LA LUCHA, EL DEPORTE MÁS GENUINO Y ANTIGUO DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Tengo siempre interés cuando se celebran unos Juegos Olímpicos en imbuirme en esos deportes que no suelo ver prácticamente nunca, sobre todo porque el acceso a retransmisiones de esas disciplinas minoritarias escasea. Y si algo tiene bueno los Juegos Olímpicos es que absolutamente todas las competiciones se pueden visionar en la web de la organización, con lo que puedes tirarte horas y horas viendo cómo se desarrolló tal o cual jornada.

Y esto me ha ocurrido con la lucha, tanto la libre como la grecorromana, en estos pasados Juegos Olímpicos. Mi blog mantiene una curiosidad que con el paso del tiempo pudo ser premonición y ahora ya casi olvido, y es que hace más de ocho años, en septiembre de 2016 y acabados los Juegos de Río de Janeiro yo ensalzaba la figura del luchador cubano de grecorromana Mijain López Núñez, un titán que, de conseguir el oro en Tokio, cuatro años más tarde superaría a otro mito de esa misma disciplina, el ruso Alexander Karelin, superando los tres oros del titán europeo.

El coloso Mijain no solo vencería en Tokio pese a que ya tenía 39 años, lo que me granjeó no pocas visitas a esta bitácora y comentarios muy entusiastas en esa entrada por parte de aficionados, especialmente cubanos, sino que en una gesta que yo no me atreví a aventurar alargó su carrera deportiva y se impondría igualmente en la competición olímpica que se disputó hace unos meses en París. De algún modo, ese artículo mío envejeció regular, de lo que cual me alegro por el cubano, muy fanático de la causa de su «gobierno revolucionario».

Precisamente el logro de López Núñez es lo que me impulsó a ver esa competición y otras de lucha grecorromana y de lucha libre olímpica; creo que he gastado varias horas en empaparme de estos deportes, no solo por saber más de ellos sino porque, además, he encontrado un disfrute insospechado, que es lo que me inspira a hacer esta entrada.

Es evidente que si yo sé poco de estas disciplinas, la lucha libre olímpica y la grecorromana son hermanas con similitudes y diferencias, es que en España es un deporte más que minoritario, de hecho no hemos llevado a ningún deportista a París y, por fortuna, tenemos una «rara avis» en la figura de la luchadora vasca Maider Unda que logró bronce en Londres 2012, casi flor de un día en un deporte que deja bastantes medallas y que tenemos escasamente desarrollado, y esto no cambiará por desgracia.

Llegaba a mis horas de asueto visionando competiciones de lucha tras haber visto unos cuantos combates de judo, por aquello de que ese sí que es un deporte más popular y donde España tiene deportistas que no lo hacen mal y que están siempre a punto de medalla, de hecho este año el madrileño Fran Garrigós conseguiría un meritorio bronce.

Pero el judo me aburre, lo digo sin paños calientes, se ve que la igualdad de fuerzas impera y casi no se ve nada en un combate de cinco minutos que se puede extender más si nadie ha conseguido puntuar, y ocurre no pocas veces. Son minutos de agarres y estirones, de intentos de llaves que no llegan a nada, y apenas termina todo en cuanto hay una acción favorable para uno de los contrincantes; tal vez sea esa la clave, no te puedes relajar ni un poco, sobre todo en el tiempo añadido, donde el que primero hace una acción positiva es el que gana, fomenta demasiado conservadurismo que se traduce en el espectador en un deporte poco vistoso, donde casi no pasa nada.

La lucha, que por cierto es uno de los deportes más antiguos de la humanidad, ha ido metamorfoseándose a lo largo de los tiempos pero no cambia mucho su esencia desde que en la antigüedad nuestros ancestros se batían el cobre para ver quién era el más fuerte, es un cuerpo contra otro cuerpo, fuerza de brazos y de piernas donde la indumentaria es mínima (maillot y protege orejas, este último opcional) para mantener el decoro, porque aquí no hay los típicos agarres del kimono en el judo que casi es una extensión más del cuerpo.

Las grandes diferencias entre la libre y la grecorromana se resumirían en que en la lucha grecorromana está estrictamente prohibido agarrar al oponente por debajo de la cintura, hacer zancadillas o utilizar las piernas de manera activa contra el contrincante para la ejecución de cualquier acción, de tal modo que todo depende de la fuerza del tronco y los brazos, con lo que las técnicas son más limitadas, de hecho no tienen que flexionar las piernas los luchadores grecorromanos porque no es una zona de ataque.

En contraposición en los estilos de lucha libre y lucha femenina sí se permite agarrar las piernas, hacer zancadillas y usar activamente las piernas para ejecutar cualquier acción, hay muchas más llaves.

De algún modo todas las luchas aúnan aspectos que a buen seguro dieron lugar a otras disciplinas deportivas, el mismo judo, el sumo y seguro que otras tantas ya que hay un montón de luchas, incluso regionales en España, cada cual con sus reglas que son derivaciones de la lucha original.

Y la parte importante y por la que me he enganchado a la lucha es que los combates son mucho más dinámicos que en el judo. Puede haber una técnica ganadora pero no suele ser lo normal, hay muchas posibilidades de puntuación y, de hecho, los luchadores van acumulando puntos en función de las técnicas utilizadas y gana el que más puntos obtiene al final del combate o el que haya llegado antes a ocho puntos en la grecorromana o diez en la libre. Incluso el empate no es posible o muy difícil, salvo que se empate a cero y eso no lo he visto nunca, ya que esas igualdades se deshacen con los siguientes criterios: 1. El valor de los puntos técnicos. 2. El menor número de amonestaciones. 3. El último punto técnico.

Aquí los árbitros se mojan y siempre deben verificar que hay un luchador más pasivo que otro, así si después del minuto dos ningún luchador llega a conseguir un solo punto, el árbitro deberá obligatoriamente parar el combate y designar un luchador pasivo, que será llevado a una posición de castigo, situándose boca abajo, y esa acción va a generar puntos sí o sí, si consigue una técnica punto para el luchador activo, pero si en treinta segundos no consigue una técnica que le dé puntos, entonces el que puntúa es el pasivo. Esto es particularmente decisivo en la lucha grecorromana donde como he referido es más limitativa en llaves por aquello de que solo luchan de cintura para arriba.

Los combates son muy divertidos, explosivos a veces, plenos de fuerza pero también de estrategia, y sobre todo ver unos hombres y mujeres llenos de músculos pero que son muy ágiles y se sacan de la chistera, de la nada, alguna técnica que ni te la esperas. Particularmente impactante es ver cómo en una de esas llaves un luchador es agarrado y pierde el contacto con el suelo literalmente, es cuando el otro le voltea en lo que se denominan técnicas de gran amplitud, que en el argot de la lucha se llaman tradicionalmente suplex y que son muy espectaculares, y obviamente puntúan el máximo posible que son cinco puntos.

Al ser un deporte muy explosivo no está exento de peligro especialmente cuando se ejecuta una técnica de gran amplitud ya que los luchadores que son volteados aterrizan con la cabeza y el cuello, y en los Juegos Olímpicos hubo una luchadora olímpica que sufrió un fuerte esguince cervical, la rumana Catalina Axente, y se tuvo que ir del tapiz con collarín y en camilla, afortunadamente todo quedó en un susto.

Ah, y por supuesto, también tenemos el challenge, VAR o revisión de vídeo, a petición de los deportistas o sus entrenadores. Soy muy favorable a la utilización de las nuevas tecnologías que aportan mayor justicia a los deportes y que minimizan la inevitable imperfección del ser humano para juzgar, por ejemplo en este deporte, una acción que hay que apreciar en apenas décimas de segundo.

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