"LA QUÍMICA", DE STEPHENIE MEYER

Tanto si tengo que leer un libro pero sobre todo ver una película, no me decantaría por el género de acción, probablemente no sea de mis preferidos, aunque reconozco que me entretiene y mucho. Y es que eso de que el planteamiento discursivo te lleve a una frenética carrera en la que cada segundo cuenta y los actores terminan extenuados, casi también te invita a ti a formar parte de esa aventura. 

En «La química» hay muchísimo de acción en una trama nítida de buenos y malos, aunque al principio no terminas de detectar muy bien quiénes son todos los buenos; y la autora, Stephenie Meyer, más conocida por la saga «Crepúsculo», nos propone unos personajes de los que te tienes que enamorar, con personalidades marcadas, aunque eso sí, un pelín sui generis. Confieso que no he leído ni visto nada de ese producto, pero seguro que este libro de 2016 no tiene nada que ver con esa temática, probablemente ni de lejos. 

Y sí que me gustaría resaltar antes que nada, y lo he referido no pocas veces en este blog, que los escritores deben ser muy cuidadosos con el número de personajes que ponen en escena, cuando son muchos y relativamente principales, el lector corre el riesgo de perderles el hilo o de no perfilarlos correctamente y lo que es más flagrante, que al final con tanto personaje terminas por no saber quién es quién. A este respecto y si he realizado este paréntesis es porque se trata de una novela larga, densa, pero con la cuidada sensibilidad para que sepas todo sobre los personajes principales y que no te despistes que una sucesión de actores secundarios que a veces pueden impedirte ver el bosque. 

Pues metidos de lleno en el tinglado, la historia gira en torno a Juliana Fortis, una singular bióloga molecular fichada desde muy joven por el gobierno de Estados Unidos para investigar acerca de todo tipo de armas invisibles para atacar objetivos, reducir enemigos o conseguir confesiones en circunstancias hostiles; lo que venía a ser un mero trabajo científico al final se convirtió en una labor casi delictiva, porque las consecuencias de sus productos se utilizaban indiscriminadamente. 

Al hilo de esto, Juliana Fortis es, con ese nombre, un personaje totalmente anecdótico, en el presente de la historia, ese nombre ha quedado atrás, es como si estuviera muerta y se mueve con diferentes identidades ficticias. Se trata de una chica brillante, superdotada y que de su inicial perfil conservador, de rata de biblioteca, rodeada de matraces y aparataje de laboratorio, ha evolucionado hacia una máquina humana de defensa y ataque, capaz de solventar cualquier amenaza terrorista sin que su enemigo se entere de que él tiene todas las de perder. 

Juliana Fortis, durante la mayor parte de la acción simplemente llamada Alex, aquí viene una curiosa curiosidad, por su carácter, incluso por su fisonomía, por ese perfil de excelencia, me recuerda a la Antonia Scott de la saga de «Reina roja» emprendida por Juan Gómez-Jurado, y me recuerda demasiado, tanto que me atrevería a decir que el autor madrileño habría leído este libro y ¿se habría inspirado en él para su mediático personaje? 

En el punto actual donde empieza la novela, Juliana Fortis no existe, huye de sus enemigos gubernamentales que echaron abajo el programa de investigación en el que ella estaba inserta; muchas razones de fondo para cercenar el programa y ahora ella sigue siendo una pieza clave a eliminar, por resumir todo un poco, porque tiene demasiada información crítica. 

Ahora es una proscrita, va de un lado para otro, sin rumbo fijo, no puede permanecer demasiado tiempo en un sitio, está en permanente estado de guerra, duerme permanentemente con saco de dormir y máscara antigás en las bañeras de los sitios donde se hospeda. 

Para salir de esa insana situación accede a reunirse con su antiguo jefe y enemigo, Carston, el cual le propone un servicio que la redimirá: secuestrar a un peligrosísimo delincuente que amenaza a millones de personas con la expansión de un virus sumamente contagioso (vaya, parece que esto de los virus estaba más pregonado que lo que ahora nos imaginamos).

Alex, su nombre de guerra la mayor parte de la novela, no tiene problemas en reducir a su objetivo, ahí pone de relieve lo bien que se mueve en esa faceta de arma letal, con su apariencia de niña buena y sus venenos invisibles y todo tipo de artefactos minúsculos que ella reparte por todo su cuerpo y que la hacen fuerte en su aparente debilidad. 

Ella es toda una controladora, sopesa datos como si fuera una computadora en constante procesamiento, pero no ha calculado que el secuestro de Daniel Beach es, en realidad, una trampa; Daniel Beach es un civil, profesor de enseñanza secundaria, y le han hecho pensar que es un enemigo que amenaza millones de vidas, pero al final resulta que este no es nadie, es un ser absolutamente inofensivo. 

En realidad, los enemigos de Alex lo que querían era atraer hacia ella a su hermano gemelo Kevin Beach que este sí que es un tanque, un profesional, este no se anda con chiquitas, no lleva venenos, él trabaja con lo evidente, es puro músculo y sus armas son metralletas, granadas, chalecos especiales, y hasta un perro superinteligente llamado Einstein. 

Esos enemigos de Alex querían que Kevin se la cargara, o al revés que siempre es bueno quitarse un grano del culo, incluso con un poco de suerte que ambos se eliminaran mutuamente. Lo que no calculaban es que ambos fueran más listos que eso y pisaran el freno antes de sus autodestrucciones y que se aliaran en torno a un mismo objetivo. 

A partir de ahí se genera un trío de colaboración, Kevin y Alex, dos profesionales del combate, cada uno a su manera, y Daniel, que aportará la normalidad y cotidianidad que Alex no ha probado desde hace años. Entre Daniel y Alex, surgirá el amor, muy a pesar de esta última ya que no entra en su guion tomarse licencias de ese tipo. 

El resto del libro, dos tercios del mismo, se centrará a través de una trepidante acción en la que el objetivo final será establecer una sólida alianza tendente a derrocar a esos que desean su muerte. Una operación nada fácil, pues la CIA, el gobierno, los militares…, son rivales muy severos que no les van a tender una alfombra roja ni mucho menos. Por tanto, los que son buenos y debieran velar por la seguridad de todos, son aquí los malos; y los aparentemente malos son los buenos. Para este trío o más concretamente para la nueva e insólita pareja formada por Daniel y Alex existe el anhelo de abandonar ese estado de anonimato y de huida constante para cambiarlo por una vida normal. 

Un libro apasionante que, sin duda, podría dar lugar a una magnífica película, se podría diseñar un guion bastante convincente del que podríamos disfrutar grandemente en la gran pantalla.

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