NICHOLAS GUNN, EL COMPOSITOR DE LA LIBERTAD VITAL

Si me tuviera que quedar dentro del magno mundo de la música New Age, tan grande como escondido, con un compositor que me inyectara libertad probablemente me decantaría por Nicholas Gunn.

No digo que sea el único músico que inspira libertad en sus composiciones, pero en este momento de mi vida a mí me ha valido en procesos de estrés laboral para afrontar la tarea con talante positivo; como aviso para conocidos navegantes, en muchos sitios se trabaja al límite con recursos finitos y a veces uno necesita doparse con alientos sonoros.

Lo cierto es que Nicholas Gunn se ha creado un perfil de compositor muy encasillado en la música ambiental, centrándose en espacios naturales para realizar composiciones que engrandecen esos paisajes a modo de homenaje de una majestuosidad que nos proporciona la naturaleza, y que él ofrece su manera particular de interpretar a través de su música lo que esos espacios le evocan.

Varios de sus discos giran alrededor del Gran Cañón del Colorado y, en concreto, mi particular droga mañanera vino durante varios días consecutivos con la inserción en vena neuronal de «Flight of the condor», este tema pertenece a su disco de 1999 Return to Grand Canyon. En ese vuelo, cuento mi perspectiva personal, yo me situaba en ese Gran Cañón, como un pájaro más, no necesariamente un cóndor, tal vez me sintiera más águila, y abría mis brazos a modo de alas para sentirme libre por un momento y afrontar el Tourmalet de cada día, oteando el horizonte de forma holística.

Como ya me voy acostumbrando a colocar enlaces, la música es bellísima, muy inspiradora, Gunn cuida con suma delicadeza esta sonata, una sinfonía preciosa donde un preciso violín va haciéndonos caminar y volar, un chutazo de plena libertad, para gozarlo y para pensar en que la decisión está en tus manos.

Nicholas Gunn nació en el condado británico de Kent y su formación musical, como no podía ser de otro modo, es clásica; inició su proceso de formación a una temprana edad y en concreto se especializó en flauta. El punto de inflexión en su vida llegó a los once años cuando su familia se trasladó a los Estados Unidos, a California, y allí siguió con su camino, colaborando en su juventud en proyectos musicales con bandas diversas donde trabó contactos con numerosos géneros.

Mientras se encontraba inmerso en estos proyectos comenzó a interesarse por la electrónica y fue así como comenzó a explorar la música New Age. Allá por 1992 no solo tenía ya muchos temas sin editar en su mochila, sino que visto que ningún sello comercial apostaba por este emergente género, fue cuando él mismo sacó su propio disco titulado Afternoon in Sedona. Sedona es una localidad referente de Arizona por las formaciones geológicas que circundan el pueblo; de algún modo, era su carta de presentación que iba a impregnar su carrera. Obviamente el disco superó todas las previsiones y ya sí hubo varias discográficas dispuestas a trabajar con él.

Su auténtica consolidación llegaría con su disco de 1995 denominado La música del Gran Cañón, donde terminaría de definir su estilo naturalista ambiental; con las evocaciones que él trataba de plasmar también existía una impronta de rendir tributo a la belleza del paisaje y los parques de Estados Unidos.

En esos discos quería marcar la esencia de los lugares que homenajeaba, pero también fue poco a poco incorporando sonidos étnicos que, de algún modo, permitían inspirar las culturas pretéritas que se asentaban cerca de los lugares con los que titulaba sus discos.

Su legado amplió fronteras en su disco de 2012 Thirty-One Nights, tras visitar durante un mes la península de Yucatán, y obviamente este trabajo cuenta con sonidos e instrumentos que vienen desde el interior de la cultura mexicana.

A Gunn se le atribuye el impresionante mérito de haber forjado su éxito fuera de los cauces habituales de la difusión musical, con una estrategia sumamente innovadora. Y es que sus discos, más allá de su presencia a través de discográficas, distribuidoras, o radio y televisión, son una especie de souvenir turístico, toda vez que en muchas de las tiendas de regalos de los diferentes parques nacionales de Estados Unidos se venden sus discos y, por ende, en el del Gran Cañón, ¿quién no se quiere llevar uno de esos discos tras ver la majestuosidad de los espacios que visita? No voy a decir todo el mundo, pero un porcentaje nada despreciable picará.

Nicholas está plenamente activo y se aprecia en sus últimos trabajos, lo que seguramente es un cambio de tendencia, una mayor presencia de lo electrónico sobre lo instrumental, aunque bien es cierto que sin socavar, no solo la calidad que tiene todo lo que inventa, sino la libertad que a mí me transmite.

Como siempre afirmo con la música New Age, uno no se hace rico como un futbolista exitoso, pero bien implantado, con un público fiel, se vive de forma desahogada, amén de que Gunn está inserto en numerosos proyectos musicales (televisión y cine); en este sentido, cabe destacar que este músico tiene su vertiente humanitaria y ha realizado donaciones importantes. Las más destacadas la que realiza a una especie de asociación de amigos del Gran Cañón, así como la asociación americana de enfermos de pulmón; al igual, también colabora en proyectos para hacer llegar la música a los niños.

Pues eso, nada más que un tsunami de libertad para volar y atisbar desde arriba lo que nos depara este mundo, bello pero siempre complicado.

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