LAS SECTAS QUE VUELVEN, PORQUE LOS MALOS NUNCA DESCANSAN

Es probable que ya haya comentado en este blog lo siguiente, pero como el pensamiento sigue latente permítanme que insista, cuando hace unos años se destapó lo de «El monstruo de Amstetten» (una bestia humana que había mantenido durante casi un cuarto de siglo oculta en un zulo de su vivienda en un pueblo austríaco a su propia hija y con la que había llegado a tener siete criaturas, las cuales también estaban aisladas del mundo), aquello me inquietó sobremanera y me dije que si en tantos años nadie había conseguido descubrir semejante atrocidad, solo resuelto por un golpe de fortuna, cuántas cosas no seguirá ocurriendo en cada instante, ahora mismo, cuánto sufrimiento y dolor están experimentando esas personas que no sabemos que existen y obviamente nada podemos hacer.

Siempre he pensado, negativamente, que este mundo es como un gran iceberg, del que solo vemos una mínima parte; el mal, lo delictivo, ocupan una parte enorme que de vez en cuando aflora a la superficie, gracias a la intervención policial, a otros ciudadanos anónimos, o como en el caso citado, a una afortunada carambola.

Pero al final pasa eso, y ojalá me equivocara, en este preciso momento, da igual cuándo leas esto, alguien sufre o alguien muere y el que comete el crimen jamás será descubierto, es más, tal vez te lo cruces por la calle, lo veas comprando en el supermercado, o acompañando a su familia en un evento social y será para todos un ciudadano modélico.

¿Dónde estará el niño pintor de Málaga? ¿Existe? En caso afirmativo, ¿estará sufriendo un inhumano cautiverio obligado a pintar sin descanso? Y como este, tantos y tantos casos que no tienen respuesta actual y que probablemente en el futuro tampoco.

Sé que es un poco deprimente afirmar esto, pero los malos siempre van por delante de los buenos, los que nos defienden de la delincuencia en España o en cualquier país del mundo, están mayoritariamente privados de los suficientes medios humanos, técnicos y financieros para poder combatir a todo ese mal. Dedican más tiempo a ser reactivos que preventivos, es normal porque la labor de prevención suele ser muy ingrata y no muy bien vista en según qué parcelas.

Hace unos años, casi al poco de aterrizar la democracia en España, corrían finales de los 80, aquello de más libertad de todo, de prensa, de opinión, de culto, fue un inopinado cebadero para que surgieran en nuestro país innumerables sectas, más o menos vestidas de legalidad, como asociaciones culturales, medioambientales, etc. Y además se aprovechaban de que vivíamos años convulsos con la lacra del terrorismo, por lo que los esfuerzos policiales dedicados a destapar sectas estarían muy mermados.

Varios periodistas y el interés del Congreso de los Diputados propiciarían que se pusiera el dedo en la llaga acerca de un problema que comenzaba a tener proporciones insospechadas, se cifraba a finales de aquellos años 80 que funcionaban en España entre doscientas y trescientas sectas, aglutinando a no menos de cien mil personas. Se publicaron libros, estudios, hubo una comisión especial en el referido Congreso de los Diputados, y muchos líderes de aquellas sectas fueron detenidos y juzgados y muchas de aquellas organizaciones disueltas.

Los tentáculos de aquellas sectas, ya digo, maquilladas de normalidad, llegaban a cualquier confín. Aún recuerdo en aquellos años cómo una organización de estas raras, como Nueva Acrópolis, inundaba de carteles mi ciudad natal, invitando a charlas con unos contenidos muy extraños (el Superhombre recuerdo que era uno de sus títulos). A Nueva Acrópolis le metieron mano en esos años complicados, aunque hoy sigue funcionando, y sospecho que con una expansión mucho más limitada que décadas atrás.

La cuestión es que hoy, a lo mejor siempre, se desvía la atención de las fuerzas policiales, por imperativo superior obviamente, hacia asuntos más vinculados a lo mediático, a lo políticamente correcto, que tal vez a lo que es operativamente más adecuado; mucho procés, mucha violencia de género, muchas manadas, mucho barriobajismo político y es posible que aspectos que merecen más atención se estén dejando a un lado. Y todo ello es un río revuelto con ganancia para pescadores de oportunidades que, además, gozan de herramientas más sofisticadas que antaño, esto es, Internet, las redes sociales y la globalización que ofrece. Así que los malos de las sectas ya no tienen como diana a los de su entorno, sino que con un ordenador pueden contactar con cualquier persona del mundo para desarrollar su plan delictivo.

Hace unos meses presenciamos cómo una niña valenciana era captada por un gurú sudamericano, imagino que con argumentos grandilocuentes aunque vacíos de contenido, estos bocachanclas suelen ser bastante inteligentes, y captan a gente que suele ser pobre de espíritu. Nos enteramos de la existencia del caso prácticamente en su resolución.

Ahora en estos días, hemos visto a una especie de asociación, que todo apunta a que es marcadamente sectaria, Infancia Libre, también ofrece una hoja de ruta a sus asociadas que tiene siempre el mismo estribillo, y que coincide en desescolarizar a menores e impedir que puedan ser vistos por sus otros progenitores, en este caso, padres, hombres que previamente habían sido acusados de abusos contra esos menores.

Seguimos viendo noticias de captaciones de este tipo, de personas que desaparecen voluntariamente y dejan un rastro intrigante en el sentido de no me busquéis, estoy bien donde estoy y no quiero volver a veros. Y sí, también, para colmo de males aquellos pasquines de finales de los 80, vuelven a verse pegados en farolas, nuevos anuncios de asociaciones raritas que mezclan lo esotérico con los astros y demás parafernalia para abducir a gente desordenada.

Y es que, y también es cierto que no es la primera vez que lo comento en esta bitácora, las crisis económicas suelen ser crisis también de valores, de la primera hemos salido o casi, pero la onda expansiva de la segunda dura mucho más, y está llegando hasta nuestros días.

Pues eso, percibo que hay un repunte de las sectas, y aunque huelga señalar lo destructivas que son y que generalmente enmascaran actividades delictivas, el hecho de restar libertades o de anular la voluntad de las personas las convierte en entes potencialmente peligrosos, y la historia nos ha ido ilustrando cómo han terminado algunas de esas sectas, con la muerte de sus integrantes y como males menores con execrables episodios de violaciones, alienaciones, violencia...

¿Cuánta gente está ahora mismo captada por sectas, privada de sus derechos, sufriendo, sin que nosotros sepamos nada? No podemos dormirnos en los laureles porque los malos nunca duermen.

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