"TRES ENIGMAS PARA LA ORGANIZACIÓN", DE EDUARDO MENDOZA

Igual que estoy leyendo mucho últimamente a veces no acierto muy bien en mis elecciones, y es que no sé si lo he comentado en alguna ocasión ya en este blog, y si no lo he comentado lo he pensado, que, por las razones que sean y que daría para escribir ampliamente, se está editando mucho en estos últimos años y no todo es bueno, y mira que siempre estamos con el debate relativo a que la población española, o por extensión la hispanohablante, no lee lo suficiente.

Y no digo que muchos volúmenes no estén bien escritos y que puedan entretener, pero es que a la hora de la verdad te dejan muy poco poso y se convierten apenas en un chicle de usar y tirar, y gracias a que tengo este blog que me sirve como memoria virtual, al que podré acudir siempre que quiera, porque de algunos libros que leo no me acuerdo de nada en muy poco tiempo. Y se está juntando que leo mucho y que algunas lecturas no me gustan nada, así que termino de leer y ya ni siquiera hago el correspondiente reporte en este blog, es decir, que ya estoy utilizando un inédito filtro que hasta ahora no había implementado.

En estos meses estoy leyendo alguna que otra lectura con escaso sedimento, más de lo común, aunque también puede ser que me haya cogido en un estado de ánimo un tanto bajo y esas lecturas me impregnan menos. Precisamente por todo ello me he autoimpuesto como hoja de ruta que debo recibir estímulos optimistas y trato de ver series de televisión o películas del género comedia, y no veía por qué no podría dirigir ese mismo horizonte hacia la literatura.

Esta vez quise ir a caballo ganador y el ofrecimiento que me había hecho unas semanas atrás mi amigo Miguel Ángel Angosto me parecía más que idóneo, acudir a un escritor consagrado y con una portada que era el preludio de una narración cómica y desenfadada.

Y es que apostar por Eduardo Mendoza es acierto seguro, huelga decir que estamos ante uno de los cinco mejores escritores vivos de la literatura en lengua española, y Eduardo, que no es un niño precisamente, aún sigue teniendo vitalidad e ingenio, tal y como pude comprobar en la entrevista que le hicieron en «El hormiguero» hace unas semanas con ocasión de esta novela, y vamos a seguir disfrutando de su genialidad mientras las fuerzas físicas y mentales se lo permitan.

Si suelo leer con presteza, cuando algo me gusta leo más rápido si cabe, y con este libro me ha pasado, tampoco es que fuera un tocho, tiene algo más de trescientas páginas, pero lo he liquidado en apenas una semana.

Necesitaba esto, un libro bien escrito, con acción y con retranca. Sólo al bueno de Mendoza se le puede ocurrir una trama tan chisposa que te hace sonreír en cada párrafo, y luego es que tiene unos personajes que nada más que por el nombre tú sospechas que el cachondeo mayúsculo va a impregnar todo el relato: la señora Grassiela, Pocorrabo, Monososo, la Boni, Buscabrega, el nuevo, el taxista…, ¿qué puede ir mal con estos apelativos tan sugerentes?

En los entresijos y cloacas de la administración del Estado hay una organización un tanto secreta, anclada estructuralmente desde la Dictadura para investigar sobre asuntos donde el solapamiento de distintos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado impiden su correcta resolución, o sea, que meten las narices en lo que no está suficientemente bien tratado en términos oficiales, y es más que probable que sea por carencia de interés, lo cual a la organización le da un poco igual. Organización que, por cierto, en el colmo del histrionismo pues recibe fondos para su mantenimiento, no muchos, con cargo a una partida de bailes populares, de tal guisa que los miembros de tan curioso grupo tienen que celebrar públicamente una vez al año, para su disgusto, una actividad lúdica en la que se engalanan con trajes regionales y cubren el expediente con el consiguiente ridículo.

La organización que se mueve entre el secretismo y el indudable absurdo goza de unas oficinas en el centro de Barcelona donde está la sede y que para mayor despiste del respetable cuentan con las siguientes cuatro placas en el exterior del edificio:

2.º 1.ª Arritmia. Obesidad. Demencia. Todo lo cura el doctor Baixet. 2.º 2.ª Academia Zoológica Neptuno: Se adiestran simios. 2.º 3.ª Delitos fiscales, embargos, decomisos, expedientes. Borrachuelo & Associates. 2.º 4.ª Duró Durará. Reparación de lavavajillas, aspiradoras, planchas, cafeteras y demás efectos del hogar.

La cuestión para la organización es que en ese propósito de indagar en cuestiones donde las autoridades no han puesto suficiente atención ellos tratan de sacar rédito y justificar su precaria existencia. Así que como son tan «perspicaces», dicho esto con sorna, tratan de buscar algún punto en común entre estos tres extraños casos: la aparición de un cuerpo sin vida en un hotel de Las Ramblas, la desaparición de un millonario británico en su yate y las singulares finanzas de Conservas Fernández.

Los miembros de la organización son, cada uno de ellos, de lo más singular, es más, diría que cada personaje daría para una novela, porque sus vidas pasadas y presentes son de lo más peculiar. Por cierto, que el nivel retributivo de la organización es tal que sus integrantes deben buscarse la vida para completar un sueldo digno, una de las chicas de la organización, por ejemplo, trabaja en una casa dando conversación y compañía por las noches a una señora mayor que tiene palique para rato.

Pues nada, con la «docta» sapiencia del jefe, la organización se pone en marcha para desvelar los intríngulis de esos tres casos. Si algo tiene la organización de bueno es que sus miembros son tan vulgares que pasan desapercibidos, o sea, que pinta de policías tienen bastante poca, con lo que eso les beneficia a la hora de hacer sus pesquisas.

La novela no parará de ir enredo en enredo con la incorporación de nuevos personajes que también son tan curiosos como la vida misma, y esto a su vez llevan a la organización a situaciones de lo más surrealista.

Y resolver resolverán, no desvelo nada, pero es que tampoco va a interesar demasiado lo que ellos lleguen a dirimir, aunque en toda esa evolución de la historia pasaremos unos ratos geniales divirtiéndonos por distintos lugares de Barcelona y su periferia adonde nos lleva Eduardo Mendoza y que me inspira a visitarla con más ahínco en el futuro, algo que no he hecho jamás.

En definitiva, un nuevo triunfo de Eduardo Mendoza que garantiza risas y entretenimiento, y con esa mezcolanza con facilidad uno liquidará la lectura en pocos días.

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