"LOS DÍAS QUE NOS QUEDAN", DE LORENA FRANCO

Por lo que sea no tengo suerte últimamente con los libros que elijo para mi lectura, este que reseño hoy he tardado menos y he comenzado después que otro que me está costando trabajo culminar, pero este en sí también ha tenido sus ratos complicados.

Ya he leído por ahí algunas opiniones cualificadas acerca de la calidad de las novelas, que ha menguado, será porque se han democratizado mucho las ediciones, o será que hay una pasión renovada en la sociedad, espero que sea así, por la lectura, y esa calidad media se reduce.

No es que sea esta una mala novela pero tiene sus cosillas que harán que no sea una lectura que la recuerde en un par de años. Al menos residirá aquí en mi blog, convertido ya en mi memoria virtual, y si alguna vez tengo la necesidad de saber algo de él o de su autora, tendré la posibilidad de mover los rescoldos.

Y es que he oído hablar mucho y bien últimamente de Lorena Franco y me pareció que alguno de sus libros podría ser una buena elección, es más, diría que la sinopsis me dio mejores sensaciones que la realidad aunque a priori parecía muy interesante, y el argumento está bien, la trama tiene su acción y es entretenida casi a ratos, concluyendo con que algunos detalles no me terminan de convencer.

La acción se sitúa en Llers (Girona) un pueblo de la Cataluña rural situado en la comarca del Alto Ampurdán, allí vuelve Olivia después de varios años. Olivia trabaja en un programa de televisión que intenta hallar fenómenos paranormales de esos típicos de casas encantadas, mansiones donde ocurrieron muertes trágicas o lugares donde se han detectado presencias. Con ocasión de un episodio Olivia sufre un accidente en la provincia de Soria que la tendrá en coma durante unos días.

Tampoco podemos decir que la vida de Olivia haya sido fácil, de niña, en Llers, sufrió la muerte de su madre, asesinada, lo que además será el punto de partida para la trama principal. Por otra parte, también sufre el dolor de la desaparición de su novio, Abel, cuando grababan otro episodio en Japón, en el bosque de Aokigahara, célebre por uno de los lugares icónicos para suicidarse; allí se perdió y nunca más se supo de él, y de eso ya han pasado casi diez años.

Su vuelta a Llers responde a su situación tras el incidente en Soria, en su estado convaleciente necesita oxigenar su mente, desconectar del presente y unirse a esa tierra de la que tiene recuerdos encontrados. Allí volverá a ver a sus amigos de niñez y juventud; a su abuela Virginia, huraña y maleducada; y por supuesto, todos aquellos recuerdos trágicos del asesinato de su madre, de su asesino y del cuerpo de ella que fue robado antes de su enterramiento.

Lorena Franco nos presenta un clásico drama rural con reminiscencias paranormales, con algo o bastante de brujería y mucho de la España profunda donde las tradiciones más arraigadas son capaces de romper la paz de un pueblo del que se presume que jamás ocurre nada.

Con la ayuda o casi el impulso de su antiguo novio Iván, lo que iba a ser un apacible descanso en la tierra que la vio nacer, comienza a convertirse en un desafío para desvelar qué es lo que ocurrió con su madre hace veinte años. Tan apacible era ese descanso que, de principio, ella no quería saber nada del asunto, pero la puesta en libertad de Fidel, el asesino de su madre, al que un coche lo atropella y lo mata nada más salir de la cárcel, así como la sucesión de otra serie de asesinatos en el pueblo, la llevan a desmadejar lo que está ocurriendo y lo que ocurrió, pues todo parece tener una conexión.

Todo empieza a mezclarse de una forma demasiado enrevesada, el cóctel sale regular, y es que aunque todo es una ficción le falta mucha veracidad, hilar bien la trama que se deshace claramente página a página, es todo muy forzado. Las gentes normales del pueblo son criminales en potencia, o tienen ansias de venganza, o traumas, o ver cosas donde no hay, cuando no apelan a tradiciones de hace siglos.

Para colmo, en todo el relato donde hay varias muertes, y se supone que la acción es hoy, apenas tres o cuatro años atrás, la policía no existe. Nadie hace nada, nadie se interesa por nada, es más, si quieren buscar el nombre de algún miembro de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, no lo van a encontrar, sorprendente, y eso de ya es de por sí una tara muy importante para el entramado discursivo.

Se deja leer el libro, no lo voy a negar, porque está bien escrito y tiene algunas partes de acción que pueden entretener. No obstante, el abuso de personajes es patente y sorprende su afección asesina de alguno de ellos a tiempo parcial, como si durmiera en ellos el espíritu criminal y solo despertara de pascuas a ramos.

En fin, novela que podría haber mejorado con la intervención policial. Y yo diría, a propósito, que la apelación a lo paranormal es absolutamente prescindible, entre otras cosas, porque nada sobre esos fenómenos está probado. Y yo soy bastante incrédulo al respecto, y que meta esta temática que no tiene soporte científico es aquí muy forzada.

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