ATLETAS DE ÉLITE Y ATLETAS AFICIONADOS, CADA UNO EN SU SITIO

Concluido el Campeonato del mundo del atletismo de Doha 2019, este evento tan global y en un deporte tan básico, siempre nos deja interesantes reflexiones.

Después de ver tantos días tan diversas disciplinas atléticas, te das cuenta de lo profesionalizado que está este deporte, aunque bien es cierto que no estando al nivel del fútbol o el baloncesto de élite, y es que la mayor parte de los deportistas, salvo personajes tipo Usain Bolt, no se pueden ganar la vida con su práctica, limitada a unos cuantos años de buena forma física que llegará de media hasta los 35 años, a partir de ahí, tienen que tirar de la formación que han simultaneado y adquirido durante su periplo para vivir dignamente. Algunos están vinculados al deporte y otros a actividades de todo cuño.

Ahora bien, no perdamos la perspectiva, la dedicación de estos deportistas es igual o mejor que cualquier deportista profesional del deporte más mediático que podamos pensar, por definición el fútbol. Y como atletas profesionales sus logros son forjados a fuego tras unos entrenamientos radicales dirigidos a alcanzar la excelencia.

Cada vez que hay un gran evento atlético tenemos atletas muy buenos, buenos, normales y hasta algunos testimoniales y ahí es donde no debemos torcer el cuello. Cualquier atleta es buenísimo en este deporte y puntualmente en cualquier otro deporte haría actuaciones destacadas y no al revés, esto es, Usain Bolt podría echar una carrera con cualquier jugador de fútbol en la disputa por un balón y ganaría, o correría mucho llevando un balón de rugby, pero ni controlaría bien el balón de fútbol, ni podría soportar el embate de un defensor del deporte del balón ovalado, porque pese a su escultural cuerpo, su entrenamiento siempre ha ido destinado a correr sin oposición y no esquivando personas que pretenden derribarte en cada uno de tus derrotes.

Y como digo, no al revés, esto es y creo que lo he comentado alguna vez en este blog, que es indecente pensar que cualquier carrera o cualquier salto que hace Cristiano Ronaldo es extrapolable al atletismo, es decir, que no habría desentonado en Doha, lo cual suele ser y es un entretenimiento de todo punto desacertado de periodistas que necesitan rellenar páginas de esos diarios deportivos, que más deberían llamarse diarios de fútbol con dedicación circunstancial al resto de deportes.

No, Cristiano no podría competir en Doha en nada, hace años alguien del atletismo quiso hacer una comparativa en velocidad de este gran futbolista y un atleta juvenil, y obviamente cualquier carrera de velocidad pura la ganaría casi sin despeinarse el atleta juvenil. Tampoco serviría para salto de altura por más que se eleve una burrada para lograr cabecear un balón y alojarlo en la red de la portería contraria, también cualquier atleta de salto de altura podría saltar más, aunque la pericia para cabecear no sería su fuerte, obviamente.

Hace años que Michael Jordan nos asombró con un mate que hizo en salto desde la linea de personal, aquello que fue un acontecimiento en mi juventud está superado; últimamente se ha recordado a colación de que el nuevo fichaje del Real Madrid de baloncesto, Jordan Mickey (curioso el juego de palabras con la estrella rutilante), hizo este mismo mate en un partido de la liga ACB. Pero es que hace un montón de años, cuando lo de M. Jordan era la bomba, se le propuso al actual plusmarquista español de salto de altura, Arturo Ortiz, que intentara emular al genio neoyorquino, y hay unas imágenes que son fácilmente visibles en Internet, en las que el bueno de Arturo en una pista de cemento al aire libre, es capaz de hacer lo mismo, podía hacer ese mate por su capacidad de salto, pero ya está, probablemente ni sabía jugar al baloncesto. Como tampoco Michael Jordan podría haber sido alguien en una competición atlética de salto de longitud o de altura.

Esto con respecto a los grandes atletas, pero qué pasa con los pequeños atletas, personajes como el atleta de Aruba Jonathan Busby en Doha 2019, parecía ser el hazmerreír del periodismo y de los que no entienden de qué va todo esto.

Sí que es verdad que en cada gran evento se invita a deportistas aficionados, a veces en los Juegos Olímpicos esto se les va de las manos, y aquello del nadador ecuatoguineano Moussambani en Sidney 2000 sí que fue un ridículo mayúsculo, hacer 200 metros en una piscina y que el muchacho hiciera los últimos 50 como si viniera de un naufragio, rozaba los límites de lo esperpéntico. Es evidente que yo mismo, sin ninguna preparación hubiera realizado esa prueba sin mayor complicación.

¿Lo de Busby fue lo mismo? No, que acabar la prueba de 5.000 metros ayudado por otro atleta de Guinea Bisau, porque se moría, no creo que tuviera que ver con su capacidad para correr esa prueba.

Busby era un atleta invitado y tenía el honor de haber ganado el medio maratón de su país, Aruba, un pequeño país caribeño de poco más de 100.000 habitantes, vete tú a saber si allí hacen atletismo cuatro, y claramente él era el mejor, y probablemente el premio fuera nada o un trofeo, con lo que nadie de fuera de la isla se sentía tentado por tan exiguo galardón. Pero ahí estaba Busby, que lo ganó con una marca de algo más de una hora y veintitrés minutos, marca que yo no haré jamás, ni muchas de las personas, atletas aficionados, que muchos fines de semana compiten en carreras populares en nuestro país, y puede que algunos de ellos se rieran de Busby.

Dicho lo anterior no es comprensible pensar que Busby no estuviera preparado para correr 5.000 metros. A todo esto, aun con la ayuda del otro corredor, en un gesto de notable solidaridad deportiva, terminó con un crono de poco más de dieciocho minutos, esto es, considerando que la última vuelta al estadio casi la hizo arrastrándose, los primeros kilómetros tuvo que hacerlos a un ritmo cercano a los tres minutos el kilómetro. Yo que soy un corredor aficionado, de los malos, tampoco habría corrido ni a menos de tres minutos el kilómetro, ni conseguir hacer menos de dieciocho minutos en la prueba, ni yo ni muchos.

No he leído declaraciones de Busby al respecto, aunque sí ha trascendido que en marzo fue atropellado en su país. Lo más probable es que no tuviera su día, nadie está exento de ello, a lo mejor se mareó, la comida le había sentado mal, estaba enfermo... Cualquier atleta de élite no está exento de estas eventualidades, pero sabe lidiarlas, o no sale a competir, o antes de arrastrarse por el óvalo y ser desafortunada noticia de los diarios deportivos, que llenan páginas con lo anecdótico, prefieren retirarse discretamente.

De manera que nunca hay que menospreciar a esos atletas menos afortunados. Y es que recuerdo una vez, en un gran evento de atletismo que un entrenador deportivo tuiteó acerca del ritmo de cualquier atleta del 1500 en el decatlón masculino o del 800 en el heptatlón femenino. Siempre que vemos esa última prueba nos da la impresión, pues no son especialistas en esa prueba sino grandes competidores en todas ellas, que parece que van andando, a un ritmo muy flojo; pues bien este tuitero decía que eso es porque no nos habíamos grabado a nosotros mismo corriendo. Efectivamente a cualquiera de esos decatletas o heptatletas de élite, ni tan siquiera a los últimos de cada una de esas carreras, podríamos nosotros seguirlos, y eso que mucha gente se la da de grandes logros en su currículum deportivo.

El ejemplo más palmario lo representa la marcha atlética, en Doha con un calor infernal, pues bien, los marchadores son capaces de caminar a cuatro minutos el kilómetro, hacen la barbaridad de seis pasos por segundo (sin dejar de tener un pie en tierra y con la prohibición de flexionar rodillas) y tú poniéndote al lado y corriendo, tendrías problemas para seguirles, y al cabo de dos o tres kilómetros verías como te empieza a distanciar, ¡y eso que solo andan!

Por supuesto a Kipchoge en su récord oficioso de maratón yo no le habría seguido ni cuatrocientos metros, y él hizo ese ritmo que para mí es mortal, durante menos de dos horas

Así que menos postureo y más respeto a los que compiten en los grandes eventos de atletismo.

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