"AGUA Y JABÓN", DE MARTA D. RIEZU

He llegado a un momento en mi vida en que voy tomando determinaciones, que no dudo que en algunas casos puedan ser provisionales; determinaciones que marcan mi día a día. La última, remedando a un personaje de la película «Asignatura aprobada» y que creo que se le atribuye al novelista y guionista Rafael Azcona, es esa de «como en la calle, en ningún sitio». No se me ocurre mejor sitio para oxigenar la mente y aprender, tanto del ambiente como de la reflexión interior, a falta de compañía, que pasar el mayor tiempo posible fuera de tu casa.

Pero es que al hilo de eso hay otra magnitud complementaria y es que debes rodearte, siempre que puedas, de gente que te aporte, o mínimamente dejarte aconsejar por los que saben, justo en lógica contraposición a eso de que debes huir de personas tóxicas, negativas, y sobre todo de ignorantes que se creen que no lo son. Así que cuando no estoy en la calle y el tiempo libre me lo permite trato de seguir la opinión de gente influyente, e intento buscar a esa gente en los lugares más insospechados; no son grandes famosos, no son influencers pero, ahí está lo bueno, son de rango cultural tan elevado que seguirles el hilo no es tan fácil. Una de esas joyitas que atesoro es Óscar Díaz, un tipo que hace un tiempo ganó Pasapalabra, logro que está sólo al alcance de superdotados o personas fronterizas con eso que se llama hoy las altas capacidades.

Hace ya unos meses Óscar Díaz colocó en Twitter un listado de libros imprescindibles que había leído, más de medio centenar de libros, para un tipo que trabaja, que tiene cierta fama, ya percibes que para ser quien es y adonde ha llegado (profesionalmente es traductor y trabaja en gestión de torneos de golf) ya percibes que mucho lo debe al conocimiento, eso son horas leyendo muchísimo, aprendiendo. Así que mi nueva máxima, otra determinación (provisional… casi definitiva), es aprender de los que saben.

Óscar Díaz es un tipo que ha triunfado y al que admiro, hace poco puso una foto de sus abuelos en Twitter, podría haber sido la foto de muchos de nuestros abuelos, la tuya y sin duda la mía, en una zona rural al lado de un burro. Óscar Díaz encarna el gran milagro de la España del último medio siglo, la de los boomers, y es el de la clase media que en una o dos generaciones superó la pobreza y el analfabetismo, y creyó en que sus hijos debían prosperar y muchos padres hicieron el esfuerzo de procurarles estudios universitarios, siguiendo esa máxima tan bonita y que yo siempre defenderé de que los hijos tienen que superar a los padres.

Pero mire usted por dónde que a la primera elección ya ha saltado la sorpresa en Las Gaunas porque este libro que hoy traigo a colación podría calificarlo como un regalo inesperado. Elegí este libro de varios de los recomendados por Óscar Díaz, ya tengo otros esperando su turno, por ninguna razón especial, quizá el título, es más, pensaba que era una novela y es, en realidad, un ensayo.

Es un ensayo pero más que nada por el puro hábito de encasillar en un género literario a todo lo que leemos en forma de libro, pero es en realidad un diario no cronológico, una autobiografía genialmente desordenada a través de la experiencias vitales de la autora. Todo lo que sea y mucho más, porque imbuirse en el impulso vital de Marta D. Riezu es adentrarse en un rico mundo de libros, conocimientos, viajes, personajes… Pues sí, si a Óscar Díaz hay que arrimarse lo de Marta D. Riezu ha sido un descubrimiento improbable.

Marta D. Riezu es periodista especializada en moda, no la conocía, escribe o ha escrito en periódicos de tirada nacional y en alguna de esas revistas de moda (ahora escribe en Elle), tal vez superficiales, que yo no leo. Que esa revistas yo las califique de superficiales no quiere decir que lo sean ni que la gente que escribe en ellas lo sea, Marta está a años luz de ser superficial.

El título de «Agua y jabón» dice la autora que hace alusión a la respuesta que dio una vez el modisto y fotógrafo Cecil Beaton acerca de qué era la elegancia, eso, agua y jabón, y para tratar de explicarlo nos traslada que lo elegante es lo sencillo, lo honesto, lo de toda la vida. Por eso Marta le da vueltas a esa idea y trata de trascender desde lo cotidiano, desde esos gestos elegantes que cada uno tiene y de los que no somos conscientes, así que el subtítulo es «Apuntes sobre elegancia involuntaria». Sí, con agua y jabón, gestos sencillos y elegantes como lavarse las manos cada día varias veces te da una elegancia momentánea pero absolutamente digna.

La autora hace una división en temperamentos, objetos y lugares, es parte de su vida personal, pero sobre todo parte de su acerbo, es lo que ha leído, la gente que ha conocido, los lugares que ha viajado…, una vida muy rica que denota que estamos ante una mujer superlativa, intelectual pero con discreción, también de esa clase media, en este caso de familia que emigró a Cataluña, y que le proporcionó esos estudios que le abrieron el mundo entero.

Marta D. Riezu lo escribe todo con la propia elegancia que ella proyecta en su título y símbolo del mismo, enseñando sin pedantería. Y así, por eso digo que es un hallazgo improbable o inesperado, las múltiples alusiones a libros, lugares, películas, personas, edificios…, también me abre a mi un mundo de aprendizaje y búsqueda de lo que no conocía.

Y es que como el libro es caótico en su estructura, son como píldoras de información, tú puedes leerlo desordenadamente si quieres, yo lo he leído casi del tirón, pero a cada página te tienes que ir a Internet y te muestra un horizonte inédito y dices que por qué no te la encontraste antes en tu camino.

Claro que de esta lectura gozosa de «Agua y jabón» hay un hándicap, y ese es el tiempo, Marta viaja, vive, conoce a gente importante y, al igual que Óscar Díaz, también lee mucho o mismamente ve cine, y a mí el tiempo no me llega para más, me gustaría leer muchísimo más pero eso tengo que conjugarlo con esa calle en la que estoy mejor que en ningún sitio.

Es un libro trufado de lucidez, todo es interesante, todo te abre la ventana hacia muchos universos. Todo un magisterio. Muchas gracias, Marta.

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