SUSO SAIZ, EL COMPOSITOR INFINITO EN LAS BAMBALINAS DE LA FAMA

Si ya en mi última entrada con la etiqueta de música había reparado y entonado el mea culpa por no haberme acordado hasta ese momento de músicos españoles de vanguardia en mi blog, ahora y prácticamente sin mediar descanso voy a esbozar la figura de otro (el primero fue Max Corbacho), y así con dos compositores españoles en esta bitácora me congracio un poco conmigo mismo y comienzo a equilibrar una inexistente balanza.

Y voy a hablar de Suso Saiz (Jesús Saiz Alcántara), uno de los personajes imprescindibles de la música española de los últimos cuarenta años. Tan imprescindible que casi yo diría que si no se conoce su nombre sí que se conoce su estela. Sí, ya sé que es triste que no se conozca su nombre por todo lo que voy a referir de él, pero ya se sabe, los que hacen músicas de vanguardia en nuestro país están condenados al ostracismo y solo cuando se aúpan a lo comercial, sin ser sinónimo de calidad, es cuando pueden llegar a tener cierta fama y también algo de dinero.

Y es que curiosamente yo sí que conocí a Suso Saiz por su música propia, por la New Age, por sus discos ambientales, y luego también por alguna composición más llamativa, por ejemplo, la sintonía de cabecera del exitoso programa de televisión «Al filo de lo imposible», o la banda sonora de una película que me encanta, «El milagro de P. Tinto». Pero es que si te pones a escarbar salen cosas verdaderamente sorprendentes, por ejemplo, la remezcla que hizo de la canción «Era» para Estopa, un buen puñado de bandas sonoras de películas, producciones de artistas como Luz Casal, Aute, Duncan Dhu, Los Planetas, Celtas Cortos…

Así es que a Suso Saiz lo podríamos calificar como el compositor infinito, y voy a resaltar inicialmente la parte de su carrera que a mí me tocó la fibra, su música ambiental, donde cada composición es un poema sonoro, es una introspección celestial, es un suspiro de la esencia de cada uno de nuestros seres. Su música es para estar concentrado y te ayuda a concentrarte, su música tiene también detalles que te evaden y pasajes para analizarla, para pensar qué evocación te merece. La música de Suso Saiz fluye y te inspira, te ayuda a pensar mejor. En su disco «Un hombre oscuro» de 1995 se resume su concepción musical, evocadora pero también arriesgada, durante una hora nos propone una sinfonía que hace un ejercicio ecléctico, intermedio entre diversos tipos de música, difícil de catalogar, pero fácil de escuchar.

Este compositor nació circunstancialmente en Cádiz en 1957, pero siempre ha vivido en Madrid, así lo ha declarado él, y hacer un compendio de su vida puede ser un ejercicio realmente complejo, como ha sido toda una trayectoria en la que ha ido oscilando por numerosos proyectos.

Es interesante destacar anecdóticamente que sus inicios fueron con un banjo y haciendo un folk un tanto particular, nacional podríamos definirlo, así como jazz; aunque el punto de partida de su orientación profesional se sitúa en Pamplona en 1972, allí se organizó un festival mítico aunque un tanto desconocido para la mayoría de nosotros que se denominó «Encuentros», en el que un productor musical de la época hizo un esfuerzo por aglutinar las vanguardias musicales que se cocían en el mundo, la verdad es que todo un alarde, entre otros estaba John Cage, del que ya he hablado en este blog. Aquella semilla eclosionó en Suso Saiz que estudió guitarra en el Conservatorio Superior de Madrid, para ir calentando.

A finales de los 80 conocería a otro compositor clave de la vanguardia musical española, Luis de Pablos, con el que exploraría las técnicas de composición contemporáneas, coincidiendo a su vez con Pedro Estevan (sí, con uve), también precursor de la New Age en nuestro país, percusionista y compositor, característico personaje que jamás ha abandonado su larguísima barba de ermitaño.

Ahí vendría el primer proyecto serio de Saiz, junto con Estevan y la soprano María Villa, los cuales crearon a principios de los 80 su «Orquesta de las Nubes», una delicia sonora, muy alternativa, tanto que pretendían fusionar de forma sorprendente el minimalismo norteamericano y las músicas orientales, todo muy inclasificable, pero sobre todo muy bueno y también un poco canalla.

Después vendrían los discos en solitario de Suso, y ahí sacó la esencia de sí mismo, música electrónica ambiental fue su sello de identidad y vendió y bien pero no aquí lógicamente, sí en Estados Unidos. Pero una cosa era el deseo y otra era la vida, y tuvo que optar por abrirse para poder cabalgar en el panorama musical y perteneció a las bandas Esclarecidos o Los Piratas.

Posteriormente fue cuando se hizo productor musical y donde se ha hecho un hueco, y no son precisamente mindundis los que están en su nómina. Entre medias, también ha colaborado en la producción musical de Los payasos de la tele, como arreglista y programador de algún disco de Rocío Jurado, y hay una anécdota muy graciosa que él repite hasta la saciedad y es que Julio Iglesias quiso trabajar con él, pero Saiz pospuso su encuentro porque tenía que grabar con Los Piratas, eso al parecer molestó mucho al padre de media España, y lo sabes, el cual declinó su encargo, ¡qué malas huestes!

Suso Saiz siempre ha sido un compositor inclasificable, y su vis artística la derrocha con sus composiciones propias, con discos de autor, es donde él se siente como pez en el agua, y precisamente en sus contadas actuaciones es ahí donde se mueve, pese a que él mismo define a su música como complicada. Lo otro le viene por añadidura, unas cuantas bandas sonoras, que él cuida con mimo, dotando a la película de la música que necesita, y no, como pasa en muchas producciones, proporcionando una música que no encaja con lo que estás viendo. Pero también en su inclasificación ha sido capaz de componer música de cámara, es todo un prestidigitador musical, un hombre de las mil caras, y como muchos también lo han calificado, el genio en la sombra de la música española.

Muchos premios lo contemplan y una carrera contrastada más bien en las bambalinas del éxito, donde todo se maquina. No obstante, él es humilde (se considera un tipo de éxito brutal sin vocación de estrella) y con principios, tiene la franqueza de componer y no escuchar sus producciones por miedo a sacar defectos, no escucha hasta pasado mucho tiempo. Y critica a los productos comerciales de usar y tirar, los que no arriesgan; en una de sus entrevistas señaló algo que es vital para entender la música actual, y es que si un cantante o grupo consigue un gran éxito, no salen de esa tema, todo lo que se produce a posteriori gira en torno a ese tema, es casi clónico, cuánta razón lleva.

Por cierto, Suso Saiz tiene por detrás a su hijo Emilio, un guitarrista que ya cuenta con proyectos propios y otros colaborativos, el cual va a hacer que perdure el apellido Saiz, lo que no sabemos es sí va a mantener el camino del padre en el futuro (ahora mismo hay muchísimos guiños), o terminará por ser más comercial y en paralelo más famoso y conocido.

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