"LA BESTIA", DE CARMEN MOLA

Como llevaba una media de novelas un tanto fallidas últimamente, que no me habían terminado de enganchar aunque las hubiera terminado, he vuelto un poco a lo seguro, a lo comercial, que no es que sean obras maestras pero que, avaladas por premios literarios de cuantiosos emolumentos, son marchamos de buena narración y de entretenimiento asegurado.

De vez en cuando leo alguna novela ganadora o finalista de los premios Planeta, no todo lo que he leído me ha gustado, para gustos colores. No obstante en esta «La bestia», ganadora en 2021, concurrían varias circunstancias extraordinarias, para empezar el momento, era en ese año postpandémico, donde todos seguíamos llevando mascarillas y como consecuencia de ello había habido, afortunadamente, un repunte de la lectura en nuestro país. Y luego el autor, Carmen Mola, un pseudónimo bajo el que se escondían los escritores (guionistas) Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, en un alarde de sincronización de estilos para concebir una novela rica y sorprendente, a tenor de lo que he leído.

Casi a la par que terminaba el libro, la coordinadora de mi grupo de lectura y recentísima nueva amiga Teresa Ruiz me ilustró acerca del modo en que escribía este trío para dar la impresión de que, en realidad, está hecho por una sola mano y por una sola mente. Por lo que me comentó y tuvo la ocasión de preguntarle a uno de los tres escritores en una firma de novelas el pasado año en la Feria del libro de Madrid, no está escrito solo por uno, como yo presuponía, y los otros dos están al lado, sino que al lado o no, cada uno escribe una parte o capítulo de la novela, imagino que con unas pautas previamente consensuadas, a modo de borrador de guion, porque si no, no es fácil conseguir una novela tan perfectamente escrita sin que se note que hay tres mentes detrás, cada uno con su estilo.

Y es que verdaderamente no se nota para nada, no lo sospecharon ni los más expertos en novelas, aunque seguramente algunos estudiosos del estilo literario, tal vez en un trabajo de investigación muy sesudo en una universidad podrían deducir rasgos de cada uno a lo largo de los distintos pasajes de este libro, pero esa no es cuestión que yo tenga que dirimir aquí.

Y sí, la novela me ha gustado y mucho, aunque pueda tener el embalaje de novela histórica, la trama está tan bien narrada que aunque ya sabemos que se desarrolla hace más de dos siglos podría pasar por una historia de hoy, con las lógicas diferencias temporales y adaptaciones argumentales.

Todo se desarrolla en el Madrid de 1834 donde una epidemia, la de cólera, condiciona la vida de sus habitantes y, de hecho, la convivencia con la muerte se ha vuelto tan normal que los cadáveres son tratados ya más como objetos que como seres humanos que han abandonado la existencia. Tal vez podamos pensar que los autores se inspiraron algo en el COVID para establecer una conexión, aunque fuera obligada, con la situación crítica por atípica que vivimos y porque nos hizo plantearnos por momentos nuestro futuro por miedo y por incertidumbre. Por ende en aquella época, el cólera, que fundamentalmente se nutre de la escasez de higiene especialmente en aguas y alimentos y, por extensión, en el devenir diario de las personas, se ceba en las clases sociales más bajas, las que viven hacinadas y cuentan con pocos medios para proporcionarse un entorno limpio e higiénico.

En esos días donde el cólera lo inunda todo ha surgido en paralelo una sucesión de secuestros de niñas jóvenes y algunas de estas que aparecen en algún descampado totalmente destrozadas. Diego Ruiz, un modesto periodista que malvive de las noticias que le publican, se siente profundamente interesado por esta ola de asesinatos y ensañamiento, además ha empezado a surgir en la población el nombre de la Bestia, un ente no humano, porque no se comprende de otro modo por la supersticiosa gente de aquellos tiempos, capaz de desmembrar cuerpos de una forma despiadada.

Claro que, Diego Ruiz, casi camina solo, porque sus mejores amigos no están por la labor. Ni el director de su periódico Augusto Morentín piensa que la noticia pueda tener algún interés, ni su colega de juergas, Donoso Gual, antiguo celador real y ahora guardia local, le da bola, prefiere meterse en pocos líos y seguir con una vida de tabernas y jolgorios intentando escapar de la otra bestia que es el cólera y que acecha a todos los habitantes de Madrid, casi sin importar el estrato social.

Paralelamente a ello conoceremos a Lucía, una jovencita de fuertes convicciones, perspicaz y de gran fortaleza interior, que a su corta edad es la encargada de sacar adelante a su madre enferma, y a su hermana pequeña Clara, a la que protege por encima de todo.

La novela no nos esconde a la Bestia, o teóricamente no, desde el principio nos aparece un gigante, Marcial Garrigues, que es, en realidad, un antiguo soldado, un tipo que atemoriza por su tamaño y que con su cara quemada le otorga un aspecto siniestro, y del que se presume inicialmente que está detrás de los execrables crímenes.

Pero iremos descubriendo que la Bestia es algo más, tanto que con la muerte de Marcial a manos de Lucía se rompe tal vez el último eslabón que podría informar a esta acerca del paradero de su hermana.

A todo esto Diego Ruiz se ha enamorado perdidamente de Ana Castelar, una aristócrata que se convierte en un alma buena en medio de tanto caos, y que acude a hospitales para dar aliento a los enfermos de cólera.

Otros personajes se irán entretejiendo en la acción y, efectivamente, sabremos desde el primer momento dónde están las niñas secuestradas, cómo están sufriendo y cuál es el oscuro fin por el que un grupo de personas las mantienen allí.

La gran novedad de la novela es que un poco al estilo de lo que veo últimamente en películas o series de televisión los autores no tienen problema en liquidar a personajes principales de forma muy prematura. Y es que los buenos serán malos y los malos no lo serán tanto, esos giros de guion que te sorprenden y que te hacen buscar nuevos buenos, o si acaso, si la novela tendrá el final que a todos nos gustaría.

A falta de nuestro paladín particular será un soldado carlista Tomás Aguirre, hecho pasar por religioso, el que continuará con la investigación que había iniciado Diego Ruiz. Con Lucía y Donoso, que no son héroes al uso, porque cada uno tiene sus intereses particulares y otros dilemas morales.

Lo cierto es que, sin desvelar demasiado de la trama, veremos que hay una especie de embrollo político que tiene enfrentados a los carbonarios y a los carlistas. Los carbonarios, convertidos en una logia, pretenden alcanzar el poder de la manera más abyecta posible.

Sin duda una novela apasionante y llena de acción que ha enganchado a la mayoría de los que la han leído, a mí también. Entretiene, no decepciona, y está escrita de tal modo que pensarías que solo hay una mente pensante.

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