EL CUARTO PODER VUELVE A LA CARGA, SÁLVESE QUIEN PUEDA

Ha pasado ya casi medio siglo desde que los periodistas Woodward y Bernstein destaparan el escándalo Watergate y revitalizaran el concepto del «Cuarto poder» atribuido a la prensa y, en general, a los medios de comunicación.

Desde entonces, que ya ha llovido un poco, los medios de comunicación no han hecho sino crecer en poder y hoy son absolutamente garantes de toda una corriente de opinión. En este tiempo hemos visto escándalos tan o más graves que aquel Watergate que supuso la dimisión del por aquel entonces presidente de los Estados Unidos, Richar Nixon.

Es verdad que a la prensa, o determinada prensa, y por extensión los medios de comunicación, se la tilda de ser oportunista y a veces morbosa; pero ¿qué es la prensa?, ante todo es un negocio, no son hermanitas de la caridad ni una oenegé, su objetivo es ganar dinero al mismo nivel de importancia que el ofrecer información.

Las formas de ganar dinero para los medios de comunicación son diversas y la más importante es la publicidad, una publicidad que se postula en función del nivel de difusión que tiene el medio en concreto y del público al que se dirige.

La estrategia de cada medio de comunicación viene dada por sus ideales, por el público diana, por su temática…, cada uno busca su posicionamiento en el mercado para atraer, para crecer y para ganar dinero.

En este sentido, hay medios que se han especializado o se caracterizan por sacar trapos sucios, no les importa pagar por una información sensible, incluso fronteriza con la ilegalidad en tanto en cuanto el que la facilita puede haberle obtenido fraudulentamente o incluso delictivamente.

Precisamente llevamos en España unos meses, prácticamente desde que el PSOE tomó el poder, y aunque no sea una moda nueva este año, que asistimos a un recital de aireamiento de trapos sucios cada día y que tiene como objetivo fundamental el desprestigio de nuestros políticos.

Es verdad que vivimos momentos convulsos en la política española, varias magnitudes se unen para configurar un panorama muy propicio para que los medios de comunicación busquen en sus archivos secretos con el fin de lanzar dardos mortales a quien les parezca conveniente. Por primera vez en democracia, en nuestro país gobierna una fuerza política que no ganó en las elecciones y con manifiesta debilidad para aprobar leyes, tenemos una oposición acuciada por la corrupción y en un proceso de refundación, y otros dos partidos que hace diez años ni existían y tienen la cualidad de quitar y poner gobiernos, ellos son la pinza.

A este respecto, los medios de comunicación que pueden ser de uno u otro signo, pero que ante todo quieren ganar dinero, están volviendo a reivindicar su papel de Cuarto poder, porque quieren influir sobre la política, están dispuestos a desprestigiar partidos, a hacer dimitir políticos y, si pudieran, a derrocar gobiernos, esto último lo intentan y, por el momento, no lo han conseguido pero influyen mucho y están muy cerca de ese objetivo.

Debe ser apasionante para un periodista ir recabando esos trapos sucios durante muchos años, pagar por ellos, para luego ir soltándolos a largo plazo, es sin duda, una inversión en diferido. Tal vez es una información que hoy pueda valer poco y que dentro de unos años puede ser una mina de diamantes.

La clave de la cuestión está en que todo el mundo tiene algo que le compromete, una conversación en privado en un bar, una tesis plagiada, un vídeo de cuando hurtaste una colonia, un máster al que no asististe… Y lo gracioso de la cuestión es que los políticos son tan cenutrios que no se dan cuenta de que cuando a tus enemigos les están sacando un poco de mugre para que se airee, no se deberían poner tan gallitos pidiendo dimisiones, porque a los tres días, esa mugre te la van a sacar a ti también y tienes que ser coherente con lo que le has pedido con vehemencia a tu oponente, y es que aquí trabaja más que nunca el refrán «Cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar». No obstante, a pesar de que los periodistas ya han demostrado que tienen para todo el mundo, los políticos siguen estando en Babia y se las prometen muy felices cuando los trapos sucios son del contrario.

A todo esto, que no se piensen los nuevos políticos y nuevos partidos, que por ser unos recién iniciados no hay algo que el día de mañana los puedan poner en un brete. Los medios de comunicación son especialmente prudentes con la información sensible que manejan, y no les importa esperar los años que haga falta para sacar una grabación comprometedora en el momento en que más dolor puedan causar a su víctima, puesto que esa es la mejor manera para rentabilizar al máximo aquella inversión realizada hace muchos años.

Por eso reitero lo apasionante de este mundo un poco bajuno del periodismo de investigación, porque es capaz de poner en entredicho la honestidad del que hoy se las da de persona recta e incorruptible.

En estos días hemos escuchado grabaciones del excomisario Villarejo, que tenía para todo el mundo, para los de un signo y para los de otro, primero atizaron los del PP, después fueron ellos los que recibieron.

Hoy más que nunca uno tiene que ser honorable hasta en lo nimio y es que está claro es que en este mundo de las nuevas tecnologías pocas cosas son verdaderamente privadas o secretas, en Internet se comprueba la legitimidad de una tesis haciendo una prueba sobre plagio, y no necesitas complejos mecanismos para transgredir la privacidad de cualquiera, basta con que tengas un móvil, y eso lo tiene todo el mundo.

Ahora son el PP y el PSOE que son los que mandan, pero quién sabe cuántos trapos sucios están hoy guardados a buen recaudo, y que ponen en tela de juicio a los que hoy se frotan las manos, Podemos y Ciudadanos. Solo el tiempo y el cálculo del periodista que sabe cómo y cuándo dosificar una información que es lacerante, ponen a cada cual en su sitio.

Casi nadie se salva de la quema, bueno, la Casa Real sí, hay una especie de beneplácito, de regla no escrita de que a nuestros monarcas no se les puede tocar (y todo el mundo sabe que hay mucha materia crítica), una línea roja que nadie quiere traspasar. También estamos los don nadies, la gente de a pie que tiene una vida irrelevante y normal, a nosotros nadie nos espía, creo.

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