"LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS", DE TORCUATO LUCA DE TENA

Fantástica lectura esta, de las primeras de este nuevo año, y me deja con tan buen sabor de boca y de impulso que ahora temo que de tantas lecturas que sigo teniendo por delante, es más que posible que alguna me vaya a defraudar.

«Los renglones torcidos de Dios» es una notable novela del periodista y escritor ya fallecido Torcuato Luca de Tena. Y se escribió hace algo menos de cincuenta años, puede que haya envejecido regular, sobre todo por la temática que trata, pero salvando los nuevos métodos médicos, que ahora comentaré, no pierde ni un ápice de interés para un lector que quiera adentrarse en un relato apasionante y que no deja indiferente.

Llegué a la novela por la recomendación de mis compañeras de grupo de lectura, un día pedí que me nombraran algunas de esas decenas que ellas han leído en este último cuarto de siglo, ahí es nada, y si me las apuntaban era porque les habían dejado un poso trascendente. Así que las anoté a vuelapluma, y esta pareció, por el nombre, curiosa; es de esas novelas en las que el título tiene un punto de atrapamiento, de atractivo.

Lo mejor de todo es que me enfrento a las novelas casi como un azar, en la mayoría de las ocasiones últimamente al disponer de los pdf de las mismas no recuerdo la razón para que los tuviera, así que como si de un regalo se tratara, lo desenvuelvo, leo el inicio y descubro la sorpresa, y esta era una auténtica sorpresa positiva.

Ya terminando el libro se me encendió la bombilla en la cabeza y caí en la cuenta de que, pese a que esta novela es de finales de los 70, se había hecho una película hacía apenas tres años, con lo que dado lo mucho que me estaba gustando el relato, estaba obligado a verla; además siguiendo el protocolo debido, primero el libro, luego la peli, sobre todo para evidenciar cómo había envejecido la trama, no obstante, después comentaré.

Como no sabía a lo que me enfrentaba salí rápido de dudas, pues este es de los libros en los que el planteamiento inicial te engancha tan rápidamente y de forma tan compulsiva que se te va el tiempo metido de lleno en la trama, disfrutas imaginándote tan vívidamente en la mente lo que se narra que tu cabeza se convierte en una auténtica pantalla de cine.

Y qué planteamiento, una propuesta brutal, nada menos que una persona que entra en un centro psiquiátrico haciéndose pasar por una enferma, para intentar solucionar un crimen, puesto que en el interior se supone que está el asesino, y todo ello mediando un encargo externo y trabajándose la documentación para que su internamiento fuera todo lo oficial que correspondiera.

Ahí empieza una increíble historia en la que no solo se aborda la trama principal que es la de descubrir quién es ese asesino, la razón principal por la que está ahí la protagonista, sino que nos adentramos en las sórdidas vivencias de un antiguo manicomio donde ya se atisbaban ciertos cambios que intentaban dignificar la vida de personas con enfermedades muy crueles, en ese laberinto conoceremos todo un muestrario de personajes que rinden un magnífico homenaje a su manera a la película «La parada de los monstruos».

Nuestra protagonista no es otra que Alice Gould de Almenara, una detective tremendamente inteligente, con un coeficiente intelectual muy superior a la media, pero sobre todo muy superior a la mayor parte del amplio elenco de profesionales médicos de que dispone el centro; y es que lo interesante de este personaje es que en un juego entre escritor y lector, entre protagonista y médicos e incluso internos, Alice entra en un bucle en el que no sabes si miente o dice la verdad, si está cuerda y está haciendo un papel o realmente está loca creyéndose cuerda. Oficialmente está interna por una especie de delirio de superioridad pero ella defenderá que está legalmente secuestrada por su marido.

A través de ella y lógicamente vía el exhaustivo perfilado del autor conoceremos a una serie de personajes exquisitos, que nos inspiran ternura, personas que sufren toda clase de delirios, fobias, trastornos, que es obvio que se basan en la realidad, de hecho siempre digo que la realidad supera a la ficción. Para ese genial perfilado el escritor acudió a un centro psiquiátrico y allí encontró inspiración para ilustrar sus personajes. Otros personajes, los que han perdido toda conciencia nos evoca escenas sórdidas, que como ya decía, se atisbaba que en aquella época se les intentaba ofrecer cierta dignidad, hoy está superado porque se han multiplicado los recursos y las atenciones. Son esos renglones torcidos creados por un Dios que se nos antoja ciertamente cruel, pero esas son otras disquisiciones.

Alice Gould se convertirá en un icono del centro gracias a ese desparpajo y su aparente normalidad, además se hará con sus propios amigos, centrados salvo momentos puntuales, y con todo ello se va creando su composición de lugar y con cada tara, que daría para un libro de psiquiatría, irá desenredando el entuerto. Esas amistades incluso las encontrará en el equipo de médicos y subalternos del centro, porque su personalidad es tan arrolladora que hasta romperá corazones.

Se sucederán algunos crímenes en el centro y eso se sumará a ese caso principal por el que está allí, y saldrá airosa en sus pesquisas, pero el enfrentamiento con el director del centro la llevará a una especie de zona de aislamiento, donde están los enfermos más graves. De hecho está ahí, porque su absoluta lucidez es rayana con la locura, según los expertos, y ahí comenzará un interesante juego entre Alice y los profesionales, entre el autor y el lector, porque tan pronto creemos que Alice está cuerda como que la misma está loca de atar. Y al final sabremos claramente la verdad de todo el asunto, aunque mientras tanto la atención del lector es patente porque yo creo que hasta el último momento prácticamente no salí de dudas.

Y sabremos esa verdad, que yo creo que nos congracia con la protagonista y con la historia entera, y que en la película se trastoca en el desenlace, tal vez con la intención de hacerla más efectista, pero a todas luces fallida. A ver, no está mal la película porque se inspira bastante en el libro, aunque la adaptación obvia cuestiones fundamentales y el final, un tanto abierto, no honra este magnífico libro de Torcuato Luca de Tena, si él hubiera vivido imagino que no habría aceptado esta adaptación.

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