JOHN ADAMS, LA ENSALZADA HISTORIA DE LA FUNDACIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Tuve un profesor, creo que en mi época de la enseñanza media, que alababa la audacia del pueblo estadounidense para haberse convertido en el país más poderoso del mundo en apenas dos siglos de historia.

De tal guisa que conocemos esa corta y tan poco rica historia que no se remonta obviamente ni a la Edad Media, ni al Renacimiento, ni al Barroco, ni nada de eso. Es una historia de blancos contra indios, una historia de colonizaciones, del Lejano Oeste…, una historia reciente, un ayer o un anteayer cronológico. Y a la altura de este conocimiento denso de esa historia, nos han metido con calzador todos sus personajes históricos, pocos, y que en cualquier país europeo (llamado no sin razón el Viejo Continente) pasarían por irrelevantes: Búfalo Bill, Toro Sentado, el general Custer, Abraham Lincoln… Agrandan su historia, mostrándosela a todos, para ser más si cabe el centro del mundo.

Poco antes del final del siglo XVIII lo que hoy conocemos por Estados Unidos era una vastísima extensión de terreno donde habitaban varios centenares de pueblos indígenas, lo que siempre hemos conocido como indios, muy espaciados, cada uno con su propia lengua y costumbres. Hasta que llegaron los ingleses y comenzaron a colonizar. Las malas lenguas dicen que los ingleses mandaron allí a ladrones, presidiarios…, y de esos barros estos lodos, esto no es cierto. Lo que sí es verdad es que esquilmaron a la población indígena y trajeron de África millones de negros para esclavizarlos…, y luego los españoles fuimos los malos en América.

El nacimiento de la nación estadounidense tal y como lo conocemos hoy es el punto de partida de esta serie que tiene como referente a uno de los personajes más influyentes de este hecho histórico y tal vez de los menos conocidos, John Adams, el 2º presidente de los Estados Unidos, y que ni siquiera es uno de los cuatro presidentes esculpidos en el célebre monte Rushmore.

Al hilo de ese ensalzamiento de la propia historia estadounidense este es otro producto para ilustrarnos todo ese corto recorrido temporal que ha tenido esa joven y moderna nación. Y ciertamente tiene su interés histórico, seguramente más que las luchas desiguales contra los indios, o las historias de forajidos del Lejano Oeste, lejano porque era la parte más alejada de las costas atlánticas, adonde llegaban los colonos, adentrarse en el continente era un ejercicio arriesgado.

A finales del siglo XVIII ya se habían asentado esas colonias y, de hecho, había trece colonias primigenias, las que se corresponden con las actuales barras de la bandera de los Estados Unidos (las estrellas son todos los estados actuales); cada cual hacía «la guerra» a su manera y funcionaban a modo de micropaíses, de algún modo hoy siguen funcionando con cierta independencia. La cuestión es que dentro de esa conciencia de estados y de interrelación con los estados vecinos, se fue generando un sentimiento de nación que además se alimentaba de un creciente odio a los británicos, que eran los que habían colonizado y que a medida que se asentaban las distintas generaciones en las tierras, se iba produciendo una nítida separación física y espiritual hacia esa madre patria.

John Adams era un prestigioso abogado, un hombre juicioso y equilibrado, equidistante, un buen político capaz de aunar en él opciones de signos discordantes. El inicio de la serie de hecho presenta su talante, defendiendo a militares británicos en un juicio por haber masacrado a gente en las calles. Ese es, de algún modo, el punto de inflexión para que, pese a que él ejerce su labor con la máxima profesionalidad, va apreciando que la presencia de las tropas inglesas se está convirtiendo en una bomba de relojería pronta a explotar.

La unión de esas trece colonias con el objetivo de la independencia es buena parte de la columna vertebral de la serie, en un proceso ni fácil ni rápido, de hecho John Adamas es un personaje clave porque tiene que hacer el esfuerzo de abandonar durante años a su familia, con la que estaba muy unido, y dedicarse a la diplomacia en Europa, fundamentalmente en Francia, para ganarse los favores y las alianzas adecuadas que permitieran abonar el terreno para la definitiva independencia.

La independencia era un hecho inevitable, el tiempo tarde o temprano prevalecería, es decir, que las generaciones cada vez más desvinculadas de sus orígenes seguirían fortaleciendo ese sentimiento patriótico, de apego a su terruño; y por otra parte, para el estado colonial que por la lejanía geográfica y por el volumen de tropas que tenía que desplazar allí para defender sus territorios devenía en un desembolso económico cada vez más desorbitado.

El 4 de julio de 1776 se declaró la independencia de Estados Unidos y John Adams que fue uno de los grandes artífices de su consecución, probablemente el que más, no fue el primer presidente de la nueva nación, lo fue George Washington, un militar que en la serie se nos muestra como de perfil bajo y con escasas dotes políticas, cuyo mayor mérito fue la de dirigir las tropas nacionales en las luchas (una guerra que tampoco se traslada que fuera especialmente cruenta) contra los británicos. Tampoco lo fue el célebre inventor Benjamin Franklin que también fue uno de los fundadores y que sí que tenía una cabeza muy bien asentada.

Washington de hecho fue una mera palanca para estructurar lo que fue constituyéndose como una gran nación, y en Adams y otros ilustres políticos de la época estriba la impagable labor de haber creado la legislación sobre la que se asentaron los Estados Unidos de América, leyes que incluso han llegado hasta hoy, su Constitución o las famosas enmiendas.

A título de paréntesis y probablemente lo que voy a referir merezca una entrada en esta bitácora en un futuro próximo, de aquella época viene la razón actual de que llevar armas sea tan normal como llevar en Europa un móvil en el bolsillo; ese requerimiento de defensa ante un elemento hostil, la necesidad de estar en la lucha constante; lo que pasa es que esa necesidad de defensa se ha prostituido y hoy es la excusa para el ataque y los asesinatos en masa e indiscriminados.

John Adams sería el segundo presidente y Thomas Jefferson el tercero, con el que tuvo una notable historia de encuentros y desencuentros, la serie parece despejar la incógnita de que la moderación de Adams y el fin común hizo que no fuera definitivamente una verdadera enemistad.

Curiosamente el 4 de julio que fue el día elegido para la independencia por obvias razones fue también el mismo día de 1826, exactamente medio siglo después, Adams y Jefferson morirían a 900 km de distancia el uno del otro, un paseo considerando las enormes extensiones del país. Yo diría que demasiado casual para ser verdad, o sea que es posible que se forzaran las fechas para otorgarle más épica a ese día.

Es una serie que ilustra la historia americana, la historia estadounidense, porque América, lo olvidamos, no es solo Estados Unidos, pero es que se han apropiado del nombre del continente con solo una parte. Para los estadounidenses la historia puede parecer bonita, pedagógica…, para mí, me parece la historia de un país más, que sí que tiene más repercusión por lo que hoy representa.

En este punto hay que decir que en esta serie de siete capítulos de HBO en la que se narra la vida de uno de los padres fundadores de Estados Unidos tenemos muchos pasajes aburridos, de relleno, nada relevantes, pero que justifica a los historiadores la esencia de la nueva nación, que cualquiera puede ser presidente y lo fueron en el futuro y de la más variada ralea.

Paul Giamatti encarna el papel principal pero bien es verdad que en una serie que a ratos es anodina él lo borda y mejora esos episodios poco interesantes. También está más que brillante la actriz Laura Linney que representa el papel de su esposa Abigail.

Y desde luego destacaría sobremanera una banda sonora sobresaliente, compuesta a tal efecto por Joseph Vitarelli, la música de cabecera es sencillamente genial. En ella se mezcla de forma épica con la reseña de los luchadores de aquella época «join or die» (atribuida a Benjamin Franklin), únanse o muera, todo un himno de un pueblo que supo caminar en una misma dirección, y hoy perseveran en esa labor.

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