"REMÁTAME OTRA VEZ", TRAMA DE MISTERIO E INTRIGA CON EL ADEREZO DE UN DESARROLLO HILARANTE Y SURREALISTA

Ha pasado el verano y es época de que las representaciones teatrales decaigan en provincias, salvo, como ha sido el caso, que haya alguna festividad o feria donde la oferta cultural redobla sus esfuerzos y nos trae regalitos que acompañan al programa de fiestas. Sí, porque esta la vi el pasado 30 de agosto en el Teatro Cervantes de Linares, que por si no lo he dicho alguna vez es una preciosidad, aunque con butacas en el gallinero un pelín estrechas para mis largas piernas, pero también fue porque me decidí a adquirir el asiento a última hora y ya no quedaban abajo.

Creo que el que me lee va a pensar que soy un pesado, siempre con la misma matraca, y es que al teatro se va a disfrutar, no a reír por decreto y mucho menos a comentar la jugada. En el cine la gente se ríe cuando le viene en gana y mucho menos hace interpelaciones a cada escena, pero parece que el teatro, por aquello de que es en vivo, impulsa a determinadas personas a ser osadas y a querer formar parte del espectáculo, en una prueba del cazurrismo exacerbado con el que alguna gente acude a estas representaciones, que debo entender que es que aparecen poco por estos lares y cuando lo hacen no saben comportarse. Y lo digo porque, más allá de risas desbordadas y que no venían a cuento (uno no se puede reír con absolutamente todos los chistes, hay que ser más selecto), me tocó al lado una señora que clamaba a los cuatro vientos las explicaciones de cada golpe, de cada giro o de cada chanza, y obviamente yo no necesitaba sus opiniones al hilo de la representación, ella no era la protagonista aunque lo pretendía, y sí los que teníamos enfrente.

En fin, hecho el pliego de descargo para poner en su sitio a semejante fauna que no sabe estar en los teatros, he de decir que fui a esta representación porque me venía bien y aunque la comedia es el género más trillado en el teatro español desde hace décadas, porque es lo que vende más, no tenía muchas expectativas, y no salió mal el asunto incluso con la vecina de asiento, que me tenía frito y que además me miraba sorprendida al ver que yo no me reía compulsivamente como ella, es más cuanto más me miraba más adusto ponía yo el gesto, pensaría que yo era un bicho raro, pero si se hubiera imaginado lo que yo pensaba de ella…

En «Remátame otra vez», una obra de teatro que no lleva mucho tiempo funcionando, los autores Rodrigo Sopeña y Alberto Papa-Fragomén han ideado una propuesta que, dentro del estilo cómico, a mí me resulta llamativa, pues mezclan la comedia en su vertiente absurda y surrealista con toda una trama de misterio al más puro estilo de Agatha Christie, y es que además la trama tenía una leve pátina de «Asesinato en el Orient Express».

Cristóbal Salgado (Jesús Cabrero) es un prestigioso naturalista, excesivamente pedante y pagado de sí mismo. Entre éxito y éxito literario y personal descubre un día en su mansión ambientada al más puro estilo inglés, que alguien ha robado unas fotos comprometedoras que ponen en cuestión su orientación sexual públicamente conocida, lo que puede suponer un quebranto notable a su carrera.

A partir de ese momento pone en marcha junto a su mayordomo Jacinto (Ángel Ruiz), que también ha hecho las veces de ayudante de campo en todas las aventuras investigadoras que ha tenido por medio mundo, una cena a la que invitará a las tres personas que tienen todas las papeletas para haber robado esas fotos: Guillermo Relincha (Juanjo Cucalón), un empresario del pelotazo que ahora va en silla de ruedas a causa de un «negocio» conjunto con Cristóbal; Ágata (Roser Pujol) exmujer de Cristóbal al que ella sigue amando anónimamente; y Camila Serrano (Belinda Washington), cantante de ópera venida a menos y amante del anfitrión.

Al poco de iniciarse la velada habrá un apagón y tras unos breves seis segundos las luces se encenderán y los personajes se encontrarán a Cristóbal muerto en el suelo. Después de los momentos de confusión y un intermedio, Cristóbal se hará visible solo a Jacinto al que le encomendará la investigación del crimen y la búsqueda del culpable siguiendo las instrucciones que el mismo finado le irá dando. A todo esto Jacinto resultará ser el contrapunto cómico de una comedia ya de por sí hilarante, porque es un auténtico bufón al que le irá costando un mundo ejercer el nuevo oficio detectivesco, porque no se entera de nada, y que terminó siendo el actor más aplaudido por el papel que defendió con magnificencia.

Pero, digamos, que sus contertulios no son nada avispados tampoco, poco a poco cada uno se irá yendo de la lengua y sacará sus secretos del armario, y a cada cura de sinceridad vamos viendo que Cristóbal era un ser despreciable y aprovechado de sus semejantes, por lo que todos, sí todos, lo tenían entre ceja y ceja.

Y sí, lo que decíamos que era una comedia de enredo con un misterio clásico de por medio, va migrando hacia la típica sitcom británica donde lo hilarante y descabellado va en progresión hasta el desenlace final en el que casi ya sabemos lo que va a ocurrir.

Por supuesto que me hizo gracia la obra, no como para reírme a carcajadas, ni se lo hubiera regalado a mi vecina de al lado, no tuvo ese placer; porque más que los chistes, algunos facilones y sin gracia (ahí falló en tira de lo muy conocido, como el del abogado…, el que tengo aquí colg…), y algunos otros más elaborados e inteligentes, en realidad el conjunto es tan contundente en la progresión de los acontecimientos que me pareció que una obra de teatro más larga de lo normal, algo más cien minutos, se me pasó volando, aun soportando las risas enlatadas de un público que necesita más educación al asistir a un teatro.

Y debo hacer una mención especial al decorado, pues observo en las últimas obras de teatro que he visto, demasiado minimalismo en los escenarios, y a veces el decorado dice mucho más allá de su necesariedad, y aquí está finamente estudiado y plásticamente muy conseguido.

Así que una muy notable y divertida esta obra que sí que recomiendo verla, pero eso sí, no se me vengan arriba y ríanse con lo que verdaderamente les hace gracia, no compren cada chiste, que tenemos que ser más selectivos.

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