"SE ALQUILA", DE GONZALO FERREÑO

Confieso que aunque soy un amante del teatro estoy lejos de ser un experto, y eso que lo he practicado, de hecho, diría que me he tomado unos años sabáticos en busca de una nueva oportunidad. No era esta una afición que tuviera especialmente alimentada, fue con la pandemia cuando consumí teatro a través de la Teatroteca, y hace un año o así, me propuse ver el mayor número de obras teatrales en directo que fuera posible, ya no bastaba con verlas en Internet.

Lo que sí es cierto es que leer leo poquísimo teatro, casi nada, y prometo, o al menos lo voy a intentar, solucionar este déficit. Precisamente por eso de que no leo demasiado teatro y que apenas llevo unos tres o cuatro años de rodaje, no tengo suficientes tablas para opinar de manera ilustrada sobre la fisonomía del teatro actual en España.

No obstante, no me arredro y, como siempre, tengo criterio y entro al saco, y me hago una idea de cómo funciona el teatro. Tal vez lo que exprese sea materia para el doctor Obvio pero con esto me permito introducir la última obra que vi en directo. A ver, el teatro tiene inmediatez, cercanía, diálogo con el público, nunca es una representación igual a otra, está sujeta a errores, generalmente se busca el agrado del público y, dicho esto, hay sobreabundancia de comedia.

Y me quedo con esto último para manifestar que el teatro es una especie de monólogo compartido, de chiste más o menos inteligente, de golpe sarcástico, de gag ocasional, de despensa de risas…, casi el éxito se mide en las risas que puedas generar en los que te están viendo, de tal forma, que los actores sienten esa retroalimentación, les hace estar más cómodos, pueden interpretar con todos sus sentidos.

Pues esa es la diferencia con el cine o la televisión, que en estos formatos el desarrollo trasciende su duración, uno busca en una película el trasfondo, el porqué, la reflexión; y en el teatro, especialmente en la comedia, no hay tanto, todo se queda en esos ochenta o noventa minutos de espectáculo en directo, de magia en el escenario, donde los actores nos hacen sentir que son otras personas y tú te olvidas de todas tus penurias por ese momento y no pierdes la atención, porque aquí no se repite nada.

No sé si mucha gente que me lee lo sabrá porque tampoco recuerdo haberlo comentado en el blog, y es que a mí me cuesta mucho trabajo reír que no sonreír, y sobre todo a carcajadas. Recuerdo perfectamente la última vez o las últimas veces que me reí a carcajadas, como son pocas ahí está la demostración. Y no, no me he reído en el teatro de comedia ni últimamente ni nunca tal vez, eso quiere decir que me falta más ingenio en lo que veo, y con eso no digo que está mal lo que percibo, me hace gracia y eso, pero no carcajadas; de hecho, me molesta mucho que la gente a mi alrededor, convertida casi en risas enlatadas, se ría con todo, incluso con los chistes más cutres, incluso cuando no hay chistes, incluso haciendo comentarios en voz alta, que muchas veces no sé a qué vienen, bueno sí, a que hay gente muy irrespetuosa.

Tampoco es que me hayan gustado demasiado las risas enlatadas en las series de televisión, como obligado a reírte por obligación, pero cuando estás en un teatro los que ríen parecen decirte que te tienes que enganchar a la risa colectiva, así que cuanto más ríen con chistes sin gracia yo pongo mi cara más seria, y la que tengo se me nota mucho.

Así que ya sé que me enfrento a las obras de teatro en directo como un rato de entretenimiento y luego no le doy demasiadas vueltas. Esta representación que hoy traigo a colación tendría el calificativo de aceptable, con chistes facilones, trama sencillita y con mensaje social prácticamente inexistente.

Los antiguos presentadores de televisión, célebres allá por los años 90, Andoni Ferreño y Agustín Bravo nos presentan «Se alquila», obra escrita por Gonzalo Ferreño y adaptada por Joan Femoll, con la dirección del propio Andoni. Es una comedia ligera, tan ligera que es insustancial, a lo que llega es a entretener y poco más.

Ander (Andoni Ferreño) es un actor venido a menos, esperanzado en que alguien le dé una nueva oportunidad o la gran oportunidad, que lo saque del ostracismo o de cierta apatía existencial. Mientras busca ese golpe de suerte, entre que necesita algo de dinero y tal vez que la soledad le abruma, decide compartir su vivienda.

Un aspirante a inquilino llega a su hogar Rafa (Agustín Bravo), y lo hace porque con algo más de media vida superada se encuentra en un punto de inflexión, quizás esa crisis que a lo mejor todos tenemos alguna vez, y decide apartarse «temporalmente» de su mujer, es posible que en ese arrebato, que no voy a justificar, de que muchos piensan que su vida matrimonial les impide realizarse y que una vida es larga para no poder disfrutarla en todas sus expresiones, y que eso le pasa a la gente que se divorcia, yo lo estoy pero esa no fue mi causa, aunque para otras personas sí.

El caso es que Ander no tiene otro modo mejor de aprobar una posible incorporación a su hogar que haciéndole a su interlocutor un test de lo más absurdo. Cualquiera pensaría que una batería de preguntas suelen hacerse en una situación de este tipo, tendentes lógicamente a conocer a grandes rasgos la personalidad del que tienes enfrente, todo un desconocido, pero las preguntas de Ander son más incomprensibles que otra cosa, y de la sorpresa de Rafa se pasa a un diálogo absurdo entre ambos, que deriva en escenas sacadas de quicio y algunas forzadas (me gustan poco las autorreferencias y, en este caso, que se haga alusión a la antigua faceta de ambos, la de presentador), también canta Agustín Bravo en otro de esos momentos al que no le veo el sentido. Es justo por ahí cuando la gente ríe sin justificación y yo pongo la peor de mis caras, pero bueno.

Por salvar algo la puesta en escena, tampoco estaba tan mal pero mucho menos de lo que esperaba, justo en los últimos cinco minutos hay un giro en la trama y eso me pareció lo más interesante e ingenioso de todo, y es que Ander pudiera haber logrado el mejor papel de su vida. Obviamente no voy a desvelar ese giro, pero quien quiera que me pregunte.

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