CONCLUYERON LOS MUNDIALES DE NATACIÓN, ÉXITO ESPAÑOL, NINGUNO DE LOS NUESTROS SE AHOGÓ

Hugo González de Oliveira, el único 
nadador español con nivel mundial
Refería hace años el periodista José María García, cuando su espacio radiofónico era líder de audiencia en la medianoche, algo así como «Han terminado los Mundiales de natación, éxito español, ninguno de nuestros nadadores se ha ahogado». Esa reflexión jocosa de hace años resumía la realidad de nuestra natación en una tendencia que tristemente se mantiene, es decir, que Mundial tras Mundial fracasamos estrepitosamente, o lo que es lo mismo no tenemos nivel.

Para los puristas del deporte natatorio las estadísticas no nos dejan tan mal parados, porque con la natación sincronizada y el waterpolo solemos maquillar bastante bien el medallero competición tras competición, pero lo de nadar en la piscina eso es sinceramente otro cantar, y que no ganemos ninguna medalla no es como ahogarse en la piscina, siguiendo el chiste de «El Butanito», pero literalmente sí.

Es cierto que España fue un país subdesarrollado en el deporte durante el franquismo más allá del fútbol y que con la democracia consolidada el punto de inflexión lo protagonizaría la concesión de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, ahí es cuando empezamos a ponernos las pilas, a aportar dinero a las federaciones, a construir infraestructuras y a becar a deportistas para dedicarse de lleno al entrenamiento de calidad, pero la natación no ha sido nunca ese deporte que hayamos visto que «rompa», que se le vea una evolución o que hayamos visto florecer.

Sorprende y no poco que en un país como el nuestro con tantísimas horas de sol, con tan buenísimas temperaturas a lo largo de un montón de meses del año más, cuanto más al sur pongamos el foco y que permiten entrenar al aire libre, donde en casi cada pueblo, por pequeño que sea, hay una piscina pública, y cientos de kilómetros de playas para hacer natación en aguas abiertas, las estructuras de clubes de natación son muy débiles. Y por poner en contexto, ya sean piscinas públicas o privadas hay una por cada treinta y cinco habitantes en nuestro país. Por poner un ejemplo creo que en la provincia de Jaén hay apenas dos clubes de natación.

La sequía de medallas de España en natación en los grandes campeonatos es tan persistente que esto no puede ser fruto de la casualidad. Hoy por hoy la gestión federativa de la natación en nuestro país es de las más deficientes de todas las federaciones olímpicas existentes. Mira que soy aficionado al deporte pero esta es una de las federaciones de las que no conozco el nombre de su presidente ni lo he conocido nunca, entiendo que tengan que tener un perfil bajo cualquier federativo, pero no creo que aquí sea sinónimo de una estrategia positiva.

Y mi cabreo viene con ocasión del enésimo Campeonato del mundo en el que hemos vuelto a demostrar que en la piscina larga no somos nada. En este celebrado hace unos días en Fukuoka (Japón) tres paupérrimos puestos de finalistas, dos a cargo de Hugo González de Oliveira y otra del relevo 4x100 libres masculino y, por supuesto, lejos de las medallas. Y obviamente a apenas un año vista de los Juegos Olímpicos de París, ya podemos prever con bastante certeza que no vamos a conseguir ninguna medalla.

Los Mundiales de natación en piscina larga, y refiero este detalle porque aunque hay competiciones en piscina corta esta no es una distancia olímpica que es lo que cuenta al final (por supuesto nuestros resultados en piscina corta son tan irrelevantes como en la larga), se llevan celebrando desde el año 1973, y en estos cincuenta años se han celebrado veinte ediciones y nuestro palmarés es de dieciséis medallas, cuatro de oro, seis de plata y seis de bronce. De ellas hay algunos nadadores que repitieron medallas, tales como Martín López-Zubero (español de nacionalidad aunque criado en Estados Unidos y que hablaba con un fuerte acento americano), la magnífica Mireia Belmonte o el cordobés Rafa Muñoz, apenas siete nadadores distintos.

Al hilo de lo anterior la cosecha de medallas en Juegos Olímpicos es más decepcionante si cabe con ocho preseas (dos oros, dos platas y cuatro bronces), y estamos hablando de que la natación lleva celebrándose desde sus inicios en 1896, pero en aquella época es muy posible que en España ni siquiera habría nadie que supiera nadar.

Podría entender que, por lógica, España no triunfara, como así ocurre en deportes de nieve o de hielo, en los Juegos Olímpicos de invierno nuestras medallas apenas se cuentan con los dedos de una mano, no está bien pero hasta cierto punto es comprensible, pero aquí que casi desde que nacemos ya estamos bañándonos en una piscina o en la playa los resultados deportivos no son de recibo.

Reconozco tal y como he referido en alguna ocasión en esta bitácora que tenemos una errática política de gestión del deporte en nuestro país y que tendemos a echar todas las manzanas en el mismo cesto y no diversificamos tenemos los resultados que tenemos, y muy particularmente el fútbol acumula muchos recursos y sobre todo a muchos deportistas masculinos y femeninos que vagan por una inmensa estructura de categorías inferiores que terminan sus carreras sin ser nada y que si hubieran dirigido el foco a otros deportes (minoritarios) podrían haber tenido muchas más posibilidades de éxito.

La solución es fácil de leer y me imagino que complicadísimo de implementar, aunque creo que más que nada después de tantos años de un mal endémico no existe una voluntad clara de cambiar las cosas. Necesitamos a los mejores técnicos del mundo, extranjeros lógicamente, necesitamos un plan de detección de talentos, es preceptivo un plan potente de becas, es evidente que sin dinero, piedra angular, no hacemos nada y finalmente se requiere contar con los adecuados centros de alto rendimiento, que los hay pero habrá que reforzarlos o construir nuevos.

De todos esos elementos creo que el determinante sería el contratar a esos técnicos, porque con ellos vendría el resto, y cuando digo los mejores no digo los del montón, sino los que tengan experiencia demostrada en obtención de medallas. Australia tiene la mitad de población que España y en cada Campeonato del mundo o Juegos Olímpicos arrasan, cada vez, sin falta, generación tras generación, tienen estructuras que funcionan. O Hungría, un país con una tradición natatoria destacada.

Creo que ahora mismo hay en España algunos técnicos extranjeros, cuando Mireia Belmonte estaba en su mejor momento, hace ya casi una década, contábamos con el francés Fred Vergnoux, creo que el mejor entrenador que hemos tenido en nuestro país, experiencias como la suya deberían haber servido para seguir una línea ascendente que obviamente no solo no hemos conseguido sino que seguimos en claro descenso.

Y la reflexión que toca al respecto de lo anterior no puede ser más contundente, en cada competición oficial de nivel observamos cómo se baten récords del mundo, año tras año, la natación está viva, en evolución, eso no ocurre igual en el atletismo, y en consecuencia, el recorrido que tiene que hacer España es aún más laborioso. Desde luego creo que es impensable ponernos al nivel de Estados Unidos, China o Australia, pero sí pensar en que podemos acercarnos a nivel continental a esos países que cosechan medallas competición tras competición, tales como la referida Hungría, Reino Unido, Francia, Italia o Países Bajos.

La natación es un deporte que nos lastra bastante en los Juegos Olímpicos a nivel de medallero, apenas rascamos bola, y como ya he manifestado, en los de París tampoco vamos a tocar pelo. Y estamos hablando del segundo deporte que más medallas proporciona detrás del atletismo y eso es jugar con desventaja, con una notable desventaja.

Yo contrataría, costara lo que costara, al mejor entrenador de Estados Unidos o Australia; del mismo implementaría un sistema para que las universidades tuvieran un programa para que los deportistas pudieran estudiar, ser becados y entrenar al máximo nivel, al estilo de lo que se hace en Estados Unidos, aunque aquello es otro mundo.

Curiosamente en la competición afín en los saltos de trampolín apenas unos meses después de haberse contratado a un entrenador canadiense de origen cubano ya hemos visto cómo se ha elevado el nivel en nuestros deportistas. Y es que esa es la clave, hay que mirar cómo, por ejemplo, hace unos años no éramos nadie en tiro con arco y se decidió contratar a un entrenador surcoreano, y ahora ya pintamos algo en el panorama mundial.

A veces hay que fijarse también en la gestión, sea el deporte que sea, y ver qué hacen bien en otras federaciones, desde hace años, desde hace décadas; a este respecto no menos de dos décadas contemplan a la Federación de piragüismo que suma y sigue, en cada campeonato de Europa, del Mundo, o Juegos Olímpicos, se fue David Cal y otros recogieron el testigo. En esta Federación se están haciendo muy bien las cosas y algo podrán enseñar y transferir donde más se necesita.

Y dándole más vueltas a la gestión, en los Mundiales de natación paralímpica, que fue una semana después, ahí sí que España es una potencia, en realidad, España es una potencia en el deporte paralímpico; ahí también se están haciendo muy bien las cosas y desde hace décadas, también hay que fijarse ahí, porque la gestión del deporte adaptado a discapacitados es fantástica y en natación se logran triunfos por encima de esas otras potencias en la natación absoluta, la búsqueda de la excelencia también se puede encontrar ahí y habría que ver qué se puede trasladar a este deporte que en nuestro país casi nunca ha pintado nada, para ver si en el futuro logramos no solo no ahogarnos sino ser verdaderamente visibles.

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