"LA MADRE DE FRANKENSTEIN", DE ALMUDENA GRANDES

Me he metido en un bucle ciertamente obsesivo, y el que sigue mi blog lo conoce, de leer casi por castigo, no lo es realmente pero bueno; el caso es que paso por librerías y tomo nota de los libros expuestos para buscarlos luego, o también cuando muere algún escritor y relatan su bagaje, me doy por aludido y me digo que por qué no había leído antes algo del mismo. Me pasó esto con Almudena Grandes.

A decir verdad yo creí que era así, Almudena Grandes, tan gran escritora como su apellido, y me dije que había que rendirle homenaje, que por eso es por lo que busco libros de autores reconocidos recién fallecidos. No obstante, cuando me dispuse a leer este «La madre de Frankenstein», observé que la novela formaba parte de un proyecto mayor que la novelista había titulado como «Episodios de una Guerra Interminable», una serie de seis novelas que giran alrededor de historias que se sitúan en la posguerra española y que narran desde diferentes puntos de vista las vicisitudes de esa España franquista dictatorial a través de personajes que se reivindican ante la imposición de ideas, resumido esto de una manera un tanto vaga. Y claro, al ver el título de esas seis novelas descubrí que sí que había leído ya algo de Almudena Grandes, en concreto la cuarta entrega de este plan literario titulada «Los pacientes del doctor García», que yo ya había reseñado en esta bitácora hace unos años y que he visto que dentro de poco se va a emitir una serie con el mismo título en TVE.

Obviamente con el libro delante, con título tan sugerente como «La madre de Frankenstein», quinto de ese gran proyecto, y con cierta polémica (política) tras la muerte de la escritora, no iba a dejar pasar la oportunidad de leerlo, porque «Los pacientes del doctor García» me había dejado un muy buen poso y sabía que este no me decepcionaría.

La polémica, subrayo que política, vino por aquello de que tras la defunción de la escritora madrileña a causa de un cáncer, y como noticia más reseñable o popular, se la nombró Hija Predilecta de Madrid por su ayuntamiento, cuando unos días antes su alcalde, José Luis Martínez-Almeida, reconoció que no merecía tal distinción. Me cae bien este tipo pero reconozco que a veces los políticos se meten en unos berenjenales importantes cuando estarían mejor calladitos, y aquí Almeida se columpió. Una cosa es que estemos en más o menos desacuerdo con las ideas políticas que profesaba Almudena Grandes y otra bien diferente, que es por lo que se la distingue, es que fuera un referente literario de nuestro país, un icono de la cultura; luego, si no te gusta la temática de lo que escribe, como libre que eres no lo leas, la libertad de expresión tiene eso, tú escribes lo que te da la gana y el lector evalúa con su lectura o con su omisión al escritor, y la calidad literaria es otra cuestión.

Y sí, aunque me acordaba del libro «Los pacientes del doctor García» y era crítico con el franquismo, aquí en «La madre de Frankenstein» también le da un repaso importante, es una ficción, no pretende adoctrinar, somos adultos para entender y filtrar lo que dice, y yo me quedo con la historia que cuenta y el poso ideológico, que existe, pues me sirve para su análisis pero es para mí un aspecto neutro.

Más allá de la historia que cuenta, he de subrayar que me fijo mucho en el estilo, en el vocabulario y, muy importante, en que no haya faltas de ortografía, y esto último es así, tal como lo expreso, porque no es fácil, absolutamente cierto, encontrarte erratas o faltas de ortografía muy burdas en cualquier novela que yo leo, todas muy conocidas; diría que más del noventa por ciento tiene algún error; y aquí no, en casi quinientas páginas Almudena Grandes hace una novela léxica, ortográfica y literariamente correcta.

Por otra parte, en muchos novelistas, sobre todo cuando parten de un hecho real pasado y, de algún modo, histórico, existe un impresionante trabajo de ratón de biblioteca. Aquí lo hay y muy bien documentado, de tal forma que de ese hecho real, bien adornado, se construye una historia apasionante, en el que mezcla personajes reales con otros inventados y, de algún modo, esa una especie de hipótesis de una realidad no escrita, desconocida, pero que podría ser real.

Ese hecho real es una historia un tanto insólita, como es la de la vida de Aurora Rodríguez Carballeira, una pensadora nacida en el siglo XIX y que pasó a la posteridad, aunque no demasiado difundida, por haber dado a luz a una hija, Hildegart, en una especie de proyecto eugenésico, de la que pretendió que fuera superdotada, y lo consiguió. Hildegart, nacida en 1914, leía a los dos años y escribía a los tres, con dieciocho había terminado la carrera de Derecho siendo a continuación la abogada más joven de España, y con esa edad ya había escrito más de una decena de libros y ensayos relacionados con el feminismo y la libertad sexual, a la sazón fue activista de los derechos de la mujer vinculada a UGT y PSOE. Lo insólito de la historia es que Aurora asesinó a su hija de cuatro disparos el 9 de junio de 1933, por desavenencias o discordancias con la trayectoria vital de su hija, aunque aparece en el informe legal que lo hizo como escultora que era al encontrar imperfecciones en su obra propia.

Aurora obviamente fue detenida y juzgada, y la sentencia de culpabilidad dictaminó su reclusión en un centro psiquiátrico. Aunque estos datos se reseñan en esta novela, el punto de partida es su estancia durante los dos últimos años de su vida, entre 1953 y 1955.

El psiquiatra Germán Velázquez, hijo del doctor Andrés Velázquez, psiquiatra igualmente y depurado por el franquismo, vive en Suiza desde hace años, desde 1939 concretamente, huyendo de algún modo de la dictadura y como una manera de propulsar su carrera profesional. Es un médico de cierto prestigio en un país donde se estaba en la vanguardia de las terapias aplicadas a enfermos mentales, y en concreto también se parte de un hecho real que supuso una revolución en la psiquiatría como fue el descubrimiento de la clorpromazina, que básicamente logró que tranquilizara a los enfermos sin sedar y manteniendo su conciencia. Con la idea de aplicar este nuevo fármaco en España con un proyecto aparentemente novedoso y con libertad para operar, un médico acude a un simposio en Austria en 1953 ofreciéndole a Velázquez la vuelta a nuestro país. Este accede con reservas más movido por la necesidad de volver a abrazar a su familia que por el proyecto profesional.

En el psiquiátrico de mujeres de Ciempozuelos, regentado por monjas (Hermanas Hospitalarias), conocerá a Aurora Rodríguez Carballeira, una de sus pacientes, junto con otras mujeres internas con una historia, dura la mayor parte de las veces. Igualmente conocerá a sus compañeros de profesión, a las monjas y especialmente a María Castejón, una eficiente auxiliar de enfermería, con la que mantendrá una fructífera relación profesional, y a la postre, una intensa relación pasional.

Y ya, Germán Velázquez, instalado en esa España que le genera sentimientos encontrados, percibirá las inmensas garras de los poderes franquistas, intentará buscar el amor y la pasión, también la libertad, igualmente como gran profesional el bienestar y la seguridad de sus pacientes, y finalmente el destino de una vida que tal vez no es la que le hubiera gustado vivir pero es la que está obligado a asumir.

También nos lleva Almudena Grandes a la vida que el doctor Velázquez tuvo en Suiza, una vida completamente diferente a la que después vivió en España y que también nos pone en relación con la Alemania nazi y los años posteriores a la II Guerra Mundial en Centroeuropa; y es que se ve que la novelista es una apasionada de la historia contemporánea y eso está latente en el conjunto de sus páginas.

Y todo ello, desde luego, teniendo como hilo conductor a Aurora Rodríguez Carballeira, de la que Almudena Grandes nos realiza un acercamiento a esos últimos meses de su vida, a su pensamiento y mente extraordinarios, aunque con notables desequilibrios.

He leído algo de la historia de esta mujer y de su hija y también he visionado una película de Fernando Fernán Gómez de 1977, donde se narra la tormentosa relación entre ambas mujeres y el juicio a Aurora. No es muy buena que digamos, pero si se toma como película documental ayuda desde luego a conocer de pleno esta insólita historia de dos mujeres auténticamente superdotadas que vivieron en una época que desde luego no les correspondía.

Almudena Grandes ya es historia de la literatura española, y nadie es digno de reprochar la trayectoria que una escritora tan culta y cabal.

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