SPIROU Y FANTASIO, ICONOS EN LA SOMBRA DEL CÓMIC FRANCOBELGA

Probablemente conocemos en España mucho del cómic francés y francobelga más por cercanía que por fama mundial o no, porque los Astérix y Tintín han sido compañeros de viaje para un sinfín de niños españoles de las últimas generaciones; y claro, no conocemos tanto otros personajes de historietas que han nacido en Italia, Alemania o el mismísimo Portugal. Lo cierto es que la realidad es esa, si nos preguntaran por los cinco cómics más célebres de los que tenemos conciencia, sin contar los españoles, a buen seguro que Asterix y Tintín salen en prácticamente todas las quinielas.

Y es evidente que con una estela de éxito tan impresionante para ambas historietas, ese bosque de magníficas proporciones nos impida ver otros cómics, también de origen francés, de mucha calidad, entretenimiento y diversión, que han crecido a la par de los otros, pero tratando de dar pequeños codazos para ganarse su visibilidad.

Este es el caso del cómic «Spirou y Fantasio» que, de algún modo, tiene ciertos guiños o similitudes con el gran Tintín. Aunque Spirou y Fantasio no fueron creados en Bélgica sino en Francia, y es que ha sido un cómic errante en cuanto a sus dibujantes y guionistas, la verdad es que el autor de Tintín, el genial Hergé, y el que le dio la forma definitiva a Spirou y Fantasio, André Franquin, ambos eran belgas, de la parte francófona (que no es la mayoritaria en Bélgica), y además de la misma localidad a las afueras de Bruselas de Etterbeek, ¿casualidad?

La otra similitud más evidente es que los personajes de Spirou y Fantasio son también aventureros como Tintín, jóvenes como él, rubitos, con mascota y tratando de solucionar entuertos a lo largo del mundo.

Es cierto que Tintín nació antes que Spirou y Fantasio, y probablemente aquel influyó en estos, no obstante, sí que los separa un detalle de concepto, al menos en sus inicios, Tintín estaba destinado a un público más bien adolescente y juvenil, así como Spirou y Fantasio tenían como público diana a una población más infantil.

Spirou y Fantasio nacieron de la mano del dibujante francés Rob-Vel, aunque más exactamente solo Spirou, un botones de hotel, el cual aparecía en tiras e historietas cortas, y que no llegó a estar ni un lustro con ese autor. El historietista belga Jijé crearía a Fantasio, un joven periodista, en 1943. Definitivamente será el gran André Franquin el que consolidaría esta historieta en 1946 y le otorgaría su verdadera esencia, con unas historias muchos más largas y más elaboradas.

Fueron veinticinco años donde sus largas aventuras captaron a muchos seguidores en toda Europa, aunque imagino que aquí a España llegaban en cuentagotas y probablemente en su idioma original; pues tengo constancia que fue a partir de los 70 cuando empiezan a hacerse traducciones por determinadas editoriales españolas.

La gran virtud de Franquin en la consolidación de esta historieta es el lanzamiento de aventuras muy atractivas, donde va generando un universo de personajes recurrentes que también van a ser muy queridos por los lectores.

Aunque Spirou fuera botones en sus inicios (con Franquin seguiría vistiendo de botones, incluido su gorro característico, poco a poco abandonaría esa indumentaria aunque no el color rojo de su vestimenta), en realidad, su trabajo va asociado teóricamente al de Fantasio. Fantasio es periodista, un periodista autónomo, lo que hoy se denomina freelance, aunque no trasciende a quién vende sus aventuras. Y es que, en realidad, el cometido de ambos es solucionar desaguisados por el mundo entero. Por cierto, que si Spirou siempre viste de rojo, Fantasio siempre de azul.

Tiene también cierta similitud con Tintín en el hecho de que viajan por todo el mundo, y además a muchos destinos inventados, uno de los más habituales es Palombia, un lugar supuestamente ubicado en Sudamérica, y que sugiere la mezcla entre Paraguay y Colombia.

Dentro de los personajes que aparecen en sus historias, el más importante probablemente sea Palomio Champignac, o el conde de Champignac; es amigo de ellos, un entrañable señor mayor, noble a todas luces, que dedica su tiempo libre, que es todo, puesto que goza de una situación acomodada, a realizar inventos que, en principio, deben servir para hacer el bien a toda la humanidad; no obstante, no todo sale bien siempre, a veces porque algo falla y otras porque se encuentra con sus enemigos naturales que están dispuestos a llevarse el invento en beneficio propio. Este Champignac me recuerda, aun con diferencias, al profesor Bacterio de Mortadelo y Filemón, por su estética y por sus extravagantes experimentos, aunque Champignac es mucho más concienzudo que el personaje de Ibáñez.

Entre esos personajes antagonistas de Spirou y Fantasio, están Zantafio, el primo malvado de Fantasio, con una escolta de secuaces torpes y bobalicones (guiño probablemente tal vez hacia los enemigos de Tintín, o hacia las huestes de los romanos que asediaban a los galos de Astérix, personajes todos con escaso raciocinio), y también Zorglub, una especie de contrapunto de Champignac, otro científico con alma de salvapatrias, que al principio aparecía como amigo de Champignac y que luego se vuelve al lado oscuro.

También encontramos a la periodista Secottine, preparada siempre para quitarles las exclusivas a nuestros amigos, mantiene una relación de amor y odio particularmente con Spirou.

Sin lugar a dudas, el punto que más enganchó a la infancia con estos personajes fue la presencia de las mascotas de nuestros amigos. Sin reserva alguna el Marsupilami es el más exitoso y querido, una especie de gato o jaguar procedente de las selvas de Palombia, con gran inteligencia y fidelidad hacia sus dueños. Es de natural travieso, va por libre, pero siempre aparece en el momento oportuno para salvar a sus amigos. Posee una cola larguísima, de ahí que pueda tener ese rasgo de marsupial, y una nariz porretona, casi de mono, y de hecho, muchas veces ejerce de mono gracias a su cola. La cola es de tal tamaño, no menos de cinco metros diría, y con tanta movilidad y fuerza que puede enroscar su extremo para convertirla en un puño con el que literalmente noquea a cualquier enemigo de Spirou y Fantasio. El Marsupilami tiene un sonido característico y lo que hace es «hubar», sí porque es su única expresión o casi, dice «huba» generalmente cuando las cosas salen bien. Cuando no está en faena, colaborando con sus amigos en arreglar líos, es un animal dulce y cariñoso, todo un encanto. Pues bien, el Marsupilami tuvo tal aceptación que Franquin decidió construir aventuras solo con él y hacer una historieta independiente, con lo que es propiamente un personaje de cómic por sí mismo.

La otra mascota es Spip, una ardilla también muy inteligente, no habla pero sus pensamientos siempre se muestran. Es un poco rebelde, exigiendo siempre mejores condiciones laborales, pero al igual que el Marsupilami, y en este caso, gracias a su pequeño tamaño y a que puede pasar más desapercibido, es ideal para rescatar a sus amigos cuando estos están en algún trance difícil.

Hay que decir que Spirou y Fantasio han sido y son unos personajes errantes en cuanto a que han pasado por las mesas y los ordenadores de una sucesión de dibujantes y guionistas, porque es un tipo de producto de cómic cuyos derechos no pertenecen a su creador o creadores, sino a una editorial concreta, en este caso, a la francesa Editorial Dupuis.

Y es que después de Franquin, es decir, a partir de 1968 se haría cargo de la historieta Jean-Claude Fournier que modernizó un tanto los personajes, adaptándolos a ese público seguidor de antaño y, por tanto, haciendo las historietas algo más juveniles y elaboradas. A partir de los 80 hubo ciertos parones y los personajes pasaron por no menos de cuatro o cinco parejas de autores.

Los personajes siguen vivos y con el inicio del nuevo siglo asumieron la creación de nuevas historias el guionista Jean-David Morvan y el dibujante español José Luis Munuera. Munuera es un murciano de Lorca que curiosamente completó sus estudios de Bellas Artes en Granada, nació en 1971, por lo que seguro que coincidí con él en la marcha granadina en mi época universitaria. Se afincó en Francia y es un artista bastante contrastado en ese país, desde luego mucho más que en España.

El giro de tuerca de esta pareja artística supuso la modernización definitiva de los personajes, puesto que sus historias se han adaptado al siglo XXI, así que Spirou y Fantasio lo mismo trabajan con memorias USB o se montan en el Shinkasen, el tren bala japonés. Munuera hace un trabajo perfecto, pero las historias son excesivamente sofisticadas, y con sofisticadas quiero decir que a veces son un tanto complejas y enrevesadas. Desde luego hay que alabar el valor artístico de las historietas y la mano genial de Munuera, porque ahora tiene más importancia e impacto visual el dibujo, y es que se podría decir que los diálogos o el texto se han reducido más de un 50 % con respecto a las publicaciones de Franquin.

Lo importante es que Spirou y Fantasio siguen en la brecha y que sus padres actuales son relativamente jóvenes, por lo que les auguro una larga vida de aventuras apasionantes.

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