EL USO POLÍTICO DE LAS LENGUAS Y ALGUNAS CURIOSIDADES SOBRE LAS MISMAS

Desde luego qué apasionante es la historia de las diferentes lenguas del mundo, sus evoluciones, sus cambios, su ámbito geográfico... El aprender idiomas, aparte del mío materno, será una espinita que siempre tendré clavada, pero me va a faltar tiempo, me faltarían varias vidas para aprender unos cuantos idiomas.

Es curioso que cuando comenzamos a abordar las vicisitudes de un idioma, tarde o temprano nos encontramos con el poder, con la política, esa que quiere imponer sus designios por razones que para nada miran las necesidades de su población.

Desde que tenemos datos documentados de la historia del mundo, aunque seguramente desde siempre, los gobernantes fueron sabedores de que no había herramienta más fuerte para sojuzgar a los pueblos, para colonizar otras tierras, que la marca del idioma, más allá incluso que la sangre (no era un capricho que a las tropas en los conflictos bélicos se las invitara a cometer desmanes y violaciones para implantar su raza). Por poner un ejemplo gráfico, la colonización de América tenía un potente componente cultural en tanto en cuanto los miembros de la Iglesia que acudían a «domesticar» a los indígenas, no sólo lo hacían para enseñarles el camino hacia Dios, sino para dejar la huella indeleble del español.

Los políticos saben que la inmersión lingüística es un procedimiento fácil, relativamente barato y, sobre todo, muy rápido, para veladamente atraer súbditos hacia sus ideas, es un modo de adoctrinamiento. Y digo que es un procedimiento rapidísimo porque yo he visto muy de cerca cómo mi hijo al que adopté hace apenas dos años, borró de su disco duro mental los dos idiomas que hablaba en su país de origen (me hubiera gustado que los siguiera hablando pero era logísticamente imposible) y adoptó el castellano con tremenda rapidez; algo de lo que me siento artífice, pues hoy día habla con una muy buena dicción, no es perfecta todavía, y tiene un vocabulario que no se diferencia en nada con un niño de su edad. Remedando al rey Juan Carlos, desde luego es algo que me llena de orgullo y...

Esa inmersión a gran escala tiene una estrategia evidente, cortar los vasos comunicantes por donde fluye el idioma y generar un nuevo árbol vigoroso con la savia nueva del idioma que queremos insuflar a la población. Hay también muchos ejemplos, pero uno cercano es el de Filipinas. A finales del siglo XIX la mayoría de los nativos de aquella que fue nuestra colonia dominaban el español, llegaron los estadounidenses en aquel «desastre del 98», y no sólo nos quitaron nuestros valores estratégicos, nuestro impulso económico, sino de un zarpazo, nuestro influjo cultural y, con mayor celeridad aún, nuestras raíces idiomáticas, y hoy todo el mundo habla inglés en Filipinas. En algo más de un siglo el español ha desaparecido de Filipinas, ahora se aprende de nuevas en los colegios, pero como se aprende en cualquier lugar del mundo, no porque esté en la calle. Sí quedaron y quedan una minoría de familias filipinas (unos dicen que unas 2.000 personas, algunos piensan que pueden llegar a las 10.000) que por tradición siguen hablando el español de sus antepasados, que es el español que hablamos hoy en día, pero curiosamente con un acento mexicano, pues los administradores de esta colonia procedían de allí, y ese influjo estaba presente en todo: administración, escuelas, sanidad, iglesia..., es decir, donde importaba.

El análisis muy somero de cualquier idioma nos deja peculiares detalles, singularidades donde, en muchos casos, se detecta la mano del poder, a veces sibilina, pero que denota que detrás ha habido una estrategia clara y concienzuda.

Kemal Atatürk, el que fue primer presidente de la república de Turquía, recordado y aclamado en su país por ser un importante estratega militar, auténtico prohombre y artífice de su modernidad, también sabía de las estrategias lingüísticas y de un plumazo, en los años 20 del siglo pasado, el idioma turco que se escribía con caracteres árabes, pasó a adoptar el alfabeto latino, como una medida para occidentalizar su país. Y a fe que lo consiguió, porque el efecto deseado era el que sus habitantes pudieran acercarse más a Europa que no a Asia, gracias a las similitudes y facilidad que por lectura y escritura pudieran encontrar en la mayoría de idiomas europeos.

Precisamente hoy en día la minúscula Chipre es un escenario de esos donde los ecos de una historia pasada aún están presentes, un país tan pequeño que está separado con una frontera que amén de ser política, también lo es social, los del norte hablan turco, los del sur griego, y son enemigos irreconciliables por el momento, aparte de que no pueden hablar entre sí sin traductor.

Se me viene a la memoria ahora el evidente ejemplo que nosotros tenemos en nuestro país con Gibraltar, los llanitos hablan inglés, y la mayoría hablan español con un rajado acento gaditano. Ese reducto es también una reliquia histórica de hace más de tres siglos, y en esos tres siglos los británicos han procurado que el español coexista con el inglés, pero lo que es más importante, que este último jamás se pierda.

Pero sigamos con las historias curiosas de los idiomas, por si no lo saben en Serbia y Croacia, y en otros países (micropaíses) de la antigua Yugoslavia, se habla el serbocroata, aunque unos lo llaman serbio y otros croata, ¿pueden entenderse entre sí?, perfectamente, ahora bien, un serbio no podrá leer un libro croata, y viceversa, porque los serbios tienen el alfabeto cirílico y los croatas el latino.

El caso radicalmente opuesto ocurre en China donde el idioma normalizado es el mandarín, que ya está extendido por todas las escuelas del país y es el que utilizan los medios de comunicación, pero como base hay que decir que el chino tiene una gran multitud de variantes y que muchos no se entienden entre sí. Sin embargo, el idioma mandarín es ante todo un sistema de símbolos que permite que un chino del norte y otro del sur puedan leer un periódico y entenderlo, aunque no puedan entenderse en una conversación. Por cierto, la fonética del chino es poco inteligible para un español y, sin embargo, no ocurre así con el japonés que fonéticamente es relativamente fácil de pronunciar para un hispanoparlante.

De algún modo, es lo que ocurre con el árabe, también con diversas especificidades geográficas, un árabe occidental, de Marruecos por ejemplo, no se entiende con un árabe del otro extremo islámico, por ejemplo de Omán. El árabe normalizado o moderno es un intento de cohesionar todas esas variedades dialectales, el cual se utiliza en muchas escuelas islámicas y en los medios de comunicación oficiales.

Me da mucha pena cuando escucho o leo la noticia de que ha muerto la última persona que hablaba tal o cual idioma. Este es un hecho irrefrenable, con este mundo global, se calcula (dato UNESCO) que en cien años habrán desaparecido entre el 90 y el 95 % de las lenguas del mundo.

Cuando hablo de globalización en relación con una lengua, me fijo en la realidad de pequeños países que saben que su idioma no se habla más allá de sus reducidas fronteras. En Luxemburgo se habla el luxemburgués, pero nadie habla ese idioma exclusivamente, porque en cuanto cualquiera de sus ciudadanos mira apenas al horizonte ya está viendo otro país. Esa apertura tiene que ver mucho con razones socio-económicas, si uno pretende trabajar fuera necesitará un idioma potente aparte del materno.

Creo que lo he comentado alguna vez en este blog, en España tenemos una muy mala política educativa en cuanto a la enseñanza de los idiomas se refiere, lo de los colegios bilingües es sólo un cartel, te tiras media vida aprendiendo un idioma, en mi caso el inglés, y te cuesta mantener una conversación sobre cualquier asunto cotidiano, porque en nuestra vida diaria todos hablamos español, la tele es en español y nuestro entorno también. Y todo esto se basa en que tenemos una lengua fuerte, pero nuestras nuevas generaciones ya se están dando cuenta que sólo con este idioma no es suficiente.

También lo he referido en otra ocasión en este blog que en mi breve estancia en África, en Etiopía, pude comprobar que aun siendo un país más extenso que España y con más habitantes, todo el mundo tiene asumido que hay que tener otra lengua (el inglés) es un pasaporte para el futuro: más oportunidades laborales, mejor posicionamiento en cuanto al contacto con extranjeros, es un salvoconducto para el emigrante y supone acceso al conocimiento.

No obstante, continuemos con las curiosidades de los idiomas, tal vez nos hayamos preguntado en alguna ocasión si en una selección suiza de cualquier deporte sus integrantes se entienden. Hay que considerar que en ese pequeño país coexisten tres idiomas importantes en Europa, como son el francés, italiano y alemán. Lo cierto es que su sistema educativo superó ese reto desde hace muchísimas décadas, se da mucha importancia a la impartición de las lenguas nacionales en todas las regiones lingüísticas del país, lo que hace que casi todos los suizos conozcan al menos otro idioma oficial. En este sentido, la comunicación entre los suizos de diferentes regiones lingüísticas no supone, por lo tanto, un problema en el día a día.

¿Y en Bélgica? Se habla el flamenco en la zona norte (65 % de la población), el francés en el sur (35 %) y en las zonas fronterizas con Alemania hablan el germano; básicamente el flamenco y el francés son los dos idiomas vehiculares. En Bruselas se reparte casi por igual la población francófona y flamencófona. ¿Se entienden en la selección de fútbol? Probablemente sí, pues todos están acostumbrados a relacionarse y a viajar por el país. No obstante, Bélgica es un país más convulso que lo que aparentemente nos puede parecer, los del norte y los del sur tienen siempre sus rifirrafes de poder, el idioma no es un elemento cohesor, y eso no se ha impulsado debidamente en las escuelas, donde la enseñanza del otro idioma del país según la parte en que uno viva es endeble (sospecho que como en España con el idioma extranjero). Se calcula que el 48 % de los flamencos habla francés y sólo el 15 % de los valones (los francófonos) habla flamenco; de hecho hay una anécdota que ocurrió hace unos pocos años, en 2007 concretamente, cuando a la miss Bélgica, una rubia procedente de la zona francófona, la abuchearon en la gala final, porque no supo responder a las preguntas que le hacían en flamenco. Por cierto, que por buscar algún elemento unificador en este escenario tan rarillo, se dice que sus signos identitarios son Bruselas, que sí es bilingüe, la Casa Real y... la cerveza, ahí es nada.

¿Se entienden un portugués y un brasileño? Se entienden sin ningún problema, no obstante, hay que decir que por el número de hablantes, Brasil ocupa la proa de las evoluciones de este idioma, con la incorporación de vocabulario (se calcula que un 0,5 % del vocabulario coloquial de un brasileño se diferencia del de su hermano portugués), pronunciación peculiar, giros, etc. Esta diferencia, para que nos hagamos una idea, es más acentuada que la que podemos encontrar entre el español hablado en Valladolid y el hablado en Buenos Aires. Eso sí, la diferencia del brasileño y el portugués para un español es más rotunda que para ellos, tengo un amigo que estuvo en Uruguay hace unos años y estuvo unos días en Brasil, y me comentó que no se enteraba de nada, que parecía que hablaban polaco.

Se dice que los argentinos son italianos que hablan español, un español y un argentino nos vamos a entender siempre, y observo con un poco de disgusto que en algunos supermercados (DIA) ponen en los productos los ingredientes en español, en otros idiomas y también en argentino (¿?). Del mismo modo, he visto y me parece una exageración en algunos programas argentinos de televisión que subtitulen lo que dicen sus protagonistas, entiendo que lo hagan cuando el sonido no es bueno, pero no por norma con todas las personas.

Por cierto que para los que critican al dialecto andaluz, el hecho de hablar andaluz no implica que la persona que lo habla sea más inculta, y de eso se abusa muchas veces en la televisión y en la radio, que suelen utilizar el habla andaluza cuando tienen que identificar a una persona de clase baja o con escasa educación. Una cosa es hablar comiéndose las terminaciones, seseando o ceceando (según qué zonas) y otra muy diferente que un andaluz con una educación media no sepa discriminar la fonética de la escritura.

Es más, la ligereza al hablar del andaluz, las licencias que nos tomamos, provocan que nuestra variedad idiomática sea pegadiza y que las fronteras se sigan prolongado cada vez más. El andaluz es prácticamente igual que el extremeño y que el murciano, en muchas zonas de Castilla-La Mancha también se comen las terminaciones y se aspira la «s» final; el español hablado en Madrid tiende ya a tener muchas aportaciones del andaluz y la parte sur de Alicante habla prácticamente murciano.

Por cierto que para los que confieren al dialecto andaluz de forma despectiva, hay que decir que en América se sesea porque los primeros pobladores de la nueva América procedían en un importante porcentaje de Andalucía y también de Extremadura; y tiene su lógica pues los tradicionales puertos de embarque hacia la tierras recién descubiertas estaban en el sur de nuestro país y, por ende, buena parte de las tripulaciones de las naves.

A este respecto hay que decir que el español de América es enormemente rico y cada país le da su tono, su melodía, que reconocemos sobre todo en los grandes países, aunque los pequeños también tienen sus variantes. Es decir, que es fácil reconocer el español de Argentina (con la influencia sonora del italiano), el español de México y el español de Cuba; pero si escucháramos durante un tiempo a otros hispanoamericanos sabríamos reconocer y diferenciar a un chileno, costarricense o guatemalteco.

Las lenguas son organismos vivos, ¿alguien lo duda?, en el pueblo donde vivo, Bailén en la provincia de Jaén, hay una importante implantación del seseo, es un seseo seco, no cantarín, de tipo cordobés. Lo curioso es que en una misma familia te encuentras a hermanos que sesean y otros que no, o el padre sí y la madre no y viceversa (mi mujer no sesea y dos de sus hermanos sí). ¿Por qué en algún momento de sus vidas esas personas que seseaban o tenían el influjo del seseo dejaron de hacerlo o no adquirieron ese fenómeno lingüístico? No hay seguramente una causa, aunque la más importante tal vez sea el círculo de relaciones que uno entabló desde pequeño (compañeros de clase, de juegos, otros familiares, maestros), así como el influjo de la televisión. Lamentablemente el seseo se perderá en Bailén o quedará minimizado con el tiempo, no será pronto desde luego, los jóvenes cada vez sesean menos que sus padres, y a su vez esos tendrán otros hijos que terminarán de perder la referencia del seseo.

Voy a ir terminando para no cansar mucho con el argumento principal con el que comencé, la lengua como herramienta política, hablemos de Cataluña y el País Vasco.

En el País Vasco no todo el mundo habla euskera, ni por extensión en ese teórico territorio que los independentistas llaman Euskal Herria. Las ikastolas se han configurado como la base de la educación en ese idioma, muy apoyada desde Ajuria Enea, y en mi opinión más allá del componente pedagógico. El escenario en el País Vasco no es sencillo, la mayoría de la población tiene al castellano como lengua materna y, salvo en dichas ikastolas, adonde asisten niños de familias que tienen el euskera como primera lengua, el bilingüismo es complicado, primero porque salvo en zonas rurales el español sigue siendo la lengua común y en segundo lugar, porque el euskera y el castellano no tienen ninguna raíz común y es difícil pasar mentalmente de una lengua a otra, tal y como hacen de forma automática los gallegos o los catalanes.

La complejidad en la enseñanza del euskera es tal para alguien que no lo ha mamado desde chico que, salvo esas personas que tienen la fortuna de ser completamente bilingües y que dominan ambas lenguas de igual forma, el aprendizaje desde cero es un camino largo y, para mucha gente, tortuoso (me consta porque lo he hablado con algún vasco). Para poder acceder a determinados puestos de trabajo públicos en la comunidad autónoma vasca están reglamentados una serie de perfiles lingüísticos, cuatro en concreto, desde el básico al avanzado, que definen las competencias básicas que debe manejar cada empleado público en función de ese perfil.

Los partidos integristas que hay en el País Vasco siguen denostando a aquellos que no saben euskera y/o no tienen los ochos apellidos vascos. De hecho, ha surgido una muy reciente polémica con el nombramiento de Pablo Berástegui como director del Patronato San Sebastián 2016 (capital europea de la cultura), pues este navarro no habla euskera y rápidamente los de Sortu y Bildu han pedido su destitución.

El escenario en Cataluña es bien diferente, las similitudes entre el castellano y el catalán son tales que cualquier español no nacido en Cataluña podría aprenderlo y hablarlo con bastante corrección con la estancia allí durante un tiempo y un pequeño esfuerzo. El bilingüismo es, pues, una realidad tangible. Igual que las ikastolas son los puntos de apoyo de la educación en el País Vasco en una región donde todos hablan castellano como lengua principal, en Cataluña se ha estado buscando políticamente desequilibrar la balanza hacia el catalán por todos los medios, con la liquidación del castellano de las escuelas, en los medios de comunicación, con leyes que obligan a los comercios a rotular en catalán, con parte de la sociedad que impregnada por sus gobernantes denosta a los que no somos catalanes ni lo hablamos...

Y cuando hablo de esa balanza me baso en fuentes de reconocida solvencia. A pesar de toda la propaganda existente con el «hecho diferenciador catalán» o como se le quiera llamar, en 2010 la Fundació Audiències de la Cultura i la Comunicació (FUNDACC) en colaboración con el Institut d'Estudis Catalans (IEC), realizó un estudio en el que determinó que el catalán era la lengua materna del 39,4% de la población catalana, mientras que el castellano lo era para el 55,1% de los catalanes, y el 5,2% restante tenía como idioma materno otra lengua distinta a las otras dos ya mencionadas. A buen seguro que la Generalitat recibió estos datos con preocupación y habrá seguido trabajando para voltear esta estadística.

Lo comenté hace no mucho en este blog, no estoy en contra de la independencia de Cataluña, tampoco a favor, tengo ideas encontradas, ni sí ni no, sino todo lo contrario; pero con lo que no estoy de acuerdo es con esa estrategia propagandística y adoctrinadora impulsada por CiU, basada en muchos enteros en el valor de la lengua catalana (algo que es muy honesto), pero que sirve de resorte para fundamentar el independentismo, y este independentismo tiene partes de fundamentalismo, de segregación y de xenofobia. Y sinceramente no sé si les compensa a Mas y los suyos hacer este camino en el desierto.

Y ahora sí, ya acabo, y lo voy a hacer con otra curiosidad simpática de los idiomas en este caso del alemán que suele tener palabras compuestas largas, que son frases completas con sus preposiciones y todo; pues aquí está un ejemplo, no sé si será la más larga pero tiene bemoles, se trata de fussbodenschleifmaschinenverleih (foto de arriba), algo verdaderamente impronunciable para un español y que significa alquiler de máquinas pulidoras de suelo, que si nos ponemos a comparar casi nos salen más letras a nosotros que a ellos.

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