GENERATION KILL, LA HISTORIA DE LA SUPERSÓNICA INTERVENCIÓN EN IRAK

No puedo negar que me he aficionado en los últimos años a la temática bélica, tanto en novelas, cine como series de televisión, y más específicamente con las guerras del siglo XX. A este respecto la 2ª Guerra Mundial suele ser un interesante horizonte de búsqueda que, por fortuna, se presume inacabable, dadas las dimensiones que alcanzó aquel conflicto. 

Si algún debe tenía en mi nómina de búsquedas ese era el de las series de televisión, tal vez porque llevo años que no dispongo de tanto tiempo ni regularidad para poder ver una serie en la pequeña pantalla a una hora y un día concretos, máxime cuando los horarios de máxima audiencia televisiva son ensordecedoramente tardíos en España, lo cual unido a los largos cortes publicitarios correspondientes, hacen inviable para mí esa opción. 

Afortunadamente la posibilidad de descargas en Internet o las nuevas plataformas a la carta permiten ver esas series cuándo y cómo quieras, lo cual es una ventaja en este mundo en el que nos movemos con tantas prisas. 

Me quedé con una agradabilísima sensación al visionar «Hermanos de sangre» y su posterior secuela «The Pacific», ambas producidas por HBO y ambientadas en la 2ª Guerra Mundial, una sobre la guerra en Europa y la otra en Asia y Oceanía, y de las que di cumplida reseña en este blog. De ellas destacaba en su momento que por primera vez en mi vida estaba ante unos productos que reflejaban con viveza el escenario de una batalla, los olores de la misma, el cuerpo a cuerpo, las emboscadas, los asaltos…, todo muy realista. 

Descubrí después esta miniserie de siete capítulos, también de HBO, que se ambienta en la más reciente Guerra de Irak, con lo que era todo un caramelo a mi disposición. Las comparativas son odiosas y es obvio que hacer un balance entre esta «Generation Kill» y aquellas otras dos con personajes y épocas tan diferentes se presume poco productivo. No obstante, he de adelantar que aun siendo un buen producto, las antiguas son de mayor calidad y con historias más arrolladoras. 

Tal vez a esta serie le falten un par de detalles, una historia que contar y un presupuesto más suculento con el que hacerla más grande, lo cual no quita que sea una producción atractiva, entretenida y fácil de ver. 

Por hacer también una comparativa personal entre épocas, sobre todo porque aquellas series de la 2ª Guerra Mundial calaron bastante en mi subconsciente, hay que señalar que la guerra se sucede, como ya es sabido, a principios del siglo XXI, y entre ellas ya se denota todo un abismo discursivo. Tras los afanes imperialistas de Sadam Husein en Kuwait, allá por 1990, Irak siguió siendo un avispero del que su dictador se encargaba de agitar de vez en cuando, y siendo teórico foco de grupos terroristas, redes de tráfico de drogas y lo que fue más relevante en esta guerra la fundada sospecha de que este país estaba produciendo armas de destrucción masiva, la comunidad internacional fue barajando la posibilidad de una intervención militar. 

En marzo de 2003 una coalición multinacional comandada en su mayor parte por el ejército de los Estados Unidos entra en Irak con el cometido ese, el de invadir el país, derrocar a Sadam y, de paso, como se vio a la postre con la excusa de las armas de destrucción masiva, desarmarlo e instaurar un régimen democrático, lo cual podría parecer un fin loable, aunque después analizaremos algo lo que ocurrió a continuación. 

Esa guerra o invasión que se presumía dura y cruenta, con esa amenaza latente de que Sadam contaba con uno de los ejércitos más preparados y profesionalizados del mundo, la Guardia Republicana Iraquí, que era como la joya de la corona, una especie de salvaguarda casi personal del dictador, al final fue todo un paseo militar. Lo que ocurrió después fue sorprendentemente rápido y con una rápida inclinación de la balanza hacia las fuerzas invasoras. Los enfrentamientos no fueron muchos mientras las tropas de la coalición internacional avanzaban por el país hasta llegar a la capital, a la par que arrasaban en ese ínterin muchas poblaciones a veces de manera indiscriminada, con coste de vidas civiles, con el conque de desarticular algún núcleo militar o paramilitar. 

En apenas veinte días los primeros tanques estadounidenses habían llegado a Bagdad; al parecer el león no era tan fiero como lo pintaban y, según se supo después, es más que probable que algún alto mando de la Guardia Republicana habría pactado con Estados Unidos que se llegara con facilidad hasta la capital asumiendo que dichas fuerzas nacionales depondrían las armas y se avendrían al nuevo orden impuesto. 

Con esa celeridad también se nos muestra en esta serie esa invasión, personificada en una sección de marines de reconocimiento dentro de un batallón, que avanzan por el país y las vicisitudes con las que tienen que convivir. 

Los escenarios de guerra están muy bien logrados (rodados en Namibia, Mozambique y Sudáfrica) aunque se echa en falta más confrontación, más ambiente bélico, pero tal vez sea el reflejo de lo que ocurrió, largos periplos con escasas intervenciones y mucha «tierra quemada». 

Esta guerra del siglo XXI me depara una comparación que tiene fácil resolución, como es la de la fisonomía de los ejércitos. Ahora vemos a un ejército estadounidense muy bien pertrechado, profesional, preparado y con muchos medios. De hecho, enfrente se encuentra o nada o grupúsculos de combatientes que casi van por libre. Es, en este sentido, el gran riesgo de estas guerras modernas, el hacer frente a riesgos no previstos porque el enemigo es imprevisible por su heterogeneidad y su limitada preparación bélica, lo cual aun siendo un contrasentido es en muchas ocasiones un elemento difícil de contener, como es la existencia de lobos solitarios o más bien manadas solitarias. 

La historia de esta patrulla (sección de reconocimiento) se cuenta como una especie de retrospectiva de lo que fue aquella rápida intervención, las relaciones entre soldados y mandos, entre mandos entre sí, las estrategias, los sentimientos de los miembros de esa patrulla, sus crisis, sus alegrías, sus fobias… 

Al hilo de los sentimientos sin duda hay que destacar que como profesionales que son saben a lo que van y asumen que matar forma parte de su trabajo, que incluso tienen que hacerlo con vidas civiles, lo cual no es lo ideal pero ese llamado «efecto colateral» es algo que también se asume y se trata de borrar de la mente cuanto antes, lo cual no es óbice para que luego, cuando concluyen las guerras, muchos militares tengan que seguir tratamientos psicológicos. 

Uno de los detalles en los que influye la serie es el de la existencia de mandos con mayor o menor capacidad de organización y estrategia, los hay muy buenos y que son referentes de los suyos, y otros muy malos que ponen en peligro a su gente y además provocan indeseables indisciplinas y pérdidas de autoridad. 

Hay un buen número de personajes en la serie aunque todo hace indicar que los productores y la dirección no quisieron que hubiera un protagonista o unos pocos, sino que se contara una historia por encima de sus personajes. No obstante cabe decir que se deduce bastante realismo en la serie toda vez que está basada en un libro del reportero Evan Wright de la revista «Rolling Stones» que vivió en primera persona esa guerra; en la serie está interpretado a la sazón por el actor Lee Tergesen y, de algún modo, vemos todo el recorrido narrativo a través de sus ojos. 

Todo este batallón está comandado por el Teniente Coronel Stephen Ferrando (Chance Kelly), al que todos conocen como «el Padrino» y él se nombra también a sí mismo con este apelativo, y lo es porque tiene una voz ronca y apagada como la del personaje de la película de Coppola. 

Aunque tampoco entra en excesivos detalles, al final se pudo concluir que no hubo tales armas de destrucción masiva. Estados Unidos se basó en la compra de centrifugadoras de uranio de parte de Husein a compañías alemanas, lo cual contravendría el Tratado de no proliferación de armas nucleares; las centrifugadoras aparecieron pero nunca el uranio enriquecido necesario para la fabricación de esas armas. Así que la comunidad internacional censuró a posteriori toda esta intervención y muchos mandatarios internacionales lo pagaron en las urnas, entre ellos nuestro ínclito Aznar, en una de las peores decisiones de su vida y de la historia reciente de nuestro país. 

Pues buena serie esta de 2008, apenas tardaron cinco años en idear este producto televisivo tras la conclusión de la guerra, que nos ayuda a recordar ese escenario reciente de nuestra historia.

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