"BETTER CALL SAUL", EL MEJOR HOMENAJE PARA LOS QUE VIERON "BREAKING BAD"

Si estuviéramos en una tertulia debatiendo acerca de las mejores series de los últimos años, o lo que es lo mismo los iconos de la seriefilia o esta fenomenología surgida en la última década en la que consumimos series a nuestro gusto gracias a las múltiples plataformas de contenidos existentes, la serie «Breaking Bad» sería una de las más repetidas. Para mí, sin duda, es la mejor serie que he visto también en esta última década, y si hiciera un ejercicio de memoria, podría decir que también es la mejor serie que he visto jamás.

Esta serie «Better call Saul» es una precuela de la anterior, ¿es posible verla sin haber visto antes la otra? Sin duda, pero uno se perdería algunas referencias que son imprescindibles para observar los saltos en el tiempo que en esta tienen lugar.

Para el que vio «Breaking Bad» no le resultará nada ajeno saber de qué va esta serie posterior en el tiempo, aunque no en la cronología de la ficción. Saul Goodman es el abogado corrupto y extravagante de la serie, colaborador de la mafia de la droga en Albuquerque (Nuevo México), donde se desarrolla la acción de Breaking Bad y, por supuesto, de Walter White, el personaje icónico de esta última.

Saul se encargaba, muy resumidamente, de blanquear el dinero que White le llevaba casi por kilos, a la par que este abogado también ganaba muchísimo dinero con este y otros chanchullos. El eslogan «Better call Saul» es más que repetido y mostrado en Breaking Bad, es el reclamo comercial de este peculiar abogado que suele tener una clientela nada común y, sin duda, ese es su éxito, tal vez es el único que accede a defender a los parias y también a aquellos que están constantemente metidos en jarana de la buena.

En esta serie los mismos productores, guionistas e ideólogos de Breaking Bad (Vince Gilligan y Peter Gould) retroceden en el tiempo y deciden contarnos cómo se forjó el personaje del referido abogado en la primera serie, y no menos relevante, también qué pasó después de Breaking Bad.

La historia de Saul Goodman empieza desde atrás pero no muy atrás, es obvio que regresar en el tiempo varios años no puede casar mucho teniendo en cuenta que el actor principal es el mismo, Bob Odenkirk, y por mucho maquillaje todo tiene su límite. En realidad no deberíamos decir Saul Goodman sino James Morgan «Jimmy» McGill, sí Jimmy McGill es como lo conocemos en el punto de partida de esta nueva serie.

Jimmy es una especie de donnadie, un tipo simpático, resultón, que trabaja de chico de los recados (reparte correspondencia, hace fotocopias…) en el importante bufete de abogados HHM (Hamlin & McGill) del que su hermano mayor, un excepcional profesional, es uno de sus socios fundadores.

En las primeras temporadas se nos muestra la compleja relación entre Jimmy y su hermano Chuck; Chuck es brillante, un caballero, del que además se deja entrever que fue el mimado de la familia. No tanto Jimmy, que fue rebelde «porque el mundo lo hizo así». A Jimmy le acompaña un pasado nada brillante, un tipo al que siempre le ha gustado la pequeña estafa, el engaño, el chanchullo, todo ello bien aderezado con una infinita imaginación para llevar a cabo todo tipo de triquiñuelas con objeto de aprovecharse de algunos desalmados. Es verdad que cuando digo desalmados, Jimmy tiene sus «principios morales» y sigue de algún modo esa máxima de que el que roba a un ladrón… Es decir, que se aprovecha de los chulos, de los sobrados, de los imbéciles, o sea, que selecciona a sus víctimas, una sucesión de capullos en definitiva.

Ese pasado que le acompaña quiere dejarlo atrás en su nueva situación en el bufete, pero se convierte en un trabajo anodino y tedioso para el carácter de Jimmy y decide hacerse abogado de la manera más «fácil», vía la Universidad de la Samoa Americana. Huelga decir que se presume que es menos gravoso y a la postre menos prestigioso licenciarse por esta Universidad, en todo caso, al final lo consigue con un importante esfuerzo por su parte. Buena parte de su éxito se lo debe a Kim Wexler (Rhea Seehorn), una chica que conoce en el bufete, que también empieza desde abajo y que igualmente se convertirá en abogada. Ambos se harán pareja y convivirán como tal a lo largo de la serie.

La acción en las primeras temporadas (tiene seis) se centra mucho en el bufete y en la relación de amor-odio entre Jimmy y Chuck, más bien de este último hacia Jimmy, que no soporta probablemente que su hermano siempre haya sido una persona un poco al margen de la ley, y que ahora con su licenciatura en Derecho casi por la puerta de atrás, pueda servir para extender su pillería desde una privilegiada situación de letrado.

A todo esto Chuck resulta ser un tipo poliédrico, complejo y con ciertos desequilibrios, como principal rasgo destaca que desde hace años le acompaña un extraño síndrome por el que no puede estar cerca de aparatos eléctricos, en su casa va a oscuras con una lámpara de gas, y en el bufete al ser de día tratan de evitar que la electricidad entorpezca su brillante trabajo aunque en los últimos años algo en decadencia dado que esa rara enfermedad mediatiza casi cualquier cosa que hace. El enfrentamiento de los hermanos llegará hasta sus últimas consecuencias.

Cerrándose ese capítulo de la vida de Jimmy es cuando empieza a aparecer la figura de Saul Goodman, no quiere que se le relacione con el apellido McGill, ya con su propio bufete, con una estrategia comercial agresiva, su despacho que sorprendentemente en sus inicios se situaba en el interior de un salón de belleza asiático, poco a poco va tomando forma y dimensiones.

Si hay algo que caracteriza a Saul Goodman o Jimmy McGill es que es un hombre de recursos, emocionalmente muy inteligente, es un embaucador, un charlatán, un auténtico encantador de serpientes, es probable que no se sepa las leyes al dedillo, pero eso lo compensa de sobra con su palabrería y con sus estrategias un tanto extralegales para conseguir lo que quiere.

Fruto de esa política tan poco al uso en el mundillo de los pleitos, y eso le granjea una fama creciente entre personal de todo pelaje y no precisamente de lo más selecto de la sociedad. Esa referida fama, o ese resquicio, es aprovechado por una mafia de la droga para contratarlo, trabajo fácil, o no, mucho dinero, aunque corriendo un riesgo incalculable; pero Saul casi no puede decir que no, y de momento la bola se va haciendo más y más grande, y sin quererlo demasiado se ve inmerso en la lucha entre clanes de los imperios de la droga en Nuevo México con inevitables conexiones con el norte de México que hace frontera con este estado norteamericano.

De hecho, en estas temporadas ya vamos viendo personajes muy potentes que luego serán muy relevantes en Breaking Bad, ahí Saul advertirá que su vida pende de un hilo, se va a poder hacer millonario pero a riesgo de estar siempre con la tensión de ver que Kim y él están cada día en el alambre.

A todo esto Kim y Saul viven un romance con sus idas y venidas, Kim sabe quién es Saul, pero aun así lo acepta, porque de algún modo ella es como él, es más, qué mujer no desearía vivir con un tipo de una increíble inteligencia emocional, que siempre está inventando, que cada día idea algo nuevo, que para cada problema tiene una solución distinta y brillante.

Lo he dicho al principio, la serie tiene saltos en el tiempo, la mayoría del tiempo es pasado, es decir, previo a Breaking Bad, pero también hay momentos futuros (o presentes), del qué fue de Saul tras el órdago protagonizado en Breaking Bad.

Hay que decir que en Breaking Bad se nos muestra un curioso método para sacar a una persona de un lugar y trasladarlo a otro con una nueva identidad, no es otro método que el de llamar a una empresa que, como tapadera, se dedica a vender modelos novísimos de aspiradoras, obsérvese el interesante juego de palabras, este negocio recoge al cliente, que ha de pagar una fuerte suma de dinero, y le crean una nueva vida en otro lugar, sería un recurso que utilizaría Walter White y también Saul.

En el presente Saul es el encargado de una pastelería de un centro comercial en Omaha (Nebraska), y en algunos capítulos se nos muestra qué es de él, llevando una vida cómoda, aburrida quizás. No obstante, en la última temporada ya se aprecia que la historia del presente va tomando impulso. De hecho, el punto de partida es que un taxista lo reconoce y a partir de ahí se genera una trama curiosa en la que Saul vuelve por las andadas, la cabra tira al monte, y comenzará a inventar, a hurtar, a estafar…

Curiosamente y no sé si una casualidad en uno de esos capítulos donde Saul aparece realizando su trabajo cotidiano en la pastelería sufre un infarto. Pues bien, en la última temporada, Bob Odenkirk, el actor protagonista, sufrió realmente un infarto, y ese parece ser que fue el detonante para culminar la serie para siempre, de hecho, el final no daría lugar a ninguna continuación convincente, Saul no muere pero su destino no permite tal secuela.

La serie es una maravilla, muy al nivel de Breaking Bad, y sobre todo muy de su estilo narrativo, con una puesta en escena distinta, ambiciosa, atractiva y que engancha. Además funciona muy bien con esa apariencia de comedia seria o también de drama o tragedia cómica, que aunque no es exactamente así da idea de que hay momentos en los que te partes y otros de tensión, acción y suspense bastante brutales.

Nada de esto, por supuesto, hubiera sido posible sin el actor principal Bob Odenkirk, no lo he visto jamás en ninguna serie ni película, pero este papel lo borda, no sé si él mismo es así, un tipo que se hace querer al espectador, entrañable, encantador… Me ha dado pena que se me acabaran los capítulos, Breaking Bad y ahora Better call Saul son productos muy difíciles de igualar.

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