyer, profesión que se me antoja muy chula, y que trabajaba para la compañía Parker, compañía esta que sería posteriormente adquirida por Hasbro. Por cierto, Guyer fue también el creador del juego Twister.

NERF, en realidad, representa las siglas de «non-expanding recreational foam», algo así como espuma recreativa no expandible, porque efectivamente la característica fundamental del producto (el original, porque del chino ya se sabe) es que la munición es inofensiva, hecha de gomaespuma o goma EVA (Etilvinilacetato), pero eso sí, con características bastante espectaculares, porque las armas NERF son capaces de alcanzar un objetivo a una distancia de unos 25 metros, y esto permite juegos de acción en el campo o en casa.

Tal genialidad de Guyer da mucho de sí como se puede apreciar, el precio de las armas no es excesivo, una básica se puede comprar por 20 euros, y la munición (no original) es bastante barata, incluso aunque se pierda o se rompa, tanto para gastarte 3 euros, aunque haya que esperar un mes; y es que si se tuviera que tasar el valor de una hora de juego de un niño (mi hijo ya ha echado bastantes ratos), la diversión proporcionada por esos 3 euros o por los 20 que costó el fusil, los doy como buenos, porque prefiero que esté ocupado de vez en cuando con juegos convencionales que no enganchado a maquinitas.

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