¿POR QUÉ LA SELECCIÓN FEMENINA DE FÚTBOL DE EE.UU. ES INFINITAMENTE MEJOR QUE LA MASCULINA?

Pues ya se acabó el Mundial femenino de fútbol de Francia 2019 y en honor a la verdad ha sido el primero que he seguido con interés. Ganó Estados Unidos, eran las favoritas, y en un deporte tan errático como el fútbol, en el que el tanteo es tan bajo, ejercer ese papel y confirmarlo al final no es nada fácil, y ellas lo hicieron casi sin dejar lugar a la más mínima sorpresa.

El hecho de llegar hasta ahí, es su cuarto título mundial, ya no extraña a nadie, son las mejores, y yo diría que con una buena diferencia con respecto a los demás, lo cual es un bagaje sensacional para poder enfrentarse a su favoritismo. Lo que no deja de sorprender, por más que reivindiquen con su juego y sus títulos es que sea en el fútbol, el deporte rey para muchos en España y en Europa, donde las norteamericanas campen a sus anchas, relegando a naciones con muchísima tradición futbolera, y sobre todo porque sus compañeros del fútbol masculino en Estados Unidos no les llegan ni a la suela de la zapatilla.

Y esa es la cuestión que planteo, o más bien leí a un periodista en Twitter que lanzaba esta pregunta en voz alta el día de la gran final, ¿por qué el fútbol masculino en Estados Unidos no tiene el nivel del femenino?

A mí me gusta entrar al trapo y hacer mis hipótesis particulares, que sé que no llegan a ningún sitio, pero yo me explayo y trato de ejercitar la mente. Hay una razón obvia, tal vez la más importante, que es la que los medios de comunicación han reiterado en estos días, y es que siendo el fútbol femenino profesional un deporte de muy escaso recorrido histórico, fueron los tan denostados en muchas cosas Estados Unidos, los primeros en poner una pica en Flandes, es decir, que la primera liga profesional se creó allá, y profesionalizar un deporte en mujeres es un avance sustancial, eso ya generó una ventaja diferencial que los países competidores del resto del mundo aún no han logrado reducir, es decir, sí hay ligas profesionales en otras latitudes pero la trayectoria de la liga norteamericana supera la calidad del mejor país que la pueda seguir, probablemente Inglaterra, Alemania o Francia.

Pero ya digo que esta es una razón obvia, ese impulso inicial lo han seguido alimentando y sobreviven a la presión del resto de países futboleros, que yo creo que con el tiempo sí que igualarán el nivel a las estadounidenses y cada campeonato mundial les será más difícil aumentar su palmarés. Y sí, Estados Unidos con su Trump, con su mojigatería, su particular moral, con su dominio del mundo, también fueron capaces a través de este botón de ejercer de ejemplo a muchos países, en el sentido de que han sido siempre más avanzados o pioneros que el resto en cuanto a la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres. Sobre todo a tanta gente que en Occidente se le llena la boca de igualdad, de feminismo, de empoderamiento…, en el país de las barras y las estrellas nos llevan años luz a Europa.

Si nos centramos en España, hay que decir que la existencia de una liga profesional es muy reciente, y no hablemos de sueldos porque esto sí que es incomparable con las ligas masculinas. Pero es que los medios de comunicación (muchos de ellos que también propugnan la igualdad), son los primeros en dar la espalda a esta liga femenina de fútbol, y por extensión, la de un montón de deportes; sigue interesando los fichajes masculinos, las lesiones de los hombres y sus cuitas amorosas; cualquier noticiario televisivo es una muestra palpable de esto. Solo algunas cadenas televisivas, con un poquillo de vergüenza, se atreven a, y ojo que viene frase de moda, «darle visibilidad a las mujeres». Por lo menos en esta ocasión y a través de Gol TV, hemos tenido un seguimiento muy adecuado de este Mundial y de la participación de nuestras chicas.

Pero es evidente que esto es insuficiente, ¿si hubiera ganado España el Mundial la gente se habría tirado a las calles como cuando los chicos ganaron el de Sudáfrica en 2010? Probablemente o casi seguro que no. Me ha gustado mucho un anuncio que se ponía esos días en el que un chico entraba en una tienda y pedía una camiseta de la selección española, y todo lo que tenían era con los nombres de los chicos y reivindicaba los nombres de nuestras seleccionadas. Y esa es la cuestión, la visibilidad de nuestras chicas es modesta y limitada, a esos que se llaman aficionados al fútbol, a buen seguro que son incapaces de recordar al menos tres nombres de nuestras internacionales.

Que el fútbol femenino interese limitadamente a los medios de comunicación puede ser criticable, pero su obligación es la de dar información y no están sujetos a cuotas de ningún tipo. Pero que los grandes clubes de nuestro fútbol hayan tardado tanto en poner en marcha sus secciones femeninas sí que es éticamente censurable. Sí, ya sé que prácticamente todos tienen esa sección, y ahora, por fin, la va a crear el Real Madrid, pero es que es precisamente el impulso de los grandes el que puede hacer crecer el nivel competitivo del fútbol femenino; y esto no es más que una claro identificativo del nulo interés que tenían hasta ahora. En este sentido, el Real Madrid se ha visto obligado por la presión pública y mediática a llevar a cabo lo que se le estaba pidiendo a gritos, máxime si quieren emular a su eterno rival, que más allá de sus triunfos en el fútbol, y eso que no soy del Barcelona, sí que es el mejor club deportivo de España por todas las secciones que aglutina y que hace enseña a través de su eslogan «más que un club».

Hemos tardado mucho en ponernos al día, no lo estamos aún, pero aunque haya que pegarle un pescozón general a los clubes de fútbol, hay que ser más indulgentes con los pioneros y nada con los que se han montado al carro tarde (Real Madrid), o los que todavía no lo han hecho. Queda muchísimo camino por recorrer, tanto como que en cada pueblo de España levantas una piedra y sale un futbolista (masculino), cualquier pueblecito tiene su club con un montón de equipos (masculinos), y hay que propiciar que las chicas encuentren en esas estructuras el aliento y el calor para poder practicar su deporte.

Ahora bien, volviendo a los Estados Unidos, existe otra razón de peso para que el fútbol femenino esté tan desarrollado allí, razón quizá menos evidente, y es que el impacto de otros deportes profesionales en los hombres es brutal, así el fútbol americano, el hockey hielo, el baloncesto o el béisbol. Luego por una simple cuestión estadística, los mejores, los más atléticos, ocupan esos deportes, también mejor pagados profesionalmente, y al fútbol en Estados Unidos desemboca gente buena, pero probablemente en el reparto salen perdiendo, lo cual es una clara muestra de que el nivel de fútbol en Estados Unidos en hombres con respecto al de mujeres está a años luz de calidad.

¿Hay ligas femeninas profesionales de esos deportes en Estados Unidos? Pues seguro que sí, la WNBA en baloncesto está claro, y por eso también son las mejores del mundo las estadounidenses; pero ¿de fútbol americano, sófbol (versión femenina del béisbol) o hockey hielo?, probablemente sí, si miro en Internet lo averiguo, pero no lo voy a hacer, porque esta es la garantía de que a nivel mediático y social, aun a miles de kilómetros de distancia no se percibe que la mujer estadounidense tenga un hueco del mismo calibre, así que en ese reparto de mujeres con las mejores condiciones físicas, el fútbol estadounidense sí recibe buena calidad, y porque también estarán mejor pagadas que en esos otros deportes.

Y efectivamente ese es uno de los aspectos que mejor definen el fútbol de la selección estadounidense femenina, la condición física; todas las chicas son auténticos portentos físicos, rápidas y resistentes a la vez, con envergadura (su equipo en la cancha tiene una media de estatura alta, más de la mitad seguro que miden más de 1,75 m), y con fuerza, están armónicamente musculadas, no solo de piernas sino también de tronco, con lo que son implacables en el cuerpeo, y hacen pesas, especialmente en las extremidades, cada una de ellas tiene en su pierna buena un fusil.

Toda esta conjugación la llevan a rajatabla, en un deporte donde la condición física es vital, en las féminas es mucho más apreciable que en los hombres, el esquema de los partidos cambia radicalmente de la primera mitad a la segunda, de estar frescas a estar castigadas físicamente, y esa merma se nota muchísimo en los encuentros del máximo nivel. Ahí las norteamericanas son unas auténticas hachas, presionan todo el partido, y precisamente mantienen la intensidad cuando las contrincantes comienzan a bajar los brazos, su nivel de presión es igual en el minuto uno que en el minuto setenta, y ahí es donde ganan los partidos, en las segundas partes.

Probablemente no sean finas estilistas, ni falta que les hace, no caracolean, no hacen «jogo bonito», pero abruman, no tienen grandes estrellas, cada una de ellas es capaz de meter un gol en el minuto noventa, donde las botas pesan como un quintal. Y claro que les hacen penaltis, porque esa presión desquicia cada vez más al equipo contrario, que cuando está pidiendo el oxígeno, se ve cada vez con menos campo, y cada vez se suceden más jugadas en su área.

Por si esto fuera poco, su cuadro técnico gestiona al equipo de una manera científica. Antes de nada hay que decir que esta selección mantiene una filosofía al dedillo, cuando es año mundialista, si alguna ha realizado alguna aventura europea, tiene que volver a jugar en algún club de Estados Unidos, esto es lógico para poder realizar mayor número de concentraciones a lo largo del año, punto fuerte, puesto que a las selecciones de fútbol, ya sean hombres o mujeres, se les achaca que no funcionan como un equipo de club, por el poco tiempo que tienen para preparar torneos importantes, y al final tienes buenos jugadores pero no tienes un sistema adecuado, la compenetración falla, en suma, el pegamento que los una.

En cuanto a la llevanza científica, si por algo se significa el avance en el deporte del siglo XXI es por el tratamiento de datos mediante aplicaciones informáticas, ese equipo técnico se ve que se lo curraba, no solo en lo que está detrás, preparación física, ciclos de recuperación, alimentación..., sino que durante los partidos analizaban todo el campo, los puntos fuertes y débiles de los rivales, dónde atacar, dónde defender, y en eso ya tenían una ventaja comparativa con respecto a los demás.

Por si fuera poco y por reiterar lo ya comentado, aun no siendo jugadoras con mucha técnica o no más que las jugadoras europeas, aunque es obvio que lo suplen con la condición física, no les importa perder balones, porque los recuperan con facilidad a través de la presión, y porque por regla general los pierden siempre alejadas de su área. Para haberlas vencido solo había una regla, presionar más que ellas, y eso casi ninguna selección lo consiguió, aunque para ser sinceros si se hizo fue durante minutos contados de unos pocos encuentros. España consiguió inquietarlas al principio de la segunda parte, pero al final las americanas impusieron su físico. Y ese es el resumen, buenas futbolistas que son mejores atletas y con una condición física inmejorable, tenían mejor motor, con un depósito más amplio y baterías más duraderas, eran más competitivas en el minuto uno, que salían como una estampida, pero mantenían magníficamente bien el tipo a partir del minuto setenta, y ahí estaban frescas y te terminaban de machacar; su peligro estaba en que en la segunda parte parecían suplentes que acababan de entrar al partido. Pues nada, todo un ejemplo a seguir.

El día del partido contra España leí un interesante artículo de la futbolista ya veterana Vero Boquete, que lleva ya varios años sin recibir la llamada de la selección española, y que hacía una exégesis de alguno de estos conceptos, veladamente daba por hecho la especial dificultad para superar el trance por parte de las nuestras, y ofrecía un dato interesante a favor, el único, algo así como que no iban a venir estas a enseñarnos a jugar al fútbol. Efectivamente, en España mamamos el fútbol desde chicos, pones la tele y a cualquier hora hay un partido, de 1ª, de 2ª, de 8ª, de niños, de selecciones, de solteros contra casados, y sobre todo de hombres, pero aun con esa experiencia aunque solo sea adquirida por el visionado de toda esa información casi subliminal, no me puedo imaginar a las norteamericanas no conociendo lo que se cuece en el fútbol europeo incluido el masculino. O sea que es muy probable que Megan Rapinoe sepa quién es Sergio Ramos, y que en su casa cenan o desayunan viendo un partido del Real Madrid.

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