"LA LIBRERA Y EL LADRÓN", DE OLIVER ESPINOSA

No niego que estoy viviendo una especie de renovada obsesión por la lectura; que me gusta leer es una realidad que convive conmigo, pero ahora leo más que, no sé, cuatro o cinco años atrás, trato de canalizar mi tiempo libre más en esta afición que en ver la tele, incluido ver deportes, así de simple y así de fácil; y así de fácil salen las cuentas, tiempo que le quito a la tele, tiempo que gano para leer. 

Tampoco voy a negar que esa obsesión está alimentada por el viejo y utópico anhelo de querer abarcarlo todo, o mucho. Y lamentablemente no puede ser más utópico porque la oferta literaria, y buena, es infinitamente superior al tiempo que yo tengo para leer de lo que me resta de vida. Al final tienes que hacer tu propio itinerario vital e ir haciendo tu particular selección, aprovechando tu tiempo para encontrar las mejores lecturas que te inspiren, eduquen y entretengan.

No hay que frustrarse en el intento, el otro día leía en Babelia de El País, cuáles habían sido las cincuenta mejores lecturas de 2020, y partiendo de que no es nada científico aunque sí ilustrativo, comprobé que solo había leído una de ellas. Así que constatando que no solo es imposible llegar a todo sino que incluso lo actual también es inabarcable, mi tendencia últimamente es la de alternar lecturas actuales con otros libros de años atrás, incluso clásicos, incluso novela no hispana; leo y alterno varios libros a la vez .

Este libro es de 2020 y para disgusto o sorpresa míos (seguro que ninguno) no está en esa relación de El País, pero da igual, el título me pareció sugerente, algo que siempre influye en mi elección, y la temática me parecía interesante. Además, vi en su autor, Oliver Espinosa Sorensen, aire fresco para la literatura, alguien que venía a las letras avalado por una trayectoria profesional alejada de este ámbito (abogacía).

Oliver Espinosa nos mete en un mundo un tanto desconocido o poco mediático, pero aun así existente, como es el del mercado ilegal de libros antiguos (robados o expoliados), envolviéndonos en una trama actual llena de acción, de misterio y de intriga.

La novela nos presenta, pese a su título, no el binomio que pueden representar la librera y el ladrón que efectivamente los hay, sino un trinomio o un triángulo, con la incorporación de un tercer personaje, otro ladrón, puesto que ellos tres son los protagonistas principales y los buenos en esta trama, Laura, Pol y Marcos.

Laura es una joven que regenta una librería anticuaria de Madrid, la Loire, herencia de su padre, un erudito de las antigüedades literarias ya fallecido. Laura como buena astilla sigue la senda de su padre y conocerá a Pol, que se mueve en el mundillo de estas antigüedades, aunque si bien es cierto que lo hace desde el lado clandestino, por así decirlo. Y es que Pol es un joven procedente de una familia bien, pero que se puede considerar una oveja descarriada, y en su juventud ha estado en reformatorios, y aunque ha reformado su talante no ha desviado su tendencia delictiva, aunque esta sea de guante blanco.

Laura y Pol entablarán una relación profesional y amorosa, siendo la primera de ellas notablemente perjudicial, porque los chanchullos de Pol van a afectar al negocio de Laura, de tal manera que un establecimiento no muy boyante y en cierta decadencia estará sentenciado de muerte por las deudas que Pol ocasionará.

Aparecerá el tercer elemento de este trinomio, el veterano Marcos, un experto en libros antiguos, bregado en las mil batallas de este sector, al que no le ha ido demasiado bien en la vida, después de tantas vicisitudes. De algún modo adoptará, como al hijo que nunca tuvo a Pol, y posteriormente a Laura, convirtiéndolos en su familia impostada.

La librería Loire se mantiene con vida casi entre pinzas, como el enfermo que agoniza pero que mantiene sus constantes vitales invariables durante mucho tiempo, latente, y solo hay un fármaco que lo puede curar, el Inferno, un libro antiguo muy valioso, manuscrito de La Divina Comedia de Dante. Su venta solucionaría el futuro de la librería y tal vez del microuniverso de personajes que orbitan alrededor de ella.

La trama se tensa cuando desaparece, o es robado, ese tesoro de la librería, y aparece una nota misteriosa con un acertijo en el que la recuperación del Inferno se condiciona con la entrega de una agenda Moleskine que contendría un texto manuscrito de Einstein y del que Laura desconoce que disponga del mismo.

Para colmo del enredo, el taimado Pol fallece trágicamente en un accidente de avioneta y los otros dos personajes comienzan a desvelar aspectos que no conocían de su amigo.

Laura y Marcos iniciarán un frenético viaje en pos de resolver el enigma de la nota que dejaron en la librería, cómo salvar Loire y, de paso, indagar en las circunstancias que devinieron en el trágico final de Pol. Un viaje donde se entrelaza una pléyade de personajes que se manejan en este universo del libro anticuario, donde hay bajos fondos pero vestidos con exquisitez y con un elevado poder adquisitivo. Es un viaje que también tiene conexiones con Italia, Lituania o Estados Unidos.

Es un libro que se deja leer, ágil, rítmico, pero que cuenta con saltos en el tiempo que desconciertan un tanto, y una forma de resolver el enigma de la nota y de la novela en sí que te deja sensaciones encontradas. Te despista, puede que incluso te pierda un poco, tanto ir y venir en el tiempo, y un modo de resolución que se reproduce a cuentagotas. Por otro lado, me ha dejado algunas lagunas el desenlace.

No es una novela de extremada brillantez pero sí que es un entretenimiento que tiene mi total indulgencia, pues está escrito muy bien, con un rico lenguaje y expresado con tal lujo de detalles que permite hacerte una película perfecta en tu mente de la ambientación y los lugares adonde te transporta la acción.

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