"MARATÓN", DE BRIAN FREEMAN

Duluth, una ciudad media al norte de Estados Unidos, en el estado de Minnesota, a las orillas del lago Superior, allí se celebra cada año un maratón, entre lo popular y lo semiprofesional, en el que se dan cita miles de personas que se marcan este reto deportivo y personal, en lo que viene siendo una fiesta en las calles.

Marcando un evidente paralelismo con lo sucedido en 2013 en el maratón de Boston, cuando un extremista islámico colocaría una bomba más o menos en la zona de meta de esa populosa reunión deportiva, en esta ocasión en Duluth ocurre casi igual, en esa área final que es donde más personas se congregan, ocurrirá otro atentado, pese a que las fuerzas del orden están especialmente encima de estos eventos, máxime cuando el ambiente se ha calentado varias semanas antes.

Y ocurre, efectivamente que ocurre, una bomba deja un panorama desolador en la meta de ese maratón, y lo que tendría que ser una fiesta del deporte y de la sociedad se convierte en una tragedia.

Estamos ante una novela de corte policial ideada por el reputado escritor estadounidense Brian Freeman. En Duluth precisamente trabajan el comisario de policía Jonathan Stride y su mujer Serena y, esto lo he sabido después de leer la novela, ellos son los protagonistas de un buen número de libros del mismo género en lo que viene siendo una especie de saga en el tiempo al estilo de lo que podrían representar en nuestro país los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, personajes creados por Lorenzo Silva.

Es claro que no había leído jamás nada de este autor, tampoco tenía excesivas referencias de él y la principal virtud que puedo destacar de esta novela, amén de que se puede leer de forma independiente, sin saber nada de las vidas y aventuras anteriores de sus personajes principales, es que tiene una estructuración sencilla en cuanto a presentación, nudo y desenlace, bien narrado y sin que tengas que darle demasiadas vueltas a la cabeza, o sea, que todos los misterios serán desvelados y no tendrás que hacer grandes malabarismos mentales, todo terminará cuadrando. Y luego tiene también otra característica interesantísima que facilita su lectura, y que yo siempre destaco cuando realizo entradas sobre libros en esta bitácora, y es que el número de personajes que se muestran es adecuado; esto es, ni muchos, que te harían perderte con tantos nombres y que casi tienes que llevar contigo una libreta para tomar apuntes, ni pocos que harían la acción un tanto aburrida; aquí tienen una medida justa y proporcionada, lo que te permite conocerlos a todos y saber en cada momento cómo van encajando en el hilo principal.

Como señalaba más arriba, el maratón de Duluth debiera ser una fiesta deportiva, pero la policía tiene la mosca tras la oreja, puesto que la sucesión de atentados islamistas en todo el mundo, también con incidencia en acontecimientos deportivos, ha hecho que personajes como la activista radical Dawn Basch adquiera importantes cotas de protagonismo. Con su campaña de defensa a ultranza de la Constitución americana y la etiqueta #sinexcepciones en Twitter, ha generado una corriente de odio hacia todo lo islámico en general como sinónimo de sospecha de que todo lo que se relaciona con la población musulmana tiene el germen del terrorismo.

Cuando sucede el atentado, Basch tendrá la excusa perfecta para justificar sus proclamas, y eso no hará más que presionar a la sociedad, que está necesitada de venganza y obviamente todas las miradas están puestas en la comunidad islámica de Duluth.

Pese a ser evidentemente un relato de ficción sí que pone de relieve algo que es muy cierto, y es que la opinión de alguien influyente, que puede darse en determinado tono, pongamos neutro, puede que llegue distorsionada a cualquier miembro de la sociedad. Dawn Basch no está propiamente haciendo apología de la xenofobia, pero tampoco ofrece señales que no inviten a entender lo contrario. Y esto, con las lógicas distancias con el mundo real, está pasando en nuestra sociedad.

Por poner un ejemplo, las autoridades catalanas independentistas no hacen más que propagar velados mensajes de matices xenófobos y supremacistas, generan cierto odio vestido de buenas formas propias de la burguesía catalana, se habla de rebelión pacífica sin hacer ascos a actuaciones represivas y violentas, todo es un sí pero no, mensajes a medias tintas; y ese es el problema que cuando Torra o Puigdemont hablan, discurren o proclaman, lo más sensato (no se han revelado como muy sensatos) sería expresarlo para que sea entendido por la mayoría, pero sobre todo y muy principalmente por el más tonto que ocupa el último eslabón de la cadena; y hay muchos tontos en el independentismo que en una gama de grises ven negro (o blanco)...; y va a pasar, algún día habrá algún muerto encima de la mesa, Dios no lo quiera, y los culpables indirectos son los que todos sabemos, porque su diarrea dialéctica y sus mensajes ambiguos no cesan.

Y bien, volviendo a la novela, por mucho que las fuerzas policiales traten de disipar la sospecha de que todo ha sido un atentado islamista, a través de un lobo solitario o lo que sea, Dawn Basch sigue a lo suyo y no da puntada sin hilo, y ese mensaje que no es violento en sí, pero tampoco pacífico, y que dirige la mirada hacia un grupo de ciudadanos, ya ha llegado al más tonto de los tontos, que lo ha interpretado a su manera, es decir, a la tremenda, tal vez era lo que buscaba Basch. Un tonto ha colgado una foto en Twitter de un árabe que él reconoce como sospechoso máximo porque llevaba una mochila y se chocó con él cerca de la meta y poco antes del atentado, y ya se lía.

El mensaje de un tonto llega a más tontos, la sospecha se convierte en juicio sumarísimo y todo se precipita, un pacífico ciudadano padre de familia es acosado y se enfrenta a una frenética huida. Su familia tiene que ser preservada. Dawn Basch echa más leña al fuego e inocentemente publica los lugares de congregación y negocios de la comunidad islámica de Duluth y un cubito de hielo se convertirá en una gigantesca bola de nieve, y comenzará a haber muertos (musulmanes) encima de la mesa a modo de venganza.

Todo se convertirá en una desenfrenada carrera en todos los frentes, la comunidad islámica en el punto de mira, esta que reacciona, la policía buscando a los culpables y Dawn Basch que no destensa la cuerda en ningún momento.

Como ya he comentado la habilidad de este escritor estriba en mostrarnos una trama muy entretenida con una selección de personajes que son asumibles por el lector, no perdemos detalle alguno, y eso es bueno para seguir la narración con comodidad, hasta que al final conocemos la verdad y toda la verdad.

Una pequeña crítica, no al autor, y sí a la editorial y a la traductora, y es que observo con notable asiduidad que las traducciones, muy bien hechas, se hacen también con mucha presión de tiempo, y tienen errores, ni a la traductora le da tiempo a repasar, ni la editorial dispone, lo cual inquieta bastante, de un equipo de revisión de la traducción para que el libro llegue al público sin erratas. He visto varias en este libro y destaco en la foto adjunta una de ellas.

Por último, un solo pero y es que, aun sabiendo que es una trama inventada, algunas partes de la misma las veo un tanto forzadas, irreales, es decir, que no me imagino a alguno de los personajes tomando determinadas decisiones en según qué circunstancias; pero bueno es una novela, es ficción, y cualquier licencia hay que permitírsela al autor, y ello con el plus de que lo hace para fortalecer un producto entretenido y atractivo, y lo consigue.

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