"MISTERIO EN EL CLUB DE LECTURA", DE ELLERY ADAMS

En el que ya se está convirtiendo en mi clásico periplo otoñal por el Camino de Santiago, recientemente realizado, y del que ya daré cumplida cuenta en esta bitácora, justo cuando los recuerdos relevantes se posen y los superfluos se evaporen; he de decir que me impuse, esta vez sí, leer todos los días, en esas tardes que a veces podían ser largas y aburridas (en varias jornadas estaba solo en albergues en aldeas perdidas y con escasos estímulos), para lo cual me llevé lectura en formato digital.

Debo confesar que a toro pasado he cubierto dos objetivos, el primero el de leer, pues fui fiel al compromiso adquirido y el segundo, ese estaba por explorar, que la lectura que me llevara fuese lo suficientemente entretenida e inspiradora para arrostrar la soledad y las tardes presumiblemente tediosas.

Y acerté, tanto que la novela que elegí tenía todos los ingredientes para acompañarme esas idílicas tardes, que lo fueron más aún con esta lectura que fue uno de mis deliciosos amuletos de viaje: entretenida, apasionante y con acción, fácil de leer, entrañable.

Era esa lectura entrañable, sí, esa que encajaría perfectamente con una tarde fría o lluviosa y tú leyendo tranquilamente, descansando en la litera de un albergue, recobrando fuerzas en el cuerpo mientras la mente se escapaba a un lugar seguro donde la imaginación construía su propio paisaje literario.

Reconozco que esta lectura me la recomendó una muy buena amiga, de las mejores que tengo a día de hoy y de las pocas que tengo a decir verdad; y es evidente que me la recomendó por el título y por una razón que solo ella y yo sabemos, y nadie más, puesto que los que podrían hilar no leen mi blog y los que lo leen, también muy fieles y también considerados/as amigos/as, no tienen contexto.

Comoquiera que no voy a entrar en disquisiciones acerca de esa razón y los motivos de la lectura, probablemente mi amiga y yo teníamos intención de acceder a la lectura de esta novela por si existía alguna conexión con nuestra realidad, y obviamente no la hay, aunque otras hipotéticas conexiones nos podrían hacer reír a mi amiga y a mí, las exploraremos.

Pues «Misterio en el club de lectura», de la novelista estadounidense Ellery Adams, tiene de fondo la existencia de un club de lectura, en este caso, el mismo tiene el curioso nombre del «Club Secreto de la Lectura y la Merienda», llama la atención que sea tan rimbombante, su secretismo y que conjugue la lectura y la merienda que parece una mezcla más que adecuada aunque tiene sus matices.

Lo cierto es que este club no existe cuando se inicia la novela, sino que hay un hecho que precipita los acontecimientos y eso hará que se funde casi de manera espontánea este grupo, donde convergen nuevas amigas con pasados delicados y que buscan resarcirse de ellos haciendo un bien para la sociedad.

La acción se sucede en de Miracle Springs una tranquila localidad ubicada entre las montañas del oeste de Carolina del Norte, es ficticia en realidad, se dice en la novela que esta pequeña localidad tiene la suerte de contar con lo mejor de cada estación, con lo que da la impresión de ser un lugar idílico y placentero, tanto para empezar una nueva vida, como para pasar una existencia en un destino donde nunca pasa nada relatable, ¿o sí?

Precisamente por lo apacible que puede ser para una mente perturbada por acontecimientos del pasado, a dicha localidad viene a recalar Nora Pennington, una enamorada de la literatura, la cual acaba de abrir una librería llamada Miracle Books; el nombre no es baladí, puesto que Nora es una suerte de curandera del alma, tiene la cualidad, dada su amplia cultura literaria, de buscar el libro adecuado para cada persona en función de la dolencia que tenga; a veces son libros espirituales pero otras lo son técnicos y divulgativos cuando las dolencias son físicas.

Y Nora se ha instalado en este pacífico destino para huir de un pasado que se nos antoja muy doloroso, la autora apenas nos mostrará que lo que le ha hecho huir de su pasado es un accidente de tráfico, sin entrar en más detalles, que le ha dejado alguna marca seria en su cuerpo, como una quemadura fea en su cara.

Nora está dispuesta a borrar su antigua vida y trata a través de su negocio de ayudar a las personas como una terapia para ayudarse a sí misma. Su negocio está bien decorado y ambientado para servir como lugar de calma y solaz, con un entorno melifluo; Nora ha depositado todos los ahorros de su vida en este negocio y además ha situado su casa al lado de la tienda, en concreto en un antiguo vagón que ha acondicionado delicadamente, pues se sitúa cerca de las vías del ferrocarril.

Casi por casualidad, atraído tal vez por lo llamativo de la tienda, acude por allí Neil Parrish, un empresario e inversionista que pretende llevar a cabo una promoción de viviendas en la localidad, alentado por lo que ya se comenta en el pueblo de que existe una especie de biblioterapeuta que ayuda a la gente a resolver sus problemas recomendándoles determinados títulos, ambos mantendrán una delicada tertulia en la que Nora le expone que es un poco psicóloga y que lee compulsivamente y observa mucho a la gente y ahí está la clave de su supuesto éxito. Al cabo de unas horas de despedirse de Neil, una noticia conmocionará al pueblo y es que este aparecerá muerto en las vías del tren, ¿suicido o alguien lo ha empujado?

Como digo, de forma espontánea, alguna de las clientas más o menos habituales de la librería y otras de nuevo cuño vendrán a confluir en la misma, comentándoles Nora que apenas unas horas antes había estado conversando apaciblemente con el finado. Tentadas por la novedad de que ha ocurrido algo insólito en un pueblo donde jamás ocurre nada, cuatro amigas fundarán el Club Secreto de la Lectura y la Merienda. Aparte de Nora, tenemos a Estella Sadler, propietaria de un salón de belleza; June Dixon, empleada del balneario Miracle Springs Thermal y Hester Winthrop, propietaria de la panadería Gingerbread House, esta última es la que «ilustra» las meriendas con las delicias que elabora en su obrador.

Hay algo en común a todas ellas, y es que tienen un pasado doloroso detrás y no han conseguido pasar páginas, todas irán contando a lo largo de la novela esas terribles historias que las atenazan, incluida Nora, que será la última en contar sus penas, justo al final de la novela.

Así que se convierten en detectives porque de inicio hay algunas cosas que no les cuadran del accidente ocurrido, y todos los ojos se centran en la promoción de viviendas y los socios de Neil.

Avanzando con las pesquisas, las chicas irán tomando sus riesgos, y una de ellas, Estella, tratará de seducir a Fenton Greer para sacarle información, se colarán en el balneario, pero este Fenton es un elemento de cuidado que intenta agredir a Estella. A las pocas horas del incidente, Fenton aparecerá muerto, envenenado, y Estella será acusada de asesinato y encarcelada.

Las tres amigas continuarán con la misión redoblando los esfuerzos si cabe para saber quién está detrás de ambos asesinatos y así librar a Estella de la prisión donde se halla de forma manifiestamente injusta.

En una de esas pesquisas que le llevan a la urbanización donde está la vivienda piloto, a la vuelta al pueblo en bicicleta, un coche intentará quitarle la vida a Nora echándola de la carretera, sobreviviendo afortunadamente.

Obviamente las amigas conseguirán resolver el caso, no sin antes unas tramas de acción muy adecuadas, típicas de las películas estadounidenses de sobremesa, con giros inesperados, sin olvidarnos de la obligada de dosis de enamoramiento, más ajustada si cabe a esas inconsistentes películas navideñas del momento, comedia romanticona donde chico conoce a chica, Nora y Jedediah (el enfermero buenorro del pueblo, imagínenlo).

Sí, porque la novela rezuma azúcar y sí es un pelín pastelona, pero sin agobiar, yo la di como buena porque el ambiente me daba para ser indulgente, quizá en otra circunstancia me hubiera parecido demasiado almibarada y, sin embargo, ha sido una lectura más que placentera.

La autora está especializada en novelas de este corte, trama de misterio pero muy suavecita, los buenos son muy buenos, y los malos no son unos depredadores, la vida los hizo así.

Comentarios