"LILJA 4-EVER", DE LUKAS MOODYSSON

Lo he comentado en más de una ocasión en esta bitácora que vivo en una especie de juego de rol personal que me lleva a oír música que me recomienda un libro, o un libro que sale en una película o un cómic al que se alude en una canción, o tantas y tantas variables. Esta vez me ha ocurrido algo curioso y es que he visto una película referida en un libro antes de terminar de leer este.

Lilja Forever (Lilja 4-ever) es una película sueca de 2002 dirigida por Lukas Moodysson, no obstante, se grabó en ruso y es en Rusia precisamente donde se desarrolla buena parte de la acción. Es sinceramente una película desgarradora, un drama humano y social que representa la lacra de la prostitución y de la trata de mujeres como auténticas esclavas.

No traten de asistir a la película para entretenerse, sí que entretiene en el sentido ortodoxo de lo que es el cine, pero es una verdadera crítica social que viene a golpearte a lo largo de su metraje, sabes lo que va a ocurrir, lo sabes desde la primera escena, y el resto es un relato del sufrimiento de una persona que está abocada al fracaso vital.

Dicho esto y antes de hacer una exégesis de esta producción, es obvio que hay un hilo conductor que es la prostitución, y esto me obliga a hacer una brevísima reflexión que no es la primera vez que hago en este blog. La manifiesta hipocresía de las autoridades europeas y de medio mundo es patente, la prostitución existe y existirá, y solo hay una manera de minimizar todos los problemas sociales que arrastra, y es su legalización.

Lilja es una joven de 16 años, y verdaderamente la actriz Oksana Akinshina tenía esos años cuando la grabó lo cual le da mucha credibilidad al personaje, que malvive en un suburbio de una ciudad rusa, es algo gamberra, díscola maleducada, contestataria y no muy buena estudiante, pero claro, no ayuda el entorno, ni el lugar donde vive, ni una madre que vive con un hombre que no es su padre y que le hace poco caso.

Sus días giran alrededor del divertimento que supone la siempre procaz juventud, con una madre que no la controla demasiado, un ambiente que no es el más modélico y una ausencia de alternativas. Cada día es una alegría aunque en el fondo Lilja sabe que su futuro solo pasa por salir de ese pozo, y apenas puede confiar en su amigo Volodja (Artiom Bogutjarskij), un par de años más joven que ella, que es el que verdaderamente la quiere, en todos los sentidos.

Esa alternativa se avista en el horizonte, su madre le informa de que se van a ir a Estados Unidos, el futuro se abre. Lilja se ilusiona ante ese porvenir que no encuentra en su tierra y que en la nueva tierra de promisión espera encontrar. Pero la ilusión dura poco y la protagonista se enfrentará a una crudelísima realidad y es que su madre y su padrastro, en una decisión egoísta e inhumana, deciden dejarla sola en el piso, que le mandarán dinero y que cuando se asienten ya se podrá ir.

Ahí comenzará el periplo de Lilja hacia el submundo, dejada al «amparo» de su tía, esta la manda a un cuchitril de alquiler, no recibirá dinero de la madre y le cortarán la luz; para colmo Volodja que vive en una familia desestructurada se irá a vivir con ella, y como único entretenimiento tan solo les queda esnifar pegamento. Llamada por los servicios sociales le informarán de que su madre les ha enviado una carta en la que renuncia a su patria potestad afirmando que fue una hija no deseada. Lilja se verá abocada a ejercer la prostitución para mínimamente poder comer.

Ya sabe que ha tocado fondo y que lo que viene después no podrá ser mejor, sin embargo, conocerá a Andrej, un joven interesado en ella y que no pretende aprovecharse, se hacen novios y al poco él le propondrá que se vayan a Suecia, donde hay un nivel de vida mucho más elevado. A todo esto Volodja atisbará las no tan buenas intenciones de Andrej, pero Lilja ya lo tiene decidido. En el último momento Volodja pedirá a Lilja que le deje irse con ellos sin éxito. Al poco Volodja se suicidará.

Andrej no viaja in extremis a Suecia alegando la enfermedad terminal de su abuela, y Lilja viajará sola, allí la recogerá, su jefe, el que supuestamente le va a dar trabajo en la agricultura, y no tardará ni un rato tras aterrizar que su trabajo allí será el de prostituta.

El calvario continúa y lo único que atempera el ánimo de la protagonista es el recuerdo de su amigo, que ahora lo sueña con unas alas de ángel. Lilja era un prostituta en Rusia pero era libre, ahora en Suecia es prostituta y esclava, está prisionera en su piso.

El desenlace ya se ve desde la primera escena y más allá del destino de Lilja ya hemos recibido nuestra dosis de realidad con este drama que vivimos a diario, del que no queremos saber nada, y al que obviamente ni las autoridades hacen nada ni la sociedad, que somos todos, movemos un dedo para que esto deje de seguir igual.

La película rezuma un ambiente onírico, el de una joven que busca en sus sueños calmar sus heridas. Y también tiene un trasfondo levemente religioso, a Lilja siempre le acompaña un cuadro con una virgen que lleva de la mano a un ángel, es más que simbólico.

Una película que hará remover nuestras conciencias al son de la banda alemana de heavy Rammstein con un brutal Mein Herz Brennt (Mi corazón arde), casi tétrico, acongojante.

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