"A CORAZÓN ABIERTO", DE ELVIRA LINDO

Ya lo he comentado en alguna ocasión que, en cuanto a lectura de libros se refiere, me habría gustado tener este blog desde que era joven, que es cuando me aficioné a leer, pero obvia y técnicamente era imposible; así que esta bitácora sirve como gran memoria para mí, tanto desde un punto de vista egoísta pero sobre todo de oportunidad, y es que me va a permitir en el futuro conectarme con mi pasado y con lo que mi memoria captó en el momento en que leí tal o cual novela o ensayo. 

A este respecto no recuerdo haber leído nada de Elvira Lindo, aunque es algo difuso, sobre todo porque en lo referente a su personaje de Manolito Gafotas es posible que se me mezcle alguna lectura que hiciera hace bastantes años de la que no estoy seguro, antes del nacimiento de este blog, y que también hubo un par de películas y una serie de televisión acerca de este personaje de las que sí que recuerdo haber visionado algo.  

Sea como fuere ese personaje de Manolito Gafotas es un icono en la obra de Elvira Lindo, que es una escritora costumbrista y que refleja una sociedad recién inaugurada la democracia a través de la visión de un niño de clase media en un barrio obrero. Una visión que, si mi intuición no me falla, era también reflejo de lo que había vivido la propia escritora, y no pocos de sus personajes eran, en cierta manera, clones muy semejantes a los individuos de carne y hueso que jalonaron su vida de niña, joven y adulta. Es muy probable que las vivencias que mostraba ese personaje estuvieran sacadas de su propia experiencia, de su entorno, de su convivencia con padres, hermanos, amigos...  

En esta novela que tiene un título con varios sentidos «A corazón abierto», la escritora abre su corazón y nos muestra su vida, prácticamente su autobiografía, una narración que parte de la historia de su padre, un luchador nato contra la adversidad, y que continúa con su madre aquejada de problemas cardíacos y que tuvo que operarse en un momento dado del corazón; ese es uno de los sentidos del título. Igualmente nos habla de sus vivencias con hermanos y familiares a lo largo de una España pre y postconstitucional en la que el oficio de su padre obligó a la familia a tener que cambiar de domicilio con cierta frecuencia.  

Su padre fue un hombre hecho a sí mismo en el sentido más literal de la expresión, su familia, acuciada por las circunstancias de la Guerra Civil y la escasez de medios en aquella época, decidió mandarlo con una tía suya enfermera a Madrid, una tía que se preocupó de él casi nada, ni tan siquiera de la educación, por lo que fue un niño que se crio en la calle y que fue acopiando madurez a base de tortas, reveses y también perspicacia. Curiosamente estos episodios de adopciones y alegales o de conveniencia fueron propios de la España de posguerra y yo he conocido de cerca algunos de esos casos.  

Este hombre fue convirtiéndose en un hombre recio e incorruptible, un mando intermedio en Dragados y Construcciones, ese tipo de personaje que todos hemos conocido alguna vez, sin estudios pero con toda la sabiduría del mundo, con carisma, un todoterreno, capaz de hacer auditorías, llevar contabilidades, manejar equipos, conocer detalles técnicos de obras civiles… Ese típico hombre que habita a diario en las barras de los bares y que hace allí sus mejores amistades.  

A través de la historia de su padre también la vamos conociendo a ella y a su familia, cómo conoció a su madre y la relación que tuvieron ambos. Es, desde luego, más novelable su padre, del que parte la novela, pero también donde concluye, que es con la muerte de él. Pero sobre esa muerte gira también su madre, con una vida también dedicada a su familia y a su marido y que se iría prematuramente por sus problemas de corazón.  

Elvira Lindo hace un recorrido muy sentimental, ¿he apuntado que es una novela?, en realidad es casi un ensayo, un análisis social de toda una época de nuestro país, donde la escritora abre su corazón y destapa hasta episodios privados que se atreve a revelarnos, tanto por ser ciertamente íntimos como por ser algunos otros hilarantes.  

En la primera clasificación destacaría cómo tiene el valor de sacar algunos trapos sucios familiares, que yo personificaría en su abuela materna, un ser frío y calculador, nada cariñosa con los suyos, y que fue insensible con la enfermedad de su madre y que se negó a dar un duro, y lo tenía, cuando hizo falta para una de sus operaciones más críticas. A esa mujer, más lista que el hambre, curiosamente la engañaron y la dejaron sin blanca, ella que se creía omnipotente.  

En cuanto al capítulo de sucesos jocosos también nos ofrece numerosas anécdotas de su vida, en particular de su padre. Cuando lees acerca de las extravagancias de su padre, uno no tiene por menos que hacer un ejercicio de introspección y plantearse si, en realidad, cada uno de los que nos rodeamos, nosotros mismos, somos extravagantes en sí, tenemos nuestras manías, somos únicos e inconfundibles. Te pones a repasar tu vida, y sí, te encuentras con que los tuyos tenían una forma de hacer las cosas que los diferenciaban de los demás, ¿o no?  

En el caso del padre de Elvira, como he comentado, un ser forjado a piedra y fuego, ese estatus de hombre bruñido a través de una infancia y juventud complicadas, casi le dotaron de un aire de superioridad, sin llegar a la arrogancia, frente a la sociedad, frente a las instituciones o incluso frente a los suyos. Esas extravagancias, esa manera peculiar de hacer determinadas cosas, que son mensajeros de algún trastorno obsesivo convulsivo que todos en mayor o menor medida tenemos, cuando no son frenados o minimizados en la adultez luego pueden ser rémoras en el ocaso de nuestras existencias.  

Un relato entretenido, conmovedor, simpático y desnudo, tan desnudo como que no tiene una cronología racional, Elvira va pasando de episodios antiguos a otros más recientes sin ningún plan, mostrándonos todo su corazón a medida que sus vivencias iban saliendo de su ser plasmándose en este libro bien hecho y en el que cualquiera de nosotros se puede ver reflejado en algún pasaje.  

Antonio Muñoz Molina es el marido, como creo que mucha gente sabe, de esta escritora, también hace mención a él. Ambos comparten un estilo de narración social muy parecido, pero no es uno más que otro, así lo percibo yo, son un complemento perfecto para seguir proporcionándonos lecturas tan entrañables como esta.

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