SUMO, UN DEPORTE DE DIOSES (X)

Takakeisho, la joven estrella japonesa que
 está animando el sumo en los últimos torneos
Bueno, pues ya son diez años los que llevo escribiendo sobre sumo en este blog, que también tiene ya una década de antigüedad, y aunque tarde, voy a hacer una pequeña rectificación en esta entrada regular y planificada; y es que siempre escribía y escribo en el mes de febrero, analizando un año de sumo, y en concreto el primer torneo oficial del año en curso y los cinco previos del año anterior, y me he dado cuenta de que se me queda un poco cojo el análisis, puesto que debiera hacer una retrospectiva de un año natural completo, que es lo lógico. De manera que en una reunión secreta conmigo mismo he tomado la sumarísima determinación de que este es el último análisis que hago con este formato, así que este año 2019, al final de él y tras la terminación del torneo oficial de Navidad, que se celebra en noviembre, en diciembre volveré a hablar de sumo con todo lo acontecido en 2019, aunque solape en parte lo que ya voy a contar aquí, es decir, contando lo que ya ha sucedido en el primer torneo de este año, ya celebrado en enero.

Y bien, después de este rollo, los titulares que se me ocurrirían para estos últimos doce meses, esto es, para los últimos seis torneos oficiales, serían los de «No hay dominador claro en el sumo» o «¿Cambio de ciclo en el sumo?». Ciertamente parecen sorprendentes en sí mismos estos titulares, porque años atrás no había color, el gran yokozuna mongol Hakuho era absolutamente dominante y solo alguna lesión, alguna pequeña bajada de forma, permitía que otros luchadores pudieran rascar bola. Pero este año ha sido probablemente el más abierto de la última década, y eso es decir mucho, porque a falta de ese dominio insultante de Hakuho y alguna incursión de los otros yokozunas, tal vez el sumo se había convertido en un monólogo o en un oligopolio un tanto aburrido.

Ya el pasado año se atisbaba que cada vez se estaban abriendo más los torneos, Hakuho comenzaba a dar síntomas de debilidad, un año más una losa más en su físico, que aun siendo portentoso no elude la madurez, y los otros yokozunas Kisenosato y Kakuryu estaban siendo muy inconstantes y muy proclives a pasar por la enfermería. En este sentido, 2018 y este primer torneo de 2019 han sido un claro ejemplo de todo esto.

Hakuho solo ha terminado dos de los últimos torneos, uno de esos dos lo venció con zensho-yusho, es decir, un inmaculado balance de quince victorias por ninguna derrota, otros dos no los acabó y en otros dos no compareció. Esto quiere decir que las lesiones están pasando demasiado por su casa y cuando no se encuentra bien en un torneo decide retirarse para no forzar. Va a cumplir en marzo de 2019 treinta y cuatro años, es evidente que no tiene nada que demostrar a nadie. Es el mejor yokozuna de la historia y muy digno, sus récords son estratosféricos y los va a seguir ampliando porque aunque no esté en su mejor nivel, o no pueda tener la continuidad de años atrás va a seguir ganando y, estando bien, no tiene rival. Sus récords más reseñables son el de luchador de sumo con más copas del emperador de la historia (más torneos ganados) y el luchador y yokozuna con más victorias, récords que obviamente siguen abiertos y él seguirá ampliando con su disciplina y su buen hacer.

Kakuryu ha aprovechado que su compatriota ha levantado el pie del acelerador para ser el más fiable yokozuna de los últimos seis torneos con dos copas del emperador, aunque también ha tenido problemas de lesiones y también faltó a un torneo y otros dos no los finalizó.

El bueno de Kisenosato tuvo que
abandonar el sumo en enero de 2019
La más triste noticia de este año ha venido con el yokozuna japonés Kisenosato, aunque ya podríamos decir exyokozuna. Una pena para este bravo luchador, que era mi favorito sinceramente, y que sí que ha tenido un calvario de operaciones y dolencias de todo tipo. Tuvieron que pasar un montón de años para contar con un yokozuna nacido en Japón y él se lo ganó a pulso, también muchísimos torneos para que un nipón lograra dos torneos consecutivos, y tras esas buenas prestaciones, entre las que se contaba su fiabilidad, porque prácticamente era imperturbable a los problemas físicos, con quince años ininterrumpidos sin fallar un solo combate, y justo cuando alcanza la gloria de ser yokozuna, le vienen todos los problemas de una vez. Poco antes de la conclusión del último torneo de enero, donde volvió a fallar y tuvo que abandonar, tomó la inevitable decisión que todo el mundo esperaba, aunque nadie deseara, de dejar el sumo (un yokozuna debe ser digno en sus resultados y esto ya estaban siendo bastante mediocres). Ahora se dedicará a la formación y se lo merece porque estos dos últimos años no empañan una carrera bastante esplendorosa. Así que la alegría ha sido efímera para la afición nipona, que apenas ha disfrutado un par de años de un yokozuna japonés, aunque prácticamente estuviera inédito.

Con este panorama ya hemos apuntado que se ha liberado la tensión en los torneos, y estos se hacen mucho más abiertos, también emocionantes, porque los aspirantes son menos fiables y las clasificaciones dan vuelcos fabulosos a medida que se acerca el final de cada uno de ellos. Por otra parte, también cabe destacar que el público japonés y sus luchadores nacionales ya han asumido que los japoneses se despojaron definitivamente de la presión de no ganar torneos, y es que tuvieron que pasar más de diez años, de 2006 a 2016, para que un luchador japonés volviera a ganar un torneo oficial, tras el dominio arrasador de los luchadores nacidos en Mongolia y alguna incursión mínima de sumotoris europeos. En este sentido, ha habido tres luchadores que inauguraron su casillero de yushos en la máxima categoría, dos de ellos japoneses, Mitakeumi y Takakeisho, y un tercero para otro luchador mongol Tamawashi.

Con tanto lío y con un trono del sumo que cada vez más está más libre de su dueño y señor, debiera ser momento para que luchadores jóvenes aspirasen a dar un paso adelante. Es necesario destacar la figura de los dos luchadores japoneses referidos, Mitakeumi y Takakeisho, porque podrían ser las nuevas figuras rutilantes del sumo, pero Mitakeumi no ha podido mantener la potencia que le dio el título el pasado mes de julio, y tendrá que seguir trabajando en 2019 para aspirar al rango de ozeki (segundo rango del sumo), tiene veintiséis años y margen de mejora. Probablemente con mejores sensaciones está Takakeisho que venció en el torneo de noviembre de forma brillante y no desentonó en el pasado de enero, a poco que continúe con unos resultados razonables su promoción a ozeki será un hecho en breve, y ¡ojo!, porque tiene veintidós años y se postula como la mejor estrella joven de Japón en las últimas décadas.

En cuanto a los ozekis actuales, el adjetivo que viene al pelo es decepcionante. Goeido no ha aprovechado la debilidad de los yokozunas y se mueve en resultados ramplones, es como si estuviera cómodo o acomodado en su rango, tiene treinta y dos años y es improbable que quiera o pueda aspirar a yokozuna. Por su parte, el también japonés Takayasu, el que actualmente sería mi luchador preferido, tampoco le ha ido a la zaga, y yo sí que tenía esperanzas fundadas de que trabajaría con denuedo por llegar a ser yokozuna, está haciendo buenos torneos pero no excelentes, no obstante, tiene veintiocho años, está alcanzando su excelencia física que para este deporte llega, como en el fútbol, al filo de alcanzar la treintena, así que confío en que en 2019 consiga al menos lo que le falta, el lograr el triunfo en un torneo oficial. Finalmente tenemos al ozeki georgiano Tochinoshin que alcanzaba este rango el pasado mes de julio y al que yo auguraba unos mejores resultados con ese grado, pero parece que las lesiones y el físico no le están respetando, y un Tochinoshin en forma es un competidor muy fuerte.

Y poco más, hay que esperar a que con tantas alternativas en los torneos, habrá que concluir que no es una mala noticia, que algo está cambiando en el sumo y que el cambio de ciclo se está produciendo o estamos a las puertas de ello. Eso sí, años atrás hubo demasiadas polémicas que en el pasado 2018 se superaron o comenzaron a olvidarse y eso es lo mejor, olvidarse de asuntos extradeportivos para centrarse en la lucha dentro de la arena, en el dohyo. Sí, son luchadores orondos, pero detrás de ello hay una técnica y una disciplina brutales, quedarse en el tamaño de sus barrigas o en su taparrabos es una conclusión de neófito.

Mientras, los aficionados al sumo también nos deleitamos con ver a los diamantes en bruto de las categorías no profesionales, y ahí se ven chicos muy interesantes, pero dentro de lo friqui que puede ser el sumo para un español, más friqui sería que yo cansara a la gente con el análisis de futuras estrellas.

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