LA EXTRAÑA GUERRA UCRANIA/RUSIA, INTENTANDO DESENREDAR SUS VERICUETOS

Lo mismo me meto en un jardín, pero confío en el ámbito reducido y casi privado de este blog, y no porque crea que vaya a pasarme de frenada, sino porque puede que alguien que no es de mi ámbito lea esto y entienda lo que no es, porque en personajes públicos, yo no lo soy por fortuna, cualquier cosa escrita tiende a interpretarse al antojo del que lo lee, tergiversando el mensaje, o sesgando parte del mismo para sacar de contexto tal o cual afirmación y convertirse en algo distinto a lo que el autor quiso expresar.

Es verdad que nos hemos instalado en el último lustro en una dinámica de crisis global que alcanza prácticamente todas las dimensiones de nuestra existencia: sanitaria, económica, de seguridad, climática, energética y, como yo siempre digo, la crisis de valores que probablemente engloba a todas ellas, cuando no es directamente la causante de las mismas.

Marcado esto, hoy voy a tratar sobre la guerra de Ucrania, la invasión de Ucrania por Rusia para ser más precisos. Ya he comentado en esta bitácora en más de una ocasión que, amén de mis ideas vitales o políticas, no me caso con nadie y menos aún en este mundo donde los medios de comunicación, que son más que nunca el cuarto poder, tienden a ofrecerte la información que ellos quieren que conozcas y no otra, es difícil disgregar si todo lo que te están contando es del todo cierto y dudas acerca de si existe una realidad paralela que no te están contando.

Cuando gobernaba Trump en Estados Unidos era complicado escuchar en España, en Europa, a alguien defendiendo su labor, era malo, terrible, el enemigo público número uno del mundo, al que había que derrocar aunque fuera con Biden, un líder exento de carisma, paniaguado y con todas las papeletas para ser candidato en breve del grupo de abueletes que juegan a la lotería en una residencia de la tercera edad.

Trump tenía y tuvo cosas muy malas, pero también hay que ensalzar las buenas que hizo, entre otras estaba el haber impulsado sus relaciones diplomáticas con naciones con las que EE. UU. había perdido este vínculo hace años y también el hecho de haber impulsado esas relaciones entre países tradicionalmente enfrentados. Por otra parte, no inició ninguna guerra y, por si acaso, mantuvo a raya a Putin, del que se decía que le había ayudado, a través de sus servicios secretos, a vencer en las elecciones a la presidencia en 2017.

Cuando ves que Trump (un tipo histriónico a todas luces, pero del que no dudaré que tiene que ser una persona con una cualificación y una capacidad intelectiva superior a la media, si no no hubiera llegado a nada) gana unas elecciones en el país más poderoso del mundo, eso no debe ser tan casual; debo decir que no ganó las elecciones porque sí, millones de estadounidenses lo votaron, y no todos esos serían tontos o desquiciados, o lo que es lo mismo, habría millones de personas que votaron a Trump absolutamente normales, cuerdas, inteligentes, con los pies en el suelo y con razones de peso para votar esa opción y no la contraria, ¿o toda esa gente se equivocó?

El pensamiento único es un mal que asedia a los medios de comunicación, sobre todo cuando ves las cosas en perspectiva, Trump malo, Biden bueno, Putin malo, Zelenski bueno… Parece que aquí pasa eso de que si ganan los míos, hay que respetar la voluntad del pueblo porque las urnas han hablado, pero si ganan los tuyos, la gente ha votado mal, la democracia está en peligro. En Estados Unidos hay democracia y en Rusia oficialmente también, y ambas a su modo, un poco dictadura… o dictablanda.

Me he acostumbrado en esta fase de madurez de mi vida a no ver las cosas ni blancas ni negras, sino matizadas con todo un horizonte infinito de gama de grises. Putin es el malo y Zelenski es el bueno, ¿Putin es el malo y Zelenski es el bueno? ¿Algún medio de comunicación pone en duda esto?

En la invasión de Ucrania me hacen falta más análisis mesurados e históricos y menos mensajes sacados desde las entrañas y sin escarbar un poco sobre el terreno.

Por cierto, vaya a ser que alguien que llegue hasta aquí y piense que voy a darle una palmada en la espalda a Putin, este es un sátrapa, y lo es porque ninguna razón, y la historia lo atestigua, fundamenta una guerra, guerra en la que se pierden vidas como consecuencia más importante, y porque como segundo perjuicio, se empobrece a la gente, y en una guerra con connotaciones geopolíticas del carácter de esta, las consecuencias de la misma la vivimos los que estamos a varios miles de kilómetros de distancia, yo, hoy mismo aquí en mi ordenador.

En 2014 Rusia hizo una especie de anexión de la península de Crimea, territorio ucraniano desde la disolución de la URSS; no fue un proceso pacífico pero aquello que parecía que se iba a convertir en un conflicto duradero y sangriento, no siendo una balsa de aceite, y no siendo aceptada por la mayoría de la comunidad internacional, no supuso una gran distorsión en aquella zona. La anexión había partido desde dentro a tenor de que más del 50 % de la zona era rusófona y rusófila.

Otra cuestión y, de esto se habla menos, por no decir nada, es que Putin sí que ha estado haciendo en estos últimos años una interesante estrategia de colonización, y digo interesante porque es digna de estudio y puede ser el preludio de lo que en un futuro pudiera ocurrir en Donetsk o Lugansk y los otros dos territorios, si se confirma en el futuro su anexión por la fuerza. Y es que en una estrategia sibilina Putin utiliza las armas de migración que la historia tradicionalmente nos ha mostrado: incentivos para colonizadores, inversiones potentes y, en definitiva, una alteración sociocultural de los territorios más por la vía de los hechos que del derecho. Crimea ha aumentado su población de forma exponencial en los últimos ocho años, en números redondos ha pasado de dos millones a tres millones de habitantes y ese incremento es gracias a los colonos rusos. Y a propósito, para que pongamos las cosas en su contexto, según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, el traslado por la potencia ocupante de partes de su propia población civil al territorio que ocupa es un crimen de guerra.

En esta invasión de otra parte de Ucrania estamos viendo que no está siendo un proceso pacífico, fundamentalmente en las cuatro regiones invadidas y recientemente autoanexionadas mediante referéndums a todas luces ilegales y con ningún viso de transparencia. Al menos hasta donde tenemos conocimiento no ha existido una voluntad de esas regiones, desde dentro, regiones donde hay un porcentaje importante de rusófonos y a priori rusófilos (aunque con la invasión ya no se sienten tan cerca del invasor por más que hablen su lengua) de dejar de ser parte de Ucrania.

Detengámonos un poco en los factores desencadenantes de una guerra, generalmente está el ánimo imperialista, ser más grande y más poderoso; hay intereses geoestratégicos, por la ubicación de la zona o porque tiene reservas naturales, algún combustible o mineral cotizado; y luego hay un factor más interesante si cabe como es el lingüístico-social. La lengua que se hable en un lugar tiende a hacer nación aunque el territorio donde estás dicte otra cosa, no digo que sea legítimo que por hablar tal o cual idioma un territorio se cambie la chaqueta o se quiera independizar, aunque cada caso es analizable.

En los territorios ucranianos fronterizos con Rusia se habla el ruso en un importante porcentaje. Y a todo esto, los idiomas ruso y ucraniano son inteligibles entre sí, con mayor grado que el español con el portugués, y de algún modo, cuando personas viven en territorios donde hay tanta cercanía entre idiomas es fácil que se aprendan y hablen indistintamente. Más allá de ello ucranianos y rusos se consideran hermanos eslavos ante esa cercanía tradicional, de costumbres, idioma o clima.

Con la antigua Unión Soviética este problema como tal no existía, aunque Rusia era siempre la locomotora de esa Unión, y siempre quiso ser más, de hecho las pretensiones de que Ucrania fuera parte de Rusia han sido históricamente probadas.

Rusia invade una parte de Ucrania, y voy a resaltar esto, invade una parte de Ucrania, porque en los primeros días nos vendieron que un convoy militar se acercaba a pocos kilómetros de Kiev sin oposición alguna, y eso no ha ocurrido. De hecho, es una guerra que no atajo a comprender del todo, en conexiones de las televisiones se ha podido ver a gente haciendo vida normal en muchas ciudades ucranianas, niños patinando por sus calles, la liga de fútbol ha empezado como si nada, las fabulosas cosechas de cereales se están recogiendo y, por si fuera poco, lo que al principio era un lógico éxodo para proteger la vida de cada uno, al final no ha sido tanto porque mucha gente ha regresado, y creo que la educación sigue funcionando como todos los servicios públicos; no es pues, una guerra global, ni atisbo de que sea civil.

Es decir, Rusia ha invadido una parte de Ucrania, Putin dijo que porque el gobierno de Zelenski es un neonazi, ¿a alguien sesudo se le ha preguntado qué de cierto podría tener esta afirmación?, ¿sabemos si los rusófonos de Lugansk son ciudadanos de segunda?, ¿alguien le ha preguntado a alguna persona de estas?

Zelenski maneja perfectamente los medios de comunicación, pero me pregunto si no tiene oposición allí, me gustaría escuchar qué tienen que decir, ¿o es que Zelenski todo lo ha hecho y todo lo hace bien?

Nos dicen en este momento que Putin va perdiendo la guerra, aparentemente eso parece a tenor de las levas masivas que está teniendo que llevar a cabo, pero ¿y si eso formara parte en realidad de una estrategia bien diseñada? Toda la información que nos dan siempre es parcial: Ucrania buena, Rusia mala.

Los escenarios que se presentan son realmente acongojantes, el peor de ellos el de la guerra nuclear, que aunque fuera con armas de poca potencia provocaría una caída del castillo de naipes, esto no va a ocurrir, primero porque darle al botón es como un suicidio, ¿quién quiere eso?, pero en caso de que ocurriera nadie vivirá para contarlo así que este vaticinio errado jamás podrá probarse.

Tenemos miedo (relativo, porque ante esta situación una persona normal y anónima nada puede hacer) a que alguien apriete el botón, a que Rusia entre en ese escenario indeseable y apocalíptico, pero la historia nos dice que si hay alguien en toda la historia que apretó un botón para aniquilar miles de personas en cuestión de segundos ese fue Estados Unidos con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, sin embargo, la historia, que siempre se cuenta del lado de los que vencieron, narra esto de pasada, y los que ordenaron aquello quedaron impunes. No obstante, la historia pone a Hitler como el malo (que lo fue sin lugar a dudas), y que exterminó seres humanos (que lo hizo y yo no paro de hablar de ello en este blog), pero hay cientos de películas y documentales sobre la barbarie nazi y poco o nada existe sobre las bombas atómicas.

Una revolución interna para derrocar a Putin es posible pero improbable, aunque tampoco tenemos información, como ya he comentado antes, de quién es la oposición de Zelenski, porque a lo mejor esa oposición tiene otras ideas y está dispuesta a negociar con Rusia haciendo determinadas cesiones.

Otro escenario, el que nos va dictando el día a día, es que esta guerra sea duradera, se enquiste y que alguien gane, o que alguien vuelva a sentarse en la mesa de diálogo y presuponga que la única salida es un acuerdo favorable para ambas partes tras un terrible derramamiento de sangre.

Y mientras tanto, los países del resto de Europa sufrimos la presión de la guerra, por el gas, por los cereales, por tantas y tantas variables que, ya se ha hablado de que importantes líderes europeos estarían conminando a Zelenski a que se quite la máscara de galán de cine y realmente ceda territorios para no sacrificar tantas vidas de compatriotas.

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