"JARDÍN DE CEMENTO", DE IAN MCEWAN

Ha sido toda una sorpresa para mí este libro que adquirí recientemente, ni lo conocía ni tampoco a su autor, y como digo ha sido todo un descubrimiento.

La trama se sitúa a principios de los 70 en Londres, y cuatro niños, adolescentes al menos tres de ellos, viven una experiencia increíble en el interior de su propia casa, de su propio hogar. La vida los va a colocar en el disparadero, y en esa tesitura tendrán que tomar decisiones y descubrir sus adolescencias de una manera quizás irracional.

Jack, el mayor de los hermanos, tiene quince años y nos narra cómo es la vida normal de una familia normal en un barrio normal de Londres, viven en una casa rodeada de bloques y todo es apacible. Una familia normal con sus dos progenitores, clase media, en principio, ninguna distorsión.

La familia la completan Julie y Sue, dos chicas adolescentes y Tom, el pequeño, probablemente unos ocho años, más distanciado en edad que la que a los otros tres entre sí, eso hace que sea, de algún modo, el mimado de la casa.

La tragedia comenzará a apropiarse de la familia puesto que el padre muere prematuramente, una muerte que casi viene rematada para Jack con el último trabajo que hará con él, la preparación de un solado o camino de cemento en el jardín.

No obstante, se revelará que la madre tiene una grave enfermedad y al poco morirá. El escritor parte en este punto, debe entenderse, de un mal que aqueja a muchas sociedades avanzadas, tanto en el centro como el norte de Europa, y es el desarraigo de la familia extensa; los padres mueren casi en el más completo asesinato. Esta familia tiene seis miembros y ya, y ahora tiene cuatro y nadie más en la vida, ¿y qué deciden los tres mayores? Pues una especie de huida hacia adelante, disponen de una cuenta en el banco para ir tirando no se sabe cuánto tiempo, y llegan a la conclusión de que lo que los puede proteger y salvar a la vez de que los servicios sociales intervengan y los separen, es esconder la muerte de la madre, y para ello la entierran con el cemento que sobró del jardín en un baúl que ubican en el sótano de su morada.

Ahí comienza una nueva vida y, en realidad, la mayor parte de la novela. Los jóvenes son dueños de su propio destino y han hecho una apuesta fuerte, no solo de autoprotección sino también de autoeducación, de autonomía, de explorar un futuro para el que no están preparados a buen seguro.

A través de los entresijos hogareños se van forjando las personalidades de los habitantes de la casa; sus sueños, sus miedos, sus inquietudes, sus alegrías, sus penas y sus esperanzas…, todo con los sentimientos a flor de piel, la de unos jóvenes que tienen unas mentes aún tan moldeables, en esta tesitura cualquier joven que pasara por semejante examen tendría que arrostrar avatares que jamás se habría planteado.

La novela se desarrolla con una simpleza extraordinaria, haciendo una introspección en los perfiles de los moradores de una casa que esconde ese secreto en el sótano. La introspección es especialmente precisa con Jack, el narrador, probablemente menos maduro que sus hermanas menores, por aquello de que los hombres van más lentos que las mujeres en la adolescencia, maduran más tarde, se destila que es todavía algo niño, que no termina de aceptar la realidad, que sigue soñando con su nombre, que despierta a su sexualidad, que no sabe cómo manejar al pequeño Tom, que no se quiere duchar, macerándose en sus propios efluvios adolescentes.

Tres adolescentes y un niño. Tom, es el ojito derecho de todos, al que hay que proteger por encima de todo, es casi la razón de todo. Y Tom curiosamente acepta el reto de ser el consentido, tanto que se hace notar, ya sea porque se viste de chica, ya sea porque ha decidido no dejar de ser un bebé y se mete el dedo en la boca y se deja arrullar por sus hermanos.

Esa simpleza o minimalismo de la novela es obvia en tanto en cuanto el autor tira de la familia y casi ya; únicamente aparece y no es poco, la figura de Derek, el noviete de Julie, más mayor que todos, un tipo distinguido que se dedica profesionalmente al billar, imagino que siendo en el Reino Unido, al snooker.

La conclusión de la novela es que mientras el secreto pulula en el sótano, la sombra de la incertidumbre sobre el destino de la familia está latente; pero más allá de ello, y aún más reprochable que ese secreto, los jóvenes mantienen otro secreto más inconfesable, más socialmente cuestionable; casi podremos desembocar en que ese secreto prohibido es el auténtico jardín de cemento que han construido los jóvenes.

Dura, amarga, pero también sensible y tierna, así nos llega esta novela que ha sido todo un hallazgo para mí; y que es bastante reconocida en su país de origen porque además no es de hoy, data de 1978, tanto es así que hay una película acerca de la misma y que merece un concienzudo visionado, solo echar una mirada a la portada de la película ya da idea de por dónde van los tiros de ese terrible secreto.

Interesante, pues, la propuesta del inglés Ian McEwan, cortita, potente y que es de estas que termina llegando a tus huesos, a tus entrañas, te raspa, no te deja indiferente, te obliga a definirte, casi a odiarte, a decantarte, ¿te atreves a conocer el otro secreto?

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