"TERRA ALTA", DE JAVIER CERCAS

Pues fíjate tú que estaba yo sin saber que esta semana se fallaba y ya se ha fallado el veredicto del Premio Planeta de este 2020 tan diferente, sin tener conciencia de que esta es la época del año en que esto ocurre y yo, mientras, estaba enfrascado en la lectura de esta novela que fue la ganadora del máximo galardón el año pasado, toda una casualidad.

En el malabarismo propio de las casualidades debo decir que no había leído nada de Javier Cercas desde hace años, comencé con su más que su exitosa «Soldados de Salamina», ambientada en la Guerra Civil española y luego seguí con «La velocidad de la luz»; y lo curioso es que ahondando en la biografía de este consagrado escritor (a raíz de aquel primer pelotazo), su semblanza hace alusión a un hecho que hoy le resultará casi cómico a este autor, como es que se hiciera a finales de los 90 una antología de relatos cortos de incipientes escritores de nuestro país titulada «Páginas amarillas» y en la que Cercas no aparecía y que yo leí. En la misma se incorporaban, se decía, pequeñas píldoras de 38 autores con menos de 38 años. Hoy, de esa retrospectiva, cabe decir que hay de todo, algunos muy conocidos y que yo incluso he leído sus novelas y las he traído a este blog, y otros que han caído en el olvido.

Basta empezar a leer un poco de esta novela y no es nada gratuito pensar que ya se aprecia que tiene marchamo de éxito, una historia policíaca, actual, que tiene un poco de todo en las dosis adecuadas, intriga, algo de acción, algo de trama carcelaria, una novela con hechos de hoy y que tiene guiños se me ocurre a mí, por ejemplo, al crimen de los marqueses de Urquijo, la Guerra Civil (una vez más su «Soldados de Salamina») o hasta incluso a Breaking Bad.

Melchor Marín es un hijo de puta, y lo es en el sentido literal pero también en el sentido figurado; su madre es una prostituta asentada en Barcelona y procedente de nuestra jiennense Escañuela, qué cosas, el padre es desconocido; pero es que Melchor también ejerce de hijo de puta, es decir, de niño y adolescente ya se da al malvivir, sondando lo más oscuro de los bajos fondos barceloneses y en cuanto es adulto, trabajando para un cártel colombiano de la droga; una auténtica pieza el muchacho.

Tarde o temprano el acecho policía harán que Melchor dé con sus huesos en la cárcel por delitos de asociación criminal, tráfico de estupefacientes y tenencia ilícita de armas. Allí conocerá a un recluso francés encargado de la biblioteca, Gilles, que lo aficiona a los libros, fundamentalmente a través de la lectura de «Los miserables» de Victor Hugo que a partir de ese momento inspirará su vida, siendo una especie de Jean Valjean que se renovará completamente (novela esta que por cierto no he leído y que me ha seducido la idea de afrontarla). Por otro lado, también conocerá al casposo abogado Domingo Vivales, contratado por su madre (con esfuerzo), y que se encargará de que su estancia en la prisión sea lo más corta posible; Vivales se convertirá casi en el padre de Melchor, de hecho, este se preguntará a lo largo de toda la novela si ese no será su verdadero padre. Vivales le transmitirá, mientras sigue en la cárcel, que su madre ha sido asesinada, a partir de ahí en Melchor surgirá una clara determinación de que quiere ser policía para intentar atrapar a los que asesinaron a su madre; su abogado-amigo, ¿padre?, le proporcionará con alguna argucia ilegal que sus antecedentes se borren cuanto antes y un título educativo inexistente.

Melchor Marín sacará las oposiciones a los Mossos d’Escuadra sin gran brillantez y desde ahí simultaneará su trabajo en la brigada de investigación en la capital catalana, ya como un hombre nuevo o casi nuevo, con la investigación de la muerte de su madre, investigación que finalmente llegará a un punto muerto y jamás podrá resolver.

Sí que hay algo en lo que es bueno Marín, en el tiro, algo que había entrenado en su época de delincuente; y hete tú aquí que Javier Cercas lo convierte ni más ni menos que en el héroe de Cambrils, sí, ese que liquidó a cuatro islamistas que sembraron el pánico por las calles de la costera localidad el mismo día que ocurrió el atentado de las Ramblas en 2017. Como consecuencia de aquel acto y de cara a la preservación de su privacidad lo mandan a un destino plácido en una comarca tarraconense donde todo se vive de manera más lenta y donde apenas ocurre nada, Terra Alta.

Cercas va alternando la historia pasada de Melchor con el punto de partida del agente en su nuevo destino, ese nuevo destino donde empezará a construir una nueva vida, allí conocerá a una chica con la que tendrá una hija y vivirá unos años idílicos. El punto de partida en realidad y es la trama principal, es el cruento asesinato del matrimonio Adell en su domicilio y una de sus sirvientas, Francisco Adell es el propietario de una boyante empresa de artes gráficas de la zona y sorprende no sólo que los hayan matado, eran ancianos, aunque el empresario seguía en primera línea de guerra, sino que fueron torturados de manera vil antes de su muerte.

Sin duda que para Melchor es el caso estrella que le gustaría haber tenido entre las manos desde hace tiempo en una zona donde apenas pasa nada relevante, aunque las circunstancias sean todo lo luctuosas que se quieran y ahí pondrá en liza todos sus conocimientos en su especialidad de investigación, intentando atar cabos para averiguar quién se esconde tras esos execrables crímenes.

Ahí veremos cómo se pone en marcha la maquinaria policial, las pesquisas, las intervenciones, los interrogatorios…, varias semanas en las que la investigación llegará a un punto de no retorno y los superiores de Melchor decidirán que hay que cerrar el caso. Melchor es insistente como pocos y llevará su remedo espiritual de «Los miserables» hasta las últimas consecuencias, y seguirá investigando aunque eso le pueda costar la misma vida o la de sus más preciados bienes.

Cuando todo parece estar resuelto, conoceremos una parte más que interesante que le da un giro novedoso a la trama y que esta vez sí que pondrá en un brete a Melchor acerca de qué tipo de policía o persona quiere ser en la vida.

Javier Cercas construye un relato muy redondo, creo que es difícil pensar que haya algún cabo suelto, incluso si la trama sería real, él mismo revela que no se trata de un crimen perfecto y que siempre se puede tirar de algún sitio. Toda alusión al pasado, al presente, cualquier detalle vano o aparentemente sin importancia puede y tendrá interés a lo largo del desenlace, nada queda pendiente, todo queda perfectamente justificado en una lectura apasionante que más que se lee se bebe.

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