MYTHOS, MÚSICA PARA LLEGAR A LUGARES QUE JAMÁS PODRÉ ALCANZAR

Cuando escuché por primera vez Mythos fue como una penetrante catarata de aire fresco, probablemente pensara que era muy bueno, fantástico y toda clase de calificativos; pero lo que ocurría cuando escuchabas cuatro o cinco temas más ya es que te dejaba sin palabras, o sea, ¿este tema lo ha compuesto el mismo grupo que al principio del disco? Y es que Mythos tiene tal abanico discursivo que te desconcierta un poco, más que nada porque no sabes dónde ubicar su estilo, no porque su música no sea de calidad en cualquiera de sus expresiones.

Reescuchando en estos meses estivales alguno de sus discos volvía a tener esa misma sensación y se me vino a la cabeza un símil, patético por otra parte, relacionado con el fútbol. En el fútbol se buscan superestrellas sumamente versátiles, o al revés, las auténticas superestrellas actuales y pasadas, han sido jugadores que no solo metían goles, lo hacían en el área, fuera de ella, de falta, y encima eran constructores de juego y con gran fondo físico, poco más o menos que atletas; Messi es el paradigma de esta superestrella, al que lo único que le falta es cuerpo para defender y estatura para rematar de cabeza, aunque lo compensa de sobra con el resto.

Y es que Mythos es un grupo de música New Age que no se encasilla en ninguna de sus clasificaciones posibles, de una hipotética lista más o menos existente, tiene mucho de ambiental, pero igual que tiene eso te salta a world music, también tiene toques étnicos; lo mismo tiene reminiscencias de la naturaleza que te vienen aromas cósmicos. Tiene cierto eclecticismo, pero seguro que lo que tiene es mucho de libertad para componer, de amplitud de miras, de disfrutar haciendo lo que hacen y de que ni nada los limita ni nadie los controla.

Precisamente Mythos, este dúo canadiense formado por Bob D’Eith y Paul Schmidt comenzó su andadura artística allá por 1996 y sus primeros discos estaban hechos con un sello local, proceden de la provincia de la Columbia Británica, era casi un producto realizado para un mercado nacional, unos proyectos sencillitos en cuanto a volumen de edición, quizá sin grandes pretensiones.

Pero claro, era oro lo que tenían entre las manos, fueron tremendamente fértiles en sus inicios y su tercer trabajo, en 1997, Iridescence, fue su auténtica catapulta, y un verdadero disparate por lo genial. Este ya era un disco muy potente, con mucho trabajo detrás, nada dejado a la improvisación. Era algo hecho con urgencia, tal vez en meses, pero muy meticuloso, era un caleidoscopio de estilos dentro de la New Age. De ese disco es evidente que me quedo con todo, aunque Planinata es brutal, unos minutos de gracia celestial.

A estas alturas de mi vida ya he llegado a un momento donde la ilusión de viajar y ver mundo es un sueño inalcanzable, abrumadoramente inalcanzable, no podré visitar ni el 1 % de lo que querría ver, de lo que sé que existe, de lo que conozco y reconozco en mi memoria. Lo que contiene Mythos es esa esencia musical que me permite llegar a esos lugares de la Tierra a los que jamás podré llegar, aunque también es el tipo de composiciones que te evaden hacia lugares estelares que ningún humano ha pisado ni pisará nunca, mi imaginación me ayuda. Y por completarlo todo, es la música que ya no solo te ayuda a alcanzar sitios, sino que también te ayuda a conseguir personas, inalcanzables también, pero que con esta música están más cerca de ti, son tuyas, sin que nadie lo sepa, solo para ti, porque tú mente es libre.

Este proyecto musical nació con unas pretensiones modestas, probablemente Bob D’Eith no se planteara que tras sus estudios en Historia y Derecho, su afición por la música, también con una buena y sólida formación, fuera su principal ocupación. Él tocaba el piano y actuaba con grupos de jazz, y su compañero Paul la guitarra acústica, algo muy básico, pero comenzaron a explorar en la música electroacústica, se ayudaron de sintetizadores y se dieron cuenta de que podían dar un paso más, se les vino de sopetón el éxito, pues en la década de los 90 en Norteamérica la música New Age tenía un notable predicamento.

Su música no tiene letra fundamentalmente, aunque a veces procuran voces para apoyar sus composiciones, y eso sí, donde son muy permeables es en el sustento de otros medios sonoros, y se han valido de una amplia gama de instrumentos y de equipos electrónicos.

Es destacable que esa música que en un mismo disco oscila entre muchos estilos vanguardistas y ambientales, implica otro rasgo subrayable, es que no te aburres. Y es eso, lo mismo tienes una bella música relajante cuando de momento te cambian a un sonido étnico de aquí y de allá, porque eso también lo tienen, son capaces de destilar esencias de cualquier parte del mundo.

¿Adónde va Mythos? Bien es cierto que su producción se ha sosegado en el tiempo, han ido viviendo de lo que hicieron al principio, donde fueron años muy fecundos. Y ya con cierta madurez del proyecto y de ellos mismos, hacen producciones de calidad, muy espaciadas, han llegado a estar diez años sin hacer trabajo alguno y también han sido menos aventureros últimamente y sus conciertos son puntuales.

Por otro lado, la formación de D’Eith lo derivó hace no mucho tiempo hacia la política y es miembro del partido Nueva Democracia y es miembro de la Asamblea legislativa de su provincia; así que ahora costará más trabajo simultanear su labor musical con sus ingentes tareas públicas.

Esta explosión musical no ha sido ajena para los grandes productores musicales, y a alguien se le ocurrió que uno de los famosos, hasta ahora, desfiles de Victoria Secret, en concreto el de 2000 llevara la funda melódica de este grupo; imagino, porque no lo he visto ni oído, que la fusión no pudo ser más perfecta.

Mythos es un puro sueño, pero un maravilloso sueño puro.

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