SUTCLIFFE JÜGEND, DESAFIANDO TUS CONCEPTOS MUSICALES

Realmente la historia del cine nos ha deparado memorables escenas de asesinatos; la tensión que se palpa no sería la misma si la música estuviera ausente. La imaginación nos ayuda a poner la situación en su justa proporcionalidad y esa ayuda externa nos permite acongojarnos. Es evidente que las direcciones cinematográficas buscan el máximo impacto y para ello no cuadraría, en términos globales, una balada o música clásica, suelen ser temas mucho más rompedores.

Desconozco si el grupo que hoy traigo a colación ha colaborado en alguna ocasión en películas o documentales, pero instalado en el género de música industrial, yo diría que post-industrial, aunque entra de lleno en el genero ruido (noise, terminología muy usada para este tipo de música), lo cierto es que se ha posicionado prácticamente desde su fundación en tendencias siniestras, delirantes, violentas y fronterizas con la muerte, o con lo que sería la ambientación de un asesinato real, no uno de película, con lo cual sus temas son aun más inquietantes.

Bueno, pues Sutcliffe Jügend es un grupo controvertido como poco, se les ha tildado de apología de la violencia, aunque ellos manifiestan que no la patrocinan, simplemente en la sociedad hay violencia y no se puede hacer un tabú de hablar acerca de ella, o incluso expresarla en la música; es más han declarado públicamente que son apolíticos y que la política les interesa nada.

Este grupo británico es ya un proyecto veterano que nació allá por 1982 compuesto por Kevin Tomkins y Paul Taylor, no obstante, fue surgir y casi se disolvió porque ambos se adhirieron a otras bandas, pero maduraron y se reunieron doce años después, desde entonces realizan trabajos de forma habitual y tienen estructuradas sus giras de conciertos, eso sí, para un público muy limitado.

El nombre del grupo es toda una declaración de intenciones, o no, el caso es que Sutcliffe hace referencia a un célebre asesino en serie inglés de los años 70, Peter Sutcliffe; y Jügend es el sobrenombre de las Juventudes Hitlerianas.

No es la primera vez que abordo grupos extraños, no es que comparta su música, ni tan siquiera su concepto, simplemente me gusta salir de mi zona de confort, por aquello de que existen otras músicas y que merecen ser escuchadas; no obstante, detrás de su ruido hay características que llaman la atención; aunque hay cierta improvisación en sus actuaciones en vivo, no es menos cierto que hay un plan y el ruido se deja escuchar, hay una base musical detrás.

Efectivamente, amén de que Tomkins y Taylor son gente con formación musical reglada, se precian de beber de fuentes del minimalismo, de compositores de vanguardia de principios del siglo XX y tratan de darle un fondo, una envoltura a sus temas. Para ellos, sus composiciones son también una forma de experimentar, es decir, hay un proyecto con un destino, prueban por ejemplo con armonías sobretonas o música microtonal; de algún modo, desafiando las leyes artísticas. Dicen que su música es difícil de escuchar a veces, pero también afirman que eso no es necesariamente malo.

Este dúo abarca un sinfín de instrumentos musicales y además no tienen límite puesto que expresan la necesidad de seguir probando todo aquello que su formación musical les permita tocar, no solo es guitarra, bajo y voces, algo que es de los más perceptible en sus temas, sino también sintetizadores, violines, chelos, su selección de instrumentos crece cada día y en cada uno de ellos tratan de llevar a cabo efectos sonoros, todo un alarde. Y es que como le ocurre a mucha gente, la zona de confort es tan aburrida, tan detestable, que ellos prefieren ser creativos, eso les hace felices, porque según manifiestan solo regurgitar la misma música, o usar el mismo instrumento una y otra vez los volvería locos.

Al leerlos en una entrevista, al hilo de que me gusta escuchar todo, aun siendo indecente de algún modo, señalan que a ellos no les importa lo que piense la gente de su música, es más, que su música no tiene que ser agradable para ser disfrutada, y ahí estoy con ellos. Aquí una muestra.

Pese a la puesta en escena radical, la estética de esta pareja es muy normalita, el espectáculo para ellos es la música. No fueron estridentes en su vestimenta de más jóvenes, y ya rondando los sesenta años tampoco van a cambiar. Además ellos mismos reconocen que son unos tipos absolutamente normales, unos modélicos padres de familia, lo cual es más sorprendente si cabe, viven una vida rutinaria la mayor parte del tiempo, al menos superficialmente.

Probablemente uno de los elementos más icónicos de su música es que es desafiante, que con un espectáculo sonoro abrasivo el oyente se sienta incómodo, que se le exciten los sentidos y la mente; desde luego no todas las músicas son capaces de hacer eso, y la experiencia puede ser interesante, no digo deseable, pero yo siempre digo que hay que probar partiendo de la base de que lo que se violentan son los sentidos, es algo voluntario y si no gusta, con apagar o con irse, se acaba el mal momento. A este respecto se definen como niños muy pequeños, probando los límites de lo que es aceptable, tanto moral como sónicamente.

En fin, es un reto auténtico escuchar un poco estos grupos extraños y controvertidos, que ponen en cuestión muchos de los conceptos que tenemos asumidos de la música, y está claro que hay mucho, por no decir muchísimo, más allá de lo que escuchamos en la radio.

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