"LA FUENTE DE LAS MUJERES", DE RADU MIHAILEANU

Imagino que aunque estamos en el siglo XXI hay películas que no son fáciles de hacer, que tienen cierto riesgos en según qué comunidades. Esta yo diría que es una de ellas puesto que hunde el dedo en la llaga del islamismo más radical pero también en el teóricamente más ortodoxo.

Cabe aclarar que es una película hecha por árabes pero desde Europa, es decir, árabes que mayoritariamente han tenido una educación occidental, y también es una producción con capital belga, francés e italiano, con lo que hay cierta distancia con respecto al problema que se pretende abordar.

No obstante y partiendo de estas premisas, la acción se sucede en una zona rural aislada del Magreb (las localizaciones se hicieron en Marruecos), o de cualquier pueblecito del Oriente Medio, así se cita en los títulos de crédito del inicio de la cinta.

Una zona rural donde, como seguro que sucede en infinidad de lugares de este mundo, el progreso se retuerce para llegar a duras penas, no hay electricidad, no hay agua, los móviles funcionan en puntos concretos, la televisión se ve con grupos electrógenos (aficionados a ver culebrones mexicanos), las casas tienen lo justo y las calles son de piedra y tierra.

En estas también se basan en una sociedad patriarcal y supremacista en cuanto al poder del hombre sobre la mujer. Los hombres de la aldea son los que ordenan, son los que viven bien en torno a la taberna y la mezquita, y las mujeres apenas tienen ratos de asueto, cuando se reúnen para ir a por agua, coger hierbas, bailar y cantar, o en el hammam de la aldea. Son economías muy precarias, en las que los hombres no tienen oficio conocido, imagino que apenas algunos ingresos de los olivares y del ganado, poco más.

El gran entretenimiento callado de la humanidad es el sexo, y a falta de otros estímulos, las mujeres de la aldea están sometidas a yacer con sus maridos, prácticamente a demanda, y a tener todos los hijos que vengan. Aparte de ello, mientras los hombres no hacen nada, en la aldea ellas son las encargadas de ir a recoger agua de una zona escarpada. Este trabajo ha ocasionado no pocos accidentes en ellas y, en algunos casos, la consiguiente pérdida de la vida que llevan en su seno.

Pero Leila (interpretada por Leila Bekhti) se erige en la cabecilla de un movimiento que pretende establecer una huelga de amor (es en realidad una huelga de sexo), con objeto de forzar a que los hombres se muevan, canalicen la fuente y traigan el agua a la aldea, estrategia que generará posiciones encontradas en la comunidad. Para empezar la postura de Leila es relativamente cómoda, es una mujer ilustrada que además está casada con Sami (Saleh Bakri), el maestro de la aldea, y lo más importante entre ellos, hay amor, algo que se entiende inexistente en la mayor parte de las parejas locales.

De hecho, una de las defensoras de la huelga y que es una especie de lideresa local, Vieux Fusil (Biyouna), la cual tiene el poder moral por su experiencia de influir sobre las demás, le comenta a Leila que es fácil reivindicar cuando se es rica, y lo es porque su marido la ama.

Las tensiones irán en aumento y Leila sufrirá la amenaza como el resto de las mujeres de la aldea, del repudio. Sami la comprende hasta cierto punto, pero mientras Leila se reconforta en los brazos de su esposo, tiene que escuchar los palos y los gritos de sus vecinas que se niegan a acostarse con sus maridos. La pareja también tendrá su punto crítico, pues amenazan a Sami con despedirlo del colegio y él es la única fuente de ingresos de su familia.

La presencia de un periodista, antiguo novio de Leila, acelerará la situación, justo cuando el islamismo más radical ha llegado a la aldea para tratar de convencer a los hombres de que repudien a sus mujeres, a la par que les prometen una treintena de mujeres decentes, sumisas y dignas del más acérrimo Corán.

Es una película intensa y llena de luz, la luz que despliega todo el arco mediterráneo, y es que aunque la historia rezuma dureza, el sol otorga alegría y permite a las mujeres afrontar cada día como uno nuevo, con esperanza de que lo pasado está borrado y cada jornada es una oportunidad.

Curiosamente viven en un poblado con olivos, el concepto de olivar de muchos países mediterráneos es diferente al que tenemos en buena parte de España; aquí los olivos son productos que están en el campo y los pueblos y ciudades decoran sus parques y calles con olivos, olivos que se dejan crecer y generan impresionantes espacios de sombra. Aquí plantamos todo tipo de árboles en nuestras calles pero escasamente lo que es nuestro.

La película es toda una bofetada contra el Islam, el tradicional y el radical. De hecho, en una escena central, una serie de mujeres se reúnen con el imán local y se produce una lucha de interpretaciones del Corán. El imán, en verdad, defiende la autoridad del hombre sobre la mujer y el derecho de reprender (pegar) a la mujer de forma proporcionada, como un padre pega a un hijo, apunta. Leila, que ha sido instruida por Sami para este encuentro, le expone otras suras del Corán donde se habla de la igualdad del hombre y la mujer. El imán se compadecerá de la situación.

Con el islamismo radical hay una crítica absoluta, puesto que se intenta comprar al pueblo con dinero, para que los hombres accedan a esas otras mujeres puras, repudiando a las suyas, y abiertamente se deja caer que es un dinero procedente de fuentes ilícitas (el terrorismo).

Y, ante todo, es una película que defiende a la mujer, que le da valor, que reivindica su espacio, en sociedades arcaicas pero en realidad podemos interpretar que en cualquier sociedad moderna donde el papel de la mujer se ve minusvalorado.

Interesante puesta en escena del director francés de origen Radu Mihaileanu en este largometraje de 2011, el cual tiene un fundamento en la comedia griega Lisístrata de Aristófanes, en la que había también una huelga de mujeres por otro motivo. Parece ser que también tiene una base real más reciente en una aldea turca donde las mujeres llevaron a cabo una huelga similar.

Una película bastante redonda pero que me deja una duda, si tanta falta hace el agua y no está canalizada, cómo es que existe un hammam en el pueblo y con una piscinita llena en medio del mismo, no me cuadra.

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