Siempre me he dicho que este blog, si tenía algo de divulgativo, que lo tiene aunque muy limitado, no podría vertebrarse sobre lo que escribe todo el mundo, eso sería fácil, reiterativo y, por descontado, falto de interés. Por eso, cuando lo creé, haciendo una introspección en mí, vi que podía escribir sobre lo inhabitual, de hecho, le tengo puesto un subtítulo al blog acerca de su temática en el que, tal vez de forma un tanto pretenciosa, señalo la etiqueta «rarezas». Y creo que donde más he explorado las rarezas es en la música, temática que tengo últimamente muy descuidada en este blog.
Y es que el blog se va adaptando a mí, no lógicamente yo a él, escribo de mis vivencias, de lo que me interesa, de adónde va a parar mi tiempo libre, en los últimos años muy centrado en la reseña de libros, en ese tiempo la mitad de mis entradas en esta bitácora. También son sensaciones, el escribir de música va mucho en función de mi estado de ánimo, positivo obviamente, y eso no quiere decir que no escuche cuando estoy bajo de moral, en realidad, mi vida siempre tiene una banda sonora. Pero tampoco puedo soslayar que escribir sobre música no comercial es una tarea ilustrativa que me lleva un tiempo que prefiero no abordar, es una tontería, pero también es un estado de ánimo que no es proclive a ello.
En todo caso, como no me tengo que disculpar ante nadie, y si cabe tal vez ante mí mismo, siempre tengo propósito de enmienda, y este 2025 lo inicié con el plan de escribir algo más de música, y así fue como fui apuntando nombres para futuras entradas. Esta lista ha saltado por los aires cuando mi hijo me vino el otro día con este músico, Mulatu Astatke (debe pronunciarse el apellido como una palabra aguda), el padre del ethio-jazz, me sorprendió su sugerencia y el hecho de que él, de vez en cuando, bebe de sus raíces. Esta es de las partes más privadas de mi vida y poco trascendente en el blog (mi vida es muy transparente en el blog y en algunas cuestiones absolutamente cerrada), mi hijo es adoptado, de origen etíope y su recuerdo de aquel país es muy vago, pero le alabo el gusto de que se interese por esos ancestros culturales.
Así que me dispuse a escucharlo, y lo que más me sorprendió de inicio es que no era un músico de hoy, aunque sigue actuando y componiendo, sino que su trayectoria musical se remonta a los años 60, es decir que este hombre lleva más de medio siglo en la música y con un estilo absolutamente propio.
Y claro, te pones a escuchar y descubres que sí, que es jazz, pero con unas entonaciones y unos ritmos que se salen de lo tradicional, es llamativo que descubras muy pronto que ahí hay sonidos que no son los típicos americanos, instrumentos musicales que no identificas automáticamente, tiene ese punto de fusión con la música africana y más concretamente de la etíope, que como tal tiene su propia música y muy reconocible para mí, como no puede ser de otro modo.
A todo esto voy a aprovechar como paréntesis que esta sí que es en puridad una típica entrada de la etiqueta «rarezas», pero porque estamos muy encorsetados en lo comercial, en lo occidental, no escuchamos, porque tampoco es tan fácil, la música de países de lo que se ha venido en llamar el tercer mundo. Etiopía es un país de más de cien millones de habitantes, ya me dirán si no habrá grupos y estilos de música, si no habrá historia y temas que seguro que se cantan en las calles de Adis Abeba, absolutamente machacones, pegadizos, que aquí jamás escucharemos. Así que, de vez en cuando, quiero agrandar mi hipotálamo musical.
El personaje musical que hoy traigo a colación, Mulatu Astatke, procede de la región de Oromía, la más extensa y poblada de Etiopía, de Jimma concretamente. Etiopía es un país multicultural y multiétnico, de hecho, la nación vive un complejo equilibrio entre sus etnias mayoritarias, equilibrio roto en no pocas ocasiones, en la actualidad hay una guerra civil ahora menos encarnizada entre el Estado y la región de Tigray donde vive la etnia tigriña, pero las noticias de esas guerras de países no occidentales llegan aquí a cuentagotas, y eso que de esta llegó a hablarse casi de exterminio hace un par de años. Mi hijo procede de la región de Benishangul-Gumuz, fronteriza con Sudán, también de la etnia oromo, así que también comparte ese rasgo étnico con Mulatu, aunque no en el color de la piel, mi hijo es notablemente más oscuro.
El pensar que porque un país sea pobre todos sus habitantes lo son es una generalización absurda que se cae por su propio peso, como lo es también el coeficiente intelectual variable en función de las razas, un debate absurdo y de talante supremacista en el que no voy a entrar porque no es el momento; la cuestión es que en África y en cualquier zona del mundo escasamente desarrollada, las familias con posibles han intentado mandar a sus hijos a estudiar fuera; en África por la clara influencia del colonialismo, también del idioma y por una cuestión geográfica de cercanía, los puntos de destino han sido las universidades europeas.
A Mulatu sus padres, que es obvio que tenían posibles, lo mandaron a estudiar Ingeniería a Reino Unido; nacido allá por 1943, estamos hablando de que ello sucedería a principios de los 60. Imagino por aquella época se permearía del ambiente de su zona y del musical también, es muy probable que tuviera cierta deriva hacia la música, y lo cierto es que cualquier proyecto profesional quedó aparcado porque su enfoque fue hacia la música.
De hecho se matriculó en el Trinity College of Music de Londres y luego viajaría a Estados Unidos, concretamente a Boston para ser alumno del prestigioso Berklee College of Music, convirtiéndose en el primer estudiante africano de la institución. Durante su tiempo en los Estados Unidos, entró en contacto con el jazz y la música latina, lo que influenció profundamente su estilo.
Y así, mientras aprendía música, su instrumento principal es el piano, fue cuando ideó que podía hacerse una fusión entre el jazz y los sonidos africanos que él tenía presentes de su infancia y juventud, más todo lo que su mente abierta fue atrapando, sonidos latinos, orientales… Y es que estoy convencido de que en la fusión sigue estando la vuelta de tuerca del futuro de la música, todo es fusionable, y todavía hay muchas músicas que no se han fusionado, hay más de dos tercios del mundo, con una rica cultura, la de los países no occidentales, cuyas esencias apenas nos llegan y que se podrían unir a sonidos reconocibles para nosotros para crear algo nuevo que podría ser esencialmente bueno.
Pues eso, que la labor de Mulatu originó un renovado enfoque en la instrumentación y el ritmo de la música pop de Etiopía entre 1968 y 1974; luego también fundó una escuela de música y crearía su propio club de jazz. La maquinaria ya estaba montada.
Como el jazz no es una música de masas y actualmente nos ceñimos en provincias a disfrutar de algún que otro festival local, porque no tenemos ni locales especializados en esta música y ni mucho menos que tengan actuaciones en directo, pues hace cincuenta años, incluso para Mulatu, su vida fue la de tocar en esos club de jazz de Estados Unidos, y hacerse un nombre, imagino que no para hacerse rico pero sí lo suficiente para vivir de la música.
Y su música tiene esa esencia perceptible de los sonidos de esa Etiopía que yo sí pude conocer, de una música que es autóctona y que se mezcla con acierto con ese jazz que es, al fin y al cabo, una música distorsionada, de notas musicales que no son las que tocan o sonarían mejor, desenfadada, que puedes escucharla como un fondo sin necesidad de prestarle atención, porque gusta y no tienes que fijarte en la letra porque normalmente no la hay.
Lo curioso es que siendo fieles a ese cierto clasismo del jazz, o música de minorías, Mulatu Astatke ha sido como uno de los secretos mejor guardados para Occidente; muy conocido en su país y en los círculos exclusivos del jazz, el gran público no ha tenido acceso a su música. Fue relativamente colocado en el estrellato cuando su música apareció en la película Broken Flowers (Flores rotas) de 2005 dirigida por Jim Jarmusch y protagonizada por Bill Murray.
Nuestro protagonista ha podido grabar discos con grandes bandas de jazz, que lo han acogido como un valor interesante para promocionar sus propias carreras: Either/Orchestra de Boston, la londinense Heliocentrics o los australianos Black Jesus Experience; y más recientemente los israelitas Hoodna, creando su último disco hasta la fecha «Tension».
Mulatu Astatke ha estado en España varias veces, en 2024 en Barcelona, y ya es un logro, no porque venga, sino porque permanezca en activo, tiene 82 años y seguro que está en sus últimos años de carrera en activo, tal vez le quedan seis u ocho, no más, aunque le deseo una larga vida en su retiro.
No sé si nos dará, me dará, tiempo de verle en el futuro en España con esa música de sonidos africanos y jazzísticos, tocándonos el piano, el vibráfono (que es uno de sus instrumentos más distinguibles) o la percusión. Esta leyenda viva de la música seguirá deleitándonos y, por qué no, construyendo nuevas creaciones.
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