SUMO, UN DEPORTE DE DIOSES (XVI). RESUMEN DE 2024

Onosato, la gran estrella que 
estaba esperando Japón 
Ya concluso el 2024 en el sumo profesional, mi pasión oculta, cabe llevar a cabo mi habitual resumen de este año cronológico. Llevo dieciséis años con esta afición y yo mismo me asombro, porque más que nunca podría decir que parece que fue ayer. Y es que, valga esto como reflexión personal, el sumo es de esas cosillas de mi vida en las que me parece estar siempre navegando por un pasado reciente, como si acabara de descubrirlo y me genera una sensación de inusitada juventud, como de tesoro recién hallado.

Por otro lado, diría que esta sensación se refuerza si tenemos en cuenta que el sumo profesional asiste en las dos o tres últimas temporadas a un evidente cambio de ciclo, no puedo decir que la calidad del sumo de ahora sea mejor que la que nos ha antecedido en las dos últimas décadas, pero sí que ahora está más abierta, más emocionante y, por ende, para mí es mucho más noticiable. Hemos asistido a más de veinte años de uso y abuso, esto último en el buen sentido, del cetro del sumo por parte de geniales luchadores mongoles, fundamentalmente Asashoryu y el mejor luchador de la historia, Hakuho. Este último dejó al mando de las operaciones hace una década al fantástico, mongol también, Terunofuji, pero aun siendo estrella, las lesiones le están privando de ser de los mejores de la historia.

Y es que el único yokozuna actualmente en activo, Terunofuji, cuando compite es casi implacable, si lo hace en plenitud de condiciones o incluso un pelín menos, ya le da para ganar. En 2024 venció en el torneo de Año Nuevo y en el de verano; en dos no compareció y en otros dos se tuvo que retirar en los primeros días.

También ese cambio de ciclo se puede cotejar con que los luchadores mongoles en rangos secundarios, especialmente, Hoshoryu y Kiribayama, no han respondido a las expectativas y en esas están los nuevos valores del sumo japonés que están poniendo a este deporte por las nubes, y es que es esta seguramente la razón por la cual hay una reactivación inusitada de la afición por este deporte en Japón, que años atrás había caído en niveles de popularidad, y no solo eso sino que también está atrayendo a más turistas extranjeros que deciden adentrarse en este apasionante deporte (algo que yo tengo en la agenda, el viajar a Japón). De hecho 2023 cerró con resultados positivos para la Japan Sumo Association y con toda certeza el 2024 también porque cada uno de los noventa días de torneos oficiales colgó, desde hace décadas que no ocurría, el cartel de «no hay billetes».

Por cierto que, al hilo de lo anterior, ya se prepara para 2025, en octubre, un torneo de exhibición en Londres, ni más ni menos que en el mítico Royal Albert Hall, hacía años que el sumo no salía de Japón con todas sus estrellas. Ojalá la vida me diera para estar allí.

Y es que buena parte de culpa de esta tendencia no es solo del estado de forma, renqueante, de Terunofuji, sino que también los luchadores japoneses están de moda. Ahora sí, el público nipón observa que después de un cuarto de siglo de sinsabores, con impropio rendimiento de toda una legión de luchadores, pues son el 95% del total y en las tres últimas décadas apenas habrán conseguido el 5% de títulos, están en la tesitura no ya solo de ver coronarse a sus nuevos ídolos sino de contar, preveo que en breve, con alguno que otro que alcance al rango de yokozuna, que es poco menos que una deidad en este país tan lleno de tradiciones y ceremoniales. Cabe decir que sí que hubo un yokozuna japonés en este período de «invasión mongola», fue Kisenosato, una raya en el agua, pero sus prestaciones en el máximo rango tampoco fueron para echar cohetes y se retiró prematuramente seguro que para no caer en la indignidad de no ser un yokozuna dominante.

Hay motivos para la ilusión, no hay más que ver los resultados de este año, si Terunofuji ganaba dos torneos, los otros cuatro fueron para sumotoris nacionales. El de mayo y septiembre fue para el joven Onosato, con este último torneo, además, alcanzaba el rango de ozeki, un escalón por debajo de yokozuna. Tiene 24 años y su ascenso en el sumo ha sido meteórico, empezó con poco menos de 23 años y ha disputado nueve torneos oficiales, salvo los dos primeros, el resto en rangos oficiales, y ya está ahí tocando las puertas del estrellato. Jamás ha tenido números negativos en ningún torneo. Y lo mejor de todo es que es fuerte, inteligente, veloz y agresivo, este último rasgo es casi clave y diferenciador con respecto a los demás, que tiene madera de yokozuna es indudable. No sé si todo esto le dará para ser yokozuna en 2025, si lo fuera no sería ninguna sorpresa, por más que los japoneses lleven esperando esta noticia desde hace años. Desde luego es, sin duda, es el mejor proyecto de luchador japonés del último cuarto de siglo, y eso, como decía, Rajoy, no es cosa menor.

Kotozakura, otro aspirante
nipón a ser yokozuna
Los otros dos torneos también los lograron luchadores con los que también hay que hacerse ilusiones. El último, el de noviembre, fue para Kotozakura (nieto del yokozuna del mismo nombre e hijo del sekiwake Kotonowaka), era su primera Copa del emperador, ya asentado en el rango de ozeki desde enero de este año, y que tiene una oportunidad de oro en el próximo torneo, si lo gana ya podría ser yokozuna, tampoco es descartable. Le ha sentado muy bien ser ozeki, ha cogido tablas y es un luchador difícil de batir y de mover, tiene las mejores estadísticas de victorias-derrotas de 2024 del sumo profesional.

Por si fueran pocas las alegrías para los aficionados japoneses, el torneo que nos falta, el de marzo, fue para Takerufuji, otro joven de 25 años que subió como la espuma y que sorprendió a todos en ese torneo, lográndolo desde un rango tan modesto como el de maegashira 17 este. La lástima es que no fue de la partida en los dos torneos posteriores cayendo a la segunda división (Juryo), ganándola en septiembre y logrando ya un buen resultado en Makuuchi en noviembre, de tal forma que en 2025 aventuro que podría ganar algún torneo y elevarse muy rápido hasta el sanyaku. El 2025 es muy arriesgado pensar que pudiera ser ozeki pero sin duda que este año que vamos a inaugurar va a ser clave para conocer si está en disposición de ser una gran estrella o quedarse a las puertas. Por cierto, Takerufji ganó lesionado el último día y se convirtió en el primer debutante en Makuuchi (máxima categoría) en ser campeón desde Ryogoku en el Natsu de junio de 1914, hace más de un siglo.

La decepción, por expresarlo de algún modo, ha venido protagonizada por los segundos espadas del sumo mongol. Me ha defraudado bastante Kiribayama, y es innegable que sorprende por la calidad que atesora, este año descendió desde su rango de ozeki, teniendo dos Copas del emperador en su haber, con lo que llama la atención esa pérdida de rango y también el que no haya podido recuperarlo. Todavía es joven, tiene 28 años, pero este 2024 ha estado muy dubitativo y no ha dado señales para confiar en él, de todas formas en buena lid siempre es candidato a ganar cualquier torneo.

Por otra parte, no podemos calificar de decepcionante el año de Hoshoryu; el sobrinísimo de Asashoryu, al que todos esperaban ver la reencarnación de su tío, definitivamente es bueno pero no para tanto, porque Asashoryu eran o son palabras mayores. A día de hoy podríamos decir que es el segundo mejor sumotori del sumo profesional, por números y experiencia, pero también es verdad que esa estela cualitativa no le ha dado más que para ganar un solo torneo en su vida y haberse tenido que conformar en este 2024 con solo dos subcampeonatos. Pero no olvidemos que tiene 25 años, lleva tres años seguidos con balance positivo de victorias-derrotas en sucesivos torneos y en cualquier momento puede explotar y llegar a yokozuna, por más que la competencia se esté convirtiendo en feroz.

Y a todo esto Terunofuji, 33 años, con la espada de Damocles de las lesiones, sus últimos años en el sumo no están siendo propicios, y digo bien «sus últimos años». Me gustaría equivocarme pero 2025 tiene visos de ser el año de su retirada porque aunque no tengo noticias sobre si será de la partida en el torneo de Año Nuevo se me antoja que para él es como ascender un duro puerto de montaña el tener que mantener el tipo ante los pujantes chavales que hay detrás, ya hemos visto que no está siendo fiable, y varios años de titubeos en sus apariciones van a obligar a la Sumo Nihon Kyokai a que lo inviten a una dignísima retirada.

Mientras tanto me alegra que este año los hermanos Onami (Wakatakakage y Wakamotoharu) hayan animado el cotarro, tipos aguerridos y que practican un sumo de fuerza que a mí diría que es el que más me seduce.

También como capítulo aparte no podría dejar de nombrar al luchador mongol Tamawashi, 40 años lo contemplan, y el tío sigue dando lecciones de sumo cuando se sube al dohyo, sí, en la clase media del rango, pero le da para mantenerse sin riesgo; por edad ya se tendría que haber retirado, pero los números yo diría que le auguran más años de sumo de manual, para disfrute de todos, precisamente porque es uno de los viejos rockeros que vivieron batallas pretéritas muy afamadas.

No puedo evitar expresar mi decepción por la retirada, está sí más que temprana, de Takakeisho. Con 28 años diría que le quedaban todavía muchos años de buen sumo por delante, pero el abismo de enfrentarse no solo a la consumada pérdida de rango de ozeki sino el pensar que sería imposible recuperar ese rango para un luchador que ha sido el mejor sumotori japonés de los últimos años, ha sido un trance insalvable para él y no ha querido emprender ese camino lleno de riesgos, a mí me ha parecido decepcionante, demasiado Amarrategui, pero doctores tiene la iglesia…

En el capítulo de los extranjeros, a los consabidos mongoles, que aún los hay y seguirá habiendo, buenos y competitivos, más algún que otro kazajo o ruso, en este año ha subido como la espuma el ucraniano Danylo Yavhusishyn (Aonishiki), otro que ha ascendido muy rápido y que, tal vez, para marzo ya lo veamos compitiendo en la máxima categoría. Le veo mimbres para estar en el sanyaku de forma permanente.

Y, como siempre, uno tiene luchadores que, por lo que sea, son su ojito derecho. Para mí ese luchador es Takayasu, que entre la mala suerte y las lesiones nunca ha ganado un torneo, ya es más que improbable que lo gane jamás, porque la edad ya pesa, y él es un ilustre veterano, pero mientras podamos invito a los que sienten mi pasión a que sigamos disfrutando de su sumo.

Pues nada, yo no he dejado de estar atento al sumo jamás, así que si encima ahora está en auge en su país de origen no puedo estar más satisfecho y expectante ante el inicio de un nuevo torneo y ver cómo evoluciona. Lo que sí que me gustaría como deseo para 2025 es que tuviéramos un nuevo yokozuna, me daría igual el nombre, porque eso daría caché a este deporte y los aficionados asistiríamos a la veneración de un nuevo Dios.

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