24 HORAS Y JACK BAUER, UN SUPERHÉROE, UN SUPERDIÓS, EL SALVADOR DE LA HUMANIDAD

Jack Bauer es Supermán, Spiderman, Hulk y todos los superhéroes juntos, es inmortal, es un dios, no, más exactamente es un superdiós. 24 horas, o 24 a secas que es como se llama la serie, es la producción más intensa que puedes ver y experimentar, porque si buscas que pase algo constantemente, aquí ocurre a cada momento casi de corrido, si miras a otro lado te lo pierdes.

Desde 2001 a 2014 en nueve temporadas la productora 20th Century Fox, con su protagonista Kiefer Sutherland también como uno de sus productores ejecutivos, nos proporcionó un producto brutal para los aficionados a la acción y a no descansar ni un segundo.

El planteamiento es más que ambicioso, construir una serie que transcurre en tiempo real durante veinticuatro horas ininterrumpidas. Jack Bauer es un agente de la CTU (en español la UAT, Unidad Antiterrorista), y digamos que es un tipo de grandísima cualificación, que ha estado en misiones en medio mundo, que se ha sometido a entrenamientos durísimos, aparte habla varios idiomas, es inteligente, tiene carisma…, pues eso, es un superdiós, y su misión principal es salvar el mundo, en esencia, él solito.

Casi voy a empezar por el final, no por el final de la serie, sino por lo que más me sorprende de la misma, y es que Bauer está a punto de morir varias veces a lo largo de cada temporada, en cada hora, en cada momento, y ¡qué demonios!, puestos a otorgarles el papel de divinidad, muere una vez realmente, porque creo que le paralizan controladamente el corazón para justificar su muerte y luego lo resucitan con no sé qué historia, ¿cómo se te queda el cuerpo? Aparte de ello, sufre agresiones, le disparan, recibe golpes, le ocasionan heridas…, al tío lo dejan hecho un cristo, casi cada episodio, o sea, cada hora, pero como es Dios, no le pasa nada, valga el juego de palabras. De verdad que si alguien ha hecho un estudio de las veces en que Bauer está objetivamente en riesgo cierto de morir, yo diría que no menos de cincuenta veces y a lo mejor me quedo corto.

Como agente en la UAT en cada temporada su unidad y él se ven sometidos a una amenaza gravísima, o bien un magnicidio, o bien la posibilidad de hacer explotar una bomba nuclear capaz de eliminar a toda la población de Los Ángeles que es donde se desarrolla la acción. Y cuando no es esto es la amenaza de expandir un virus letal que generaría una pandemia (hasta se adelantaron al COVID-19) o la posibilidad del robo de los planos de un armamento logístico delicado, que en poder de un país enemigo pondría en riesgo a la población mundial. Y para todo esto solo tenemos a un hombre: Jack Bauer, y debemos darle gracias a él, porque pone en riesgo su vida para que el mundo siga siendo como lo conocemos, y nosotros sin saberlo, qué cosas.

A ver, la propuesta es muy interesante pero tiene un riesgo añadido y no precisamente el que sufre Bauer o el mundo entero, y es que construir una trama que transcurre en tiempo real durante veinticuatro horas y en una ciudad tan enorme como Los Ángeles hay que hilar muy bien la trama principal y las subtramas para que el objetivo de entretener, que haya acción en cada momento, que no perdamos la atención y que esta se mantenga a cada instante, y no es fácil, y a veces utilizan truquitos.

Uno de esos trucos se consigue con una notable estrategia de centrar la acción en varios frentes, y uno de ellos y muy trascendente es que la UAT y el propio Bauer tienen hilo directo con la Casa Blanca, con el presidente o presidenta en cada momento, porque esta Unidad no trabaja de manera autónoma sino que todo pasa por las altas instancias, allí donde todo se cuece y donde se autoriza o no llevar a cabo tal o cual misión. Así que como hay «espacios muertos», porque por ejemplo Bauer debe ir de una zona a otra de la ciudad, en helicóptero o en coche, mientras hace ese viaje las secuencias se centran en la misma actividad de la UAT o en la Casa Blanca; con todo y con eso a veces los tiempos se ven forzados y no se explica cómo es posible que Bauer llegue tan rápido a cada sitio.

Otro truco es la propia dinámica estructural de la serie puesto que aunque cada episodio narra lo que sucede de una hora a otra en punto (veinticuatro episodios en cada temporada), en realidad cada capítulo dura unos cuarenta y dos minutos, de tal forma que en esos paréntesis también nos hacen imaginarnos que es donde esos espacios muertos pueden ser los tránsitos de una localización a otra.

El malabarismo argumental está, por supuesto, en lo indestructible del personaje principal, Jack Bauer, porque si he referido que sufre todo tipo de lesiones y torturas casi en cada capítulo, cualquier mortal estaría en la UCI al primer revés, pero Bauer se recupera milagrosamente hasta el punto de que a los dos o tres episodios después de haber estado al borde de la muerte y muchas veces encamado, es decir, dos o tres horas después de tiempo real, el tío está como nuevo. Además hay que considerar que Bauer y muchos de sus compañeros en la acción están veinticuatro horas ininterrumpidas de acción, como para que cualquiera tirara la toalla, pero aguantan fresquísimos hasta el último episodio.

Al hilo de lo anterior y que ensalza más si cabe la figura de Jack Bauer es que cualquier intervención de campo, y son muchas, nuestro héroe va prácticamente a pecho descubierto, mientras que sus acompañantes van protegidos desde la cabeza a los pies, Jack apenas va con un chaleco antibalas, a veces ni siquiera eso, va a pelo, porque a flamenco no le gana nadie.

En realidad podríamos decir que todo esto son bagatelas, porque ya sabemos que es una ficción, aunque yo siempre intento buscarle las vueltas, y es que si no se hubieran planteado estas licencias la serie sería otra, probablemente mucho más endeble, más ligera, menos potente, o como diría el Fary, sería blandengue.

Así que si alguien quiere ver la serie, que pruebe con una temporada, hace muchos años la ponían en abierto en Cuatro, y disfruten de la acción, si son aficionados a este género, aquí la acción es desenfrenada y es muy entretenida.

Luego está el porte institucional de la serie que, como ya he apuntado, nos adentra en las entrañas de los gobiernos, los secretos de Estado, los acuerdos ocultos y, en definitiva, las cloacas de las administraciones. De las nueve temporadas yo diría que se suceden no menos de cinco presidentes de Estados Unidos, con sus correspondientes maridos o mujeres (que tienen su importancia y no poca) y, por supuesto, con un séquito de vicepresidentes, asesores, militares…, que también participan en la serie con sus cuitas, sus intereses y, en algunas ocasiones, con sus traiciones, porque no es improbable que alguno de ellos esté en el lado oscuro y tenga información privilegiada o esté directamente en contacto con los malos: terroristas, países beligerantes, asesinos a sueldo, etc.

Precisamente esa traición es un factor sorpresa dentro de la serie porque no solo en la Casa Blanca sino en la misma UAT quien parecía a lo largo de varios episodios alguien fiable o de confianza, se convierte en el garbanzo negro, ese que tiene hilo directo con los enemigos y está jugando a dos bandas, y generalmente por cuestiones de dinero o venganza.

En toda la serie están muy presentes las comunicaciones y en especial las telemáticas, aunque la serie se creó hace más de veinte años, los móviles, arcaicos al principio, los ordenadores, las conexiones a Internet, los GPS, los satélites…, son elementos con los que la UAT trabaja de forma más que hábil. De hecho la UAT es un auténtico centro de procesamiento de datos, donde se concentran los mejores y más valiosos analistas y hackers de Estados Unidos, una de ellas, la mejor amiga de Jack es Chloe O’Brian (Mary Lynn Rajskub), el apoyo perfecto para un agente de campo como Bauer, capaz de destripar bases de datos de criminales, de dirigir vía satélite cualquier intervención en un edificio, hacer un seguimiento de un vehículo por toda la ciudad, reparar archivos corruptos…, toda una crack.

La vida de Jack no es fácil, no puede llevar bien la vida familiar y mucho menos la sentimental, y ambas se entremezclan en cada temporada, su mujer muere en la primera temporada, con su hija lleva una relación de amor-odio, su padre es un criminal y sus hermanos también. Sus relaciones son complicadas porque las sacrifica casi por el interés principal, que por si no había quedado claro es salvar la humanidad completa. Incluso llega a ser peligroso ser amigo de Jack porque adonde él va todo el mundo sale trasquilado, incluidos los de los chalecos antibalas, porque ya sabemos que él es indestructible.

Esa vida intensa de Jack, incansable, y es fin último de imponerse a los malos cueste lo que cueste, hace que no solo sufra todas esas lesiones que hemos comentado, sino que en muchos casos va por libre y se salta las normas de sus superiores y, por ende, de los/as presidentes/as de Estados Unidos, y eso le genera conflictos importantes. Jack no se anda con chiquitas, Jack hiere, Jack tortura y Jack mata, y no mata poco, mata a saco, en cualquier intervención se carga a veinte o treinta, en cada temporada, se podría estudiar, mata a decenas de malotes. Entre todo ese animalario enemigo de pelaje diverso a veces liquida a gente de embajadas, incluye intervención en la propia embajada, es decir, en territorio extranjero, y eso hace que sea un proscrito para un montón de países que quieren su cabeza por encima de todo.

Con esta sucesión de fechorías de Jack, porque su máxima podría ser aquella de que el fin justifica los medios, al final de cada temporada no sale bien parado, todo el mundo reconoce que nos ha salvado a todos, pero como se ha saltado las reglas, o tiene que perderse o se ha de sacrificar e ingresar en una cárcel extranjera nada apacible. Es un sufridor, y sufre por todos nosotros.

Hay una excepción a la estructura temporal de la serie, la última temporada, la novena es de doce episodios de doce horas y tiene su localización en Londres, y además lleva como subtítulo «Vive otro día», por supuesto, Jack gana a los malos, pero acaba mal, entregado a los rusos y con sus huesos teóricamente en una cárcel de ese país, donde se quedará eternamente en la ficción, porque se han planteado algunas continuaciones pero dados los años que han pasado es improbable que esto ocurra, y desde luego no ya con Bauer o con Kiefer Sutherland, que en la serie estaba físicamente muy bien pero que una década después ya no se apreciará tan lozano como para seguir encarnando el papel de este sobrenatural agente.

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