"DERECHO NATURAL", DE IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN

Últimamente me viene pasando que sobre todo me emocionan las historias que cuentan la cotidianeidad, historias que cuentan una realidad que tú has podido vivir perfectamente, historias prosaicas como la de cualquier ciudadano anónimo que, sin embargo, en cada una de ellas, de la tuya o de la mía, siempre surgen circunstancias excepcionales que la hacen única en algún momento de nuestras vidas.

Esta es la historia de Ángel, una familia más o menos común, una vida más o menos normal, y ahí donde lo normal fluye también surgen historias a lo largo de nuestra existencia que realmente podrían conformar un relato novelado.

De algún modo, Ignacio Martínez de Pisón construye una especie de «Cuéntame» en formato reducido (por cierto, lo de Cuéntame ya es excesivo, yo entiendo que en la serie tengan que pasar cosas, pero es que a los Alcántara les pasa de todo, seguro que alguno estará en las Torres Gemelas cuando toque), y eso hace que uno se identifique más con la época que vive el personaje principal, pues aparte de sus vivencias, también va narrando los acontecimientos históricos a los que se enfrenta España, con la muerte de Franco, la transición y definitivamente la democracia consolidada.

Martínez de Pisón tiene la gran virtud de contar una historia familiar con una prosa rica pero accesible, y sobre todo muy amena. No es una historia grandilocuente, pero sí que te obliga a realizar una simbiosis con sus personajes y eso hace que tengas la necesidad de saber qué nuevo giro se sucederá.

Ángel nace en una familiar normal, o casi normal, porque su padre es un actor secundario que en la Barcelona de la década de los 70 se las ve y se las desea para mantener a la familia, y más importante que eso para mantenerse en la familia. Sí, porque la dura vida del artista ofrece a Ángel padre o realmente obliga a una flexibilidad laboral que se convierte en un contrato familiar a tiempo parcial pero sin horario establecido, esto es, un actor de medio pelo que va y viene de acá para allá, que lo mismo pasa largos períodos con su familia, que desaparece durante meses sin prácticamente dar señales de vida en ese tiempo. Eso sí, entre visita y visita van naciendo los hijos, el consabido Ángel, y después Manolo y Cristina.

Y es que Ángel padre es un buscavidas, soñando siempre con encontrar el negocio perfecto para solucionar su vida y que no tenga que estar pordioseando para participar en películas de serie B, o para intentar colar un guión cinematográfico que tiene más buena intención que calidad.

Ángel padre es un personaje con mucha esencia, ese tipo de persona con la que seguro que nos habremos encontrado alguna vez en nuestras vidas, con la distancia lógica de la realidad; con una vida desordenada, con hábitos desordenados, pero a quien gusta de vivir la vida y mirar el presente sin recordar el pasado, ni proyectarse demasiado en el futuro. Y es que en una de sus fugas periódicas, en esta relación de fijo discontinuo con su familia es capaz de construir otra, y de esa relación nacerá otra hija, Paloma. Pero su nueva mujer fallecerá en un accidente de tráfico y Ángel regresará a su antigua familia con Paloma que será acogida como un miembro más de la familia.

Mientras tanto, Ángel hijo, el auténtico protagonista de esta novela, asiste como testigo de excepción a los avatares de su familia, donde cada cual en su normalidad termina siendo un ser único y donde él, probablemente el más excepcional es el que terminará siendo el más normal. Ángel observa las idas y venidas de sus padres, en una interminable relación de amor y odio, pero también a su un progresivo distanciamiento. Su hermano Manolo crecerá casi sin padre y eso forjará una infancia y adolescencia difíciles, donde los problemas del hogar se traducirán en problemas con la justicia. Cristina y Paloma, pese a que son de hermanas de distinta madre, de pequeñas crecerán casi como gemelas en sus actitudes y comportamientos, pero habrá un punto de inflexión donde sus personalidades se separarán prácticamente por completo.

Y es que Ángel, el más cuerdo de la familia, y a pesar de las locuras de cada uno de sus miembros, será capaz de ser un hombre de provecho, estudiará la carrera de Derecho (es inevitable que en algunos momentos me haya identificado con Ángel), y lo hará con brillantez, llegando a ser becario al final de sus estudios y huyendo de Barcelona y de su familia para ir a Madrid como profesor de universidad al Departamento de Filosofía del Derecho; esta asignatura se cursa o se cursaba en 5º, pero tiene enorme similitud con el Derecho natural, de ahí el nombre del libro, que se cursaba en 1º.

Ángel termina de huir ante un ambiente tóxico que percibe en el deterioro de las relaciones interfamiliares, en una suerte de distanciamiento temporal y sentimental. En Madrid irá en busca también de una chica que conoció en Barcelona y con la que igualmente se formará una relación de amor y odio, clonando en algunos aspectos la relación de sus padres. Pero Ángel también servirá de muleta de su padre, definitivamente afincado en Madrid, y al que por fin parecen salirle bien las cosas y ha logrado el negocio de su vida, imitar a Demis Roussos, no solo en su voz y canciones, sino también en su aspecto físico, de tal forma que cambia su perfil de actor, por el de intérprete, ganándose la vida con cierta suficiencia y cierta fama siendo conocido como Big Demis.

La vida transcurre y aunque existen deterioros insalvables en las relaciones familiares, de algún modo, y sin entrar en el final, rezuma un hálito de esperanza, la familia es capaz de perdonar, es capaz de rehacerse, de creer en sí misma gracias a la firme convicción no preparada de resolver todos los problemas con la madurez de sus personajes, cuando todos ellos alcanzan una edad en la que se asienta la cabeza y uno se plantea cómo pudo obrar de tal manera cuando en el presente sería imposible haber tomado esa pretérita determinación.

Una novela, en definitiva, que habla de la familia y de sus intrincadas relaciones, y que es una gozada leer, porque es un relato entretenido con un lenguaje cercano y con unas vivencias que bien podría haber vivido cualquier familia de nuestro país.

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