Tengo muy descuidada la etiqueta de música de este blog y me escuece, no lo voy a negar, porque me gustaría que los artículos de mis recomendaciones musicales estuvieran a un volumen parecido al de los libros que leo, pero no, leo mucho y reseño mucho, pero escucho bastante música y apenas escribo nada aquí.
Porque efectivamente escucho mucha música, casi a diario, e incluso diría que en el último año he redoblado esfuerzos, porque a más tiempo libre en la música encuentro un refugio. Y como escucho tanto se me abren un montón de posibilidades, descubrimientos increíbles, algunos de los cuales los voy anotando en una libreta y no sé si llegaré a cumplir el reseñarlos aquí.
De todas maneras al final el compromiso es conmigo mismo y si no cumplo pues me autoconfieso y ya está, pocos remordimientos. Uno de los grandes descubrimientos de este año fue este compositor, y lo cierto es que me congratulo de tener buen oído, porque si escucho algo bueno del que no conozco absolutamente nada y a posteriori compruebo que es alguien premiado, aclamado y con notables logros, que dentro de lo que es la música New Age, a la que me debo, suele ser asunto complicado, pues es para mí motivo de satisfacción.
A David Clavijo lo descubrí en Spotify, si un tema lo escucho a la primera y me impacta, cada vez que lo vuelvo a escuchar me genera la misma sensación en el futuro, lo hago mío, como la banda sonora de mi vida. Así que quedó anotado en la libreta y en estos últimos meses he refrendado a través de dos podcasts de música de vanguardia, de la que es posible que hablé en el futuro aquí, que David Clavijo es hoy día un referente en la música New Age de nuestro país y con una proyección internacional nada desdeñable.
Soy bastante ajeno a los premios musicales porque en no pocas ocasiones responden a intereses comerciales y se dan como una manera de promocionar artistas y sellos musicales para generar ingresos a los sellos musicales. Hay premios musicales para dar y regalar, y los hay también para la música New Age, quizás estos más honestos que los otros, porque tienen mínima trascendencia y al menos se pretende que en mundo tan opaco como el de las nuevas músicas lo que merece la pena, que es mucho y seguramente se premia una mínima parte, pueda llegar a algo más de público. David Clavijo tiene varios premios desde que inició su carrera artística pero destaco el último que es el obtenido en los World Entertainment Awards de 2025 en Los Ángeles, que fue el de la Mejor Composición Orquestal con el sencillo «A Love Beyond Time».
La música de David Clavijo responde a la perfección a lo que representa el espíritu de las nuevas músicas en este siglo XXI, una música que está al alcance de todos pero que no escucha nadie. Siempre he reflexionado sobre esto pero en los últimos meses más, sobre todo porque este verano he escuchado mucha música de este tipo. Me da pena por los artistas, porque si el éxito musical se midiera por la calidad de las composiciones estas nuevas músicas estarían en todo lo alto, y de la música comercial tipo chicle apenas sobreviviría un eximio porcentaje.
Y con respecto a lo anterior lanzo la siguiente pregunta: ¿esto es bueno o es malo? Evidentemente es malo porque gente que merecería tener una vida de reconocimiento público, incluso de desahogo económico, no son más que músicos anónimos para la mayor parte de la gente; además, no sé, incluso con cierto grado de frustración, el de saber que están haciendo algo extraordinario, proporcionando paz a través de sus composiciones y que apenas un exiguo porcentaje de los que escuchan música acepta el reto de hacerla suya. Pienso que si alguien se considera amante de la música y no aprecia esta, no digo que le apasione, es que verdaderamente no le gusta la música.
También tiene una parte buena, pero esta, ya lo voy a decir, notablemente egoísta tal y como la concibo yo. A ver, yo llevo escuchando música New Age desde que la descubrí en los 80, con Enya como punta de lanza, pero con una estela de grandísimos compositores que ya llevaban haciendo cosas antes y que en Estados Unidos, el paraíso de estas músicas, tenían un mercado algo más relevante que en el resto del mundo. La gente en general apenas conoce cuatro compositores de estas vanguardias o lo que es la evolución de la música clásica en el final del siglo XX y comienzo del XXI, fuera de eso la nada más absoluta. Cabría que preguntarse el porqué, pues porque no nos machacan en las radios generalistas ni en la tele, esto hay que buscarlo, y cuando alguien lo encuentra si lleva toda la vida a música de usar y tirar, esto no le vale, porque es una música más intelectiva, hay que hacer un esfuerzo por acercarse a ella y amarla. Pues eso, lo bueno egoístamente, incluso presuntuosamente, es que yo tengo acceso a todo esto, a tantísima música buena, cada día, es como si descubriera un tesoro cada día, y estas joyas me pertenecen a mí y a muy pocos.
Este gran hallazgo que ha sido David Clavijo cuando, como reitero, lo encontré navegando por casualidad, tiene un aspecto subliminal que todavía me congratula más si cabe, y es que amén de que después he comprobado que tiene el reconocimiento de los que saben de esto, cuando hace unos días investigué más sobre este compositor me sorprendí al ver que era andaluz y, de verdad, que no busco una cercanía geográfica ni una afección identitaria, pero algo debe haber, ahora ofreceré una conjetura.
Lo cierto es que sin saber la biografía de los compositores que oigo me sorprendo con que me gustan mucho determinados músicos, ¿o son sus músicas?, y luego me doy cuenta de que son andaluces. Ya me pasó con TSODE (Jesús Valenzuela, cordobés aunque nacido en Jaén) y tengo alguno más por ahí que he conocido recientemente. Y es que cuando escucho lo de David Clavijo noto una conexión, llamémosla andaluza, un algo que me hace sentir que este tipo y yo hemos respirado lo mismo, nos hemos movido por sitios similares y los sonidos que nos han rodeado en nuestras vidas coinciden en algo. La música nos deja un mensaje subliminal que es el reflejo de nuestras vidas, o tal vez sea al revés, que nuestras vivencias intentan buscar una banda sonora que se adapte a nuestros estados de ánimo, es como si dos individuos pudieran ponerse en sintonía y acceder circunstancialmente al vestíbulo de la psique ajena.
David Clavijo nació en 1983 en la sevillana Alcalá de Guadaira, su formación musical se basa en la guitarra, tanto clásica como eléctrica, y estoy seguro de que toca el piano con bastante suficiencia, amén de que con poco más de veinte años comenzó a componer y ha llegado a dirigir orquestas que han interpretado sus composiciones, auténticas sinfonías del siglo XXI, que representan esa evolución de la música clásica hasta nuestros días. Orquestas andaluzas, la Orquesta Sinfónica de Las Palmas, o más recientemente la Budapest Scoring Orchestra, lo que da idea de la proyección internacional de este artista.
Todos los seres humanos somos frutos de la experiencia, hacemos lo que hemos visto, lo que nos ha enseñado, vamos cambiando, pero somos nosotros y nuestra circunstancia. Escuchar a David Clavijo me evoca una música relajada, atmosférica a ratos y electrónica en otros, envolvente, motivadora, que ensalza el ánimo. Y claro, esa evolución de lo clásico y también de lo electrónico hace que en mi caso, que soy apenas un aficionadillo a las nuevas músicas, aunque eso sí, controlo muchos autores, busco en mi paisaje sonoro interior algo que se parece.
Como me decían de pequeño «Honra merece el que a los suyos se parece», desconozco si la inspiración de David Clavijo es propiciada o algo más improvisada, lo cierto es que a mí me suena mucho a Mike Oldfield, con sus guitarras desgarradas y sublimes. También veo a Vangelis, porque el griego es tan inmenso que toda la New Age tiene algo de él. Incluso veo a Morricone. Y veo, ante todo, mucha versatilidad, muchas ganas de innovar y de no quedarse en el sitio. Incluso hay proyectos que se mueven por el chill-out e inevitablemente hay que recordar a todo lo que representa Café del Mar.
Me gusta mucho David Clavijo y es ese autor desconocido para el gran público al que los aficionados a estas músicas raras tenemos que atar bien cortito para seguirle sus pasos en el futuro.
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