VIDNA OBMANA, EXPONENTE DE LA MÚSICA AMBIENTAL ANAMÓRFICA

Los nombres de los grupos o los cantantes a veces son tan sonoros que están diseñados para evocar y provocar, provocan en el sentido laxo de la palabra porque tal vez te condiciona levemente, te hace imaginarte algo. En el nombre ya hay un mensaje, y es toda una ciencia, casi digna de hacer una tesis doctoral, téngase en cuenta que no pocos artistas cambian sus nombres reales para tener uno artístico que tenga empaque, eso le sugieren o le imponen sus productores; Rocío Jurado, Rocío Dúrcal, Sergio Dalma… Y en los nombres de los grupos más si cabe, porque se juega con algo compuesto, que enganche, que guste hasta decirlo; se me ocurre este grupo de nuevo cuño «Ladilla rusa», que es todo un juego de palabras y que ya lanza un mensaje directo de socarronería, de cachondeo, de cierta tibieza moral.

Y este preámbulo tan a vuelapluma viene dado por el compositor que hoy traigo a colación, Vidna Obmana, al que llevo escuchando desde hace mucho tiempo, en el coche me lo pongo habitualmente en el último año porque es una música ambiental, relajante (relaja el ánimo que no la atención a la conducción) y que te ayuda a desconectar de los problemas cotidianos.

A mí el nombre de Vidna Obmana siempre me sonó a hindú, ¿o su música me sonó a hindú? No me atrevo a decir qué fue lo primero, aunque es verdad que el nombre me evocaba raíces orientales y me monté la película en mi cabeza de que las composiciones procedían de aquellos lares.

Desde luego que había mucho sonido ancestral, tal vez lejanos ecos de sitars tocados muy tenuemente, algunas voces medio apagadas, cuencos que parecen resonar, campanitas, arpas... sí, todo muy oriental.

Y no, Vidna Obmana es el pseudónimo del compositor belga Dirk Serries, y por si fuera poco, nada tiene que ver su nombre con el supuesto origen hindú que yo le atribuía, puesto que en realidad son dos palabras de procedencia serbia y que vienen a significar «ilusión óptica», lo que él pretendía que fuera su música. Pues a lo mejor va a ser eso lo que a mí me ha provocado Vidna Obmana desde que lo escucho, toda una ilusión mental por transportarme a escenarios y pasajes que tal vez ni el propio autor imaginó poder difundir.

Pero en realidad qué es la esencia de la música New Age si no esa, la de poder desplazarte desde tu horizonte terreno a otro confín, mientras escuchas música ambiental y cierras los ojos cualquier muralla mental puede ser derribada y te pierdes hasta el más allá, el que tu cabeza quiera o pueda albergar.

La trayectoria musical de Dirk Serries es dilatada, en concreto con el proyecto unipersonal de Vidna Obmana tiene cerca de una treintena de discos entre 1984 y 2007, y también colaboraciones en discos de veinte reputados grupos o compositores de música de vanguardia.

En 2007 Serries abandonó ese nombre y generó un nuevo proyecto denominado «Fear Falls Burning», literalmente «El miedo cae ardiendo»; poco me referiré a este cambio de nomenclatura, más allá de señalar que el estilo no varía sustancialmente y, en todo caso, demuestra cierta evolución hacia una música mucho más siniestra y tétrica.

Vidna Obmana es la proyección de la música ambiental hasta sus últimas consecuencias, para ello se vale de una base ambiental, un fondo que no cambia, y preparado obviamente con sintetizador o por ordenador, para después introducir, como refería antes, diferentes sonidos que se amalgaman de forma armónica con ese pilar principal. Se dice que la música de Vidna Obmana es una música anamórfica, es decir, que genera distorsiones y adquiere distintas perspectivas según desde dónde se mire (escuche), en realidad, ese es también uno de los fundamentos de su estilo, puesto que sobre la base las músicas que giran en torno a ella van variando de tonos, es una especie de distorsión sin estridencias, un aventura secuencial. Lo que sí es cierto es que este sistema de composición, muy agradable de escuchar todo sea dicho, permite que cada tema deba ser muy largo, para que se aprecie cierta evolución, composiciones de una hora son perfectamente posibles.

Y abandonada ya mi error provocado por el nombre cuando te pones a analizar la música, es cierto que es ambiental pero tirando a cósmica. Allí es hacia donde se dirige mi imaginación cuando escucho la música, hacia una galaxia lejana a siglos luz de nuestro entender, adonde nadie ha accedido ni siquiera con su intelecto, yo me sitúo ahí en mi albedrío espiritual, cierro los ojos y amo momentáneamente los sonidos un tanto arrítmicos, un tanto atemporales, de Vidna Obmana.

No busques en Vidna Obmana un estribillo sonoro, una base que luego puedas reproducir en tu cabeza, es música para que te inspire en cualquier momento, y que cada vez la sensación sea distinta, es como si estuvieras descubriendo una música nueva, primigenia, cada vez que la escuchas. Es, de algún modo, la esencia del anamorfismo que según la circunstancia la música la percibes de manera diferente en cada ocasión.

Dirk Serries tiene carrete para rato porque cuando comenzó en 1984 apenas tenía dieciséis añitos, o sea, que aunque sea un veterano en esto, puede seguir componiendo hasta una edad muy longevo, y si no que se lo digan al genio de Jean-Michel Jarre que siendo ya septuagenario tiene una vitalidad enorme y ello le permite seguir haciendo conciertos por todo el mundo.

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