SUMO, UN DEPORTE DE DIOSES (XII)

Takakeisho, ¿tendremos nuevo
yokozuna en 2021?
Acaba este 2020 atípico con una infinita sucesión de acontecimientos extraños que han tachonado cualquier actividad humana. Es evidente que el mundo del sumo no iba a estar ajeno a esto y también nos ha dejado un reguero de circunstancias peculiares y anómalas.

Si 2019 yo lo describí en mi reseña anual como un año normal, dado que en el último lustro era difícil encontrar un año en el que las previsiones más o menos se hubieran cumplido, a este 2020 de pandemia, con su intrínseco descontrol, también hay que sumar que en lo deportivo ha estado marcado por lo sorprendente. Ese estado de sorpresa tiene, de algún modo, que ver con esos años precedentes donde no se atisbaba un patrón regular.

En lo respectivo al calendario hay que reseñar que el sumo profesional ha salvado los muebles en Japón razonablemente bien, sólo se suspendió el basho de mayo y, por tanto, los aficionados hemos podido disfrutar de cinco torneos oficiales que en tiempos como estos es un salvavidas; el deporte en vivo ha resuelto muchas angustias, especialmente a los que amamos una amplia gama de deportes. Aunque sirva como anécdota y al igual que en muchos otros deportes, este 2020 será recordado como una auténtica guerra en cierta forma, puesto que no se suspendía un torneo oficial desde la 2ª Guerra Mundial, y eso que antes no había una regularidad de torneos como ahora.

Por otro lado, el tradicional calendario de torneos, tres se disputan en Tokio y tres fuera tampoco se ha respetado. El Ryogoku Kokugikan se ha enarbolado como la burbuja de este deporte y solo viajó a Fukuoka en el pasado mes de noviembre.

El basho de enero se disputó sin incidencias, el de marzo que comenzaba el día 8 ya se hizo sin público y con todas las medidas de seguridad que conocemos de lavado de manos, mascarillas, distancia social, con la única excepción de los combates. El de mayo como ya he apuntado fue suspendido y los tres siguientes, de julio (este en unas fechas inusuales porque terminó a principios de agosto), septiembre y noviembre sí trajeron público muy limitado en función de las medidas nacionales de cada momento. Para el próximo basho de enero no creo que las normas vayan a flexibilizarse puesto que en Japón, como casi en todo el mundo desarrollado, la segunda ola es una realidad y demuestra que este virus ni conoce fronteras ni personas y que en cuanto se deja una rendija abierta por mínima que sea, por ahí se cuela.

En ese sentido tampoco las heyas (escuelas o establos) de sumo han podido eludir la presencia del virus, salpicando en mayor o menor medida algunas de ellas. El sumo también ha tenido tristemente su víctima y en mayo recibíamos la luctuosa noticia del fallecimiento del luchador de categorías inferiores Shobushi, de 28 años, perteneciente a la Takadagawa beya.

Pasando ya al terreno deportivo este año, reitero, también ha sido atípico en este aspecto. El titular podría ser el de «el sumo busca un líder». Más allá de la pandemia este año ha estado mediatizado por la presencia muy puntual de los dos yokozunas en el dohyo. El gran Hakuho ya está preparando su más que anunciada retirada y de los cinco torneos estuvo en tres o más exactamente en dos y un poco. En el torneo de enero se retiró al cuarto día, en el de marzo (el torneo con las gradas vacías) vencía y se hacía con su 44ª Copa del Emperador, en el de julio se retiró casi al final cuando todavía aspiraba al triunfo y en los de septiembre y noviembre no compareció por lesión. El impresionante luchador mongol quería estirar su carrera hasta los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020 que no se pudieron celebrar, donde estaba prevista su protocolaria presencia; como serán en principio en 2021 seguirá en activo hasta ese margen aproximadamente. La razón de este alargamiento de la carrera tenía esa razón simbólica de los Juegos pero también el intentar alcanzar la marca del medio centenar de yushos, algo que dado lo poco productivo en resultados positivos de este año ya se antoja imposible, salvo que nos sorprendiera a todos y continuara luchando más allá de 2021, y eso es ya una utopía porque lleva dos años y medio sin tener la necesaria regularidad y ni probablemente las ganas.

Más flagrante si cabe es el rendimiento del otro yokozuna Kakuryu, el también mongol compitió también un solo torneo completo en marzo, retirándose en enero y julio muy al principio, y tampoco participó, al igual que su compatriota en septiembre y noviembre.

A ambos yokozunas ya se les ha dado el toque por parte de las altas instancias de este deporte, porque sus ya más que permanentes estados de lesión no son compatibles con el nivel de dignidad y lucha que se le exige al que ostenta el más alto rango de este deporte. 2021 nos traerá, en definitiva, la previsible retirada de uno de ellos e incluso de los dos.

Y así las cosas, sin un gallo dominando en el corral, todo parecería indicar que debiera haber sido el momento para que los segundos espadas hubieran tomado protagonismo, pero 2020 no ha resuelto el enigma de quién ocupará ese trono que busca dueño y 2021 es posible que pueda aclarar esto.

Es verdad que hemos tenido algunas progresiones interesantes que habrán de confirmarse en los próximos torneos, aunque nada definitivo.

En esos cinco torneos tuvimos cinco ganadores distintos, esa es la realidad del titular citado, nadie es dominante como años atrás, donde un par de luchadores (Asashoryu y Hakuho) se repartían el pastel y apenas dejaban nada para el resto.

El torneo de enero nos trajo un triunfo sorprendente, el de Tokushoryu, partiendo de que no estaban los yokozunas casi desde el principio y que los de arriba iban perdiendo peleas entre ellos. En esas, Tokushoryu aparecía en el banzuke como el luchador con peor ranking de la primera división (makuuchi), era maegashira 17 del oeste y, de algún modo, a los programadores de los combates se le fue de las manos, cuando quisieron reaccionar y enfrentarlo a los luchadores más duros, el torneo ya se había acabado. Hizo un magnífico torneo, es verdad, pero más de la mitad del triunfo yo diría que se lo debe a haber vencido en el combate del último día al ozeki Takakeisho, pues no se tuvo que ver las caras con ninguno de los dos sekiwakes ni de los komusubis, y es que como decía aquel «así se las ponían a Fernando VII»… Ese torneo también nos trajo los números negativos de Goeido y su retirada definitiva, un inteligente luchador que me gustaba mucho pero que ponía demasiado, bajo mi humilde entender, el piloto automático; fue más brillante antes de ser ozeki que ostentando este grado, de algún modo, y es que me gusta de vez en cuando poner símiles futbolísticos, ha sido el James Rodríguez del sumo, una gran estrella que estás siempre esperando que aparezca pero nada. También perdió el grado de ozeki Takayasu y espero que en 2021 pueda recuperarlo, no será fácil.

El torneo de marzo que ganó Hakuho sirvió para ver cómo los números le daban suficiente a Asanoyama para alcanzar el grado de ozeki, un nuevo chico en la oficina y con ganas de agradar y de ser pujante en la próxima década. Fue también el torneo en el que Asanoyama conseguía los números suficientes para ser proclamado ozeki ya para el siguiente torneo.

En cuanto al torneo de verano, el celebrado en julio, nos trajo una sorpresa relativa, la victoria del mongol, antiguo ozeki Terunofuji, que venía desde el maegashira 17 del este. Ya digo que la sorpresa es relativa porque ver a Terunofuji tan abajo es como ver jugar al Real Madrid en 2ª División. Terunofuji tuvo una larga lesión que le obligó a empezar casi desde cero, tras estar más de un año de convalecencia y varios torneos sin competir. A nadie le extrañaría que volviera a ser ozeki en 2021 y, junto con Takakeisho, los que tienen más papeletas para convertirse en yokozuna en los próximos dos años. Es cierto que Terunofuji tuvo un calendario cómodo, hasta los tres últimos días, pero ningún reproche a su triunfo, tiene fuerza y calidad a raudales.

En septiembre Shodai alcanzaba el yusho en buena lid y sus buenos concursos en los últimos tres torneos le dieron para alcanzar el grado de ozeki. Estuvo muy reñida la lucha hasta casi el final con un Takakeisho muy presionante y un algo sorprendente Tobizaru. En este caso Terunofuji tuvo ligero mal de altura y alguna complicación física, lo que solo le dio para alcanzar números positivos y seguir escalando posiciones.

Y en el torneo de fin de año celebrado en noviembre asistimos a la confirmación de que Takakeisho es definitivamente la gran esperanza nipona de ver a un nacional suyo como nuevo yokozuna. Entabló dura pugna con Terunofuji y fue capaz de reponerse en pocos minutos de una derrota ante el mongol en el último combate del decimoquinto día y en el desempate posterior fue capaz de derrotar a su contrincante y superar la presión. Segundo título de su carrera para Takakeisho y ahora tendrá que examinarse en enero para ver si es digno candidato a yokozuna, para ello debería volver a ganar. Takakeisho me genera sensaciones discordantes, es un gran luchador de sumo sin tener un físico destacable, es más bien bajito y mucho más técnico que fuerte, pero nadie le discute que está ahí por méritos propios y más que reconocidos, ¿será también que es una visión particular mía, que tengo un ligero prejuicio y con esos ojos cerradillos le veo con cara de Paquirrín? Los flamantes ozekis tuvieron un mal desempeño a causa de las lesiones y se retiraron al inicio por lo que en enero serán kadoban, primera vez que miran el precipicio y tendrán que lograr números positivos, algo que debieran razonablemente cumplir.

Desde luego se presenta apasionante este 2021 con los retos de las promociones y ver hasta dónde llegan los yokozunas, y asistiremos, como no puede ser de otro modo, ilusionados mientras vemos la gran magia del sumo que intentará, como todo el mundo, volver a la normalidad, esa que permita ir teniendo más público, menos mascarillas y la emoción que se le presume a un deporte que mueve masas en Japón y que tiene seguidores incondicionales en el resto del mundo, como yo.

Comentarios