JAI UTTAL, MÚSICA HIPNÓTICA PARA ACERCARNOS AL YOGA

¿Cómo acercar la siempre envolvente música ambiental oriental al público occidental? De algún modo ese fue siempre el horizonte de Jai Uttal el compositor que hoy traigo a colación. Hete aquí que pese a que me gusta mucho la música de corte oriental hindú, tal vez sea la primera vez que tiene presencia en este blog, era hora ya.

Esa música hindú que nos invade cuando vamos a algún spa o estamos en determinados centros comerciales, una música suave, melosa, amable y sobre todo mística, de esas que te atrapan para llevarte a esas latitudes que te gustaría visitar y que tal vez nunca lo hagas. Al menos tienes esa compensación de que la música te regala la imaginación, y si encima la adornas con un poco de sándalo, del que soy un compulsivo consumidor (no menos de veinte esencias diferentes puedo seleccionar en mi casa), el invento te ayuda bastante a conseguir esa felicidad a distancia.

Pues falta hacía que recomendara en este blog algo de esta temática, además con un músico de cierta referencia, de los más señeros en cuanto a desarrollar el tránsito entre lo occidental y lo oriental, que ha sido y de algún modo es, uno de los iconos de traernos la música hindú a nuestros lares proporcionándole delicados arreglos para acercarla a los oídos de Occidente, dotándola de algún elemento innovador que es como hacerla un poco más de aquí sin perder los vestigios de allí.

Jai Uttal, que en realidad se llama de nombre Douglas, se sintió desde muy joven atraído por la música hindú y con una base bien sólida de su padre, dedicado a la gerencia de sellos musicales, todo fue un poco más fácil para comenzar a soltar su vena artística, cuando consideró que su madurez era la adecuada.

Con esa atracción reseñada, la cual refiere él que le tocó tanto el corazón, que le generaba esa paz que uno solo puede encontrar en su propia casa, se granjeó a lo largo del tiempo una estela de éxito, siendo hoy por hoy uno de los artistas a los que más se puede escuchar en cualquier clase de yoga de los cinco continentes.

Y ese probablemente sea el emblema de Jai Uttal, la música para yoga, con lo cual ayuda bastante a hacernos una idea de la clase de música a que me refiero. Este tipo de música un tanto hipnótica, un tanto repetitiva, que parece que no avanza pero que es casi un adagio, lo que se espera en una disciplina tan profunda como el yoga, donde (hablo de oídas porque no lo practico por falta de tiempo, aunque me gustaría) la pretensión del practicante es establecer un puente entre lo humano y lo espiritual, abrir tu corazón y llenarte de espíritu.

La música de Uttal tiene la virtud de permitir que nos volvamos invisibles, la melodía cobra todo el protagonismo, nosotros nos abstraemos y la música se deposita sensiblemente en nuestras entrañas y ahí respiramos y trascendemos.

Uttal, nacido en 1951 en Nueva York, conformó una formación musical clásica en su infancia y juventud, aprendiendo piano, guitarra, armónica y también el banyo. Siendo bien joven ya empezó a viajar a India para impregnarse de la música hindú, las tradiciones de esa vasta nación, prendándose de todo tipo de movimientos artísticos budistas, bengalíes e hindúes. Y además se especializó en kirtan, una especie de cantos o mantras que acompañan la música hindú, y que también suele ser frecuente en la música de yoga.

No obstante pese al bagaje que fue adquiriendo, esa experiencia apenas rezumaba el ámbito privado, hasta que con casi treinta años dio el salto a la creación musical de forma profesional, en concreto en 1990 con el disco Footprints, con la colaboración de un experto en world music como Don Cherry y la voz de Lakshmi Shankar.

Y fue cultivando ese estilo tan propio, atrayéndonos hacia lo oriental, proporcionando al escuchante una plena conciencia de sus ejercicios espirituales, la trascendencia del yoga, que permite concentrarte en tu respiración, en tu yo interno, en orar con lo que quieras, lo que hace que consigas un éxtasis que se puede traducir en la consecución de un momento, por pequeño que sea, para evadirte de este mundo.

Ha llegado a hacer en torno a una veintena de discos y sigue produciendo a día de hoy; es verdad que no al mismo ritmo de los últimos años, pero vive de algún modo de un vasto currículum y ese repertorio lo puede ejecutar en sus conciertos, porque en 2022 está en plena actividad, en Estados Unidos fundamentalmente pero también tiene salidas al extranjero, aunque lógicamente con la pandemia tuvo un parón y muchos eventos los realizó online.

Hay que subrayar que la dimensión de Jai Uttal no sería la misma si no estuviera casado con la brasileña Nubia Teixeira, instructora de yoga, ambos se retroalimentan y en estas décadas juntos sus proyectos han crecido gracias a que cada uno ha ido progresando al lado del otro, pidiéndose y concediéndose lo que en cada momento se requería.

Recomiendo sumamente la música de Jai Uttal, un paseo hipnótico por nuestra intimidad y un interesante ejercicio para concentrarse en nuestro espíritu y soltarse momentáneamente de este mundo que nos agarra demasiado.

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