LA TRADICIÓN DE LOS GRABADORES EN EL SELLO CLÁSICO ESPAÑOL

He criticado puntualmente en este blog el uso partidista y sectario de las emisiones de sellos en beneficio de intereses proselitistas y propagandísticos de los gobernantes de turno. Ha sido habitual y lo sigue siendo en las dictaduras actuales, donde por ejemplo, se exalta la figura de los héroes y caídos por el país, pero eso sí, solo los de un bando.

En España, con la dictadura franquista, también tuvimos nuestras píldoras de adoctrinamiento, aunque desde luego el sello era un vehículo nimio con respecto a otras herramientas más contundentes del poder. Algo indigno, visto con la perspectiva del actual siglo XXI, nos resulta aquella serie de 1964 en la que se rememoraba los primeros veinticinco años de régimen, bajo el título de «XXV Años de paz 1939-1964». Sin duda, que la paz iba por barrios, la paz era para los vencedores, pero no para los vencidos, los que abandonaron España para vivir en el exilio esperando un tiempo mejor, y desde luego, tampoco fue un período pacífico, aquel en el que las libertades estaban restringidas, la prensa, los partidos, las reuniones, la opinión...

No obstante, el objetivo de esta humilde entradilla no es el sacar punta a las emisiones que el franquismo sacó con evidentes matices adoctrinadores y autocomplacientes, ahí están la historia y las hemerotecas; y es que aunque la realidad no tiene más que un camino, hoy me voy a convertir un poco en abogado del diablo pues si el fondo era el que era, hay que decir que la forma se cuidaba mucho, el sello clásico de la década de los 50 y 60 del pasado siglo estaba muy bien realizado, las composiciones eran pequeñas obras de arte.

El diseño de sellos y su traslación definitiva al papel no es una tarea sencilla, o al menos, no lo era antes, cuando no se contaba con potentes ordenadores y programas específicos, capaces de producir un proyecto en un santiamén, apenas dando unos cuantos clics con el ratón.

El diseño y grabado de sellos ha ido manifestando a lo largo de la historia los avances de la técnica, es evidente que se ha ido evolucionando de lo manual a lo mecánico y finalmente a lo digital; sin embargo, esta evolución no es sinónimo de mayor calidad artística, ni de mérito tal vez.

Las emisiones suelen tener una cierta racionalidad en cuanto a su número y motivaciones, más o menos en los países con servicios postales normalizados, en general, aquellos que forman parte de la Unión Postal Universal, aunque con ciertas reservas. Hay que considerar que algunos países, especialmente africanos y también algunos caribeños, desvirtúan el sello postal, pues lo convierten prácticamente en cromos, dando cabida a todo lo habido y por haber, por un puro afán mercantilista, eso se adivina, o se adivinaba antes, cuando yo compraba sellos en papelerías (que los había), y observas un sello matasellado limpiamente (por máquina), y que no ha circulado, o sea, que mantiene su engomado por detrás.

En el momento en que yo comencé a coleccionar sellos, en mi infancia, con apenas diez u once años, vivíamos en los años de la transición, y realmente en mi condición de niño no tenía conciencia de que hubiéramos estado en una dictadura, ni que la democracia fuera un sistema político diametralmente opuesto; en honor a la verdad viví la transición precisamente así, como un período en el que había cambios paulatinos y en el que había elecciones de forma muy frecuente, nos llenaban las calles de propaganda y acudías a los mítines para ver si te regalaban un boli, un mechero o una baraja de cartas, y de paso para escuchar al grupo o cantante que acompañaba a los políticos.

Mis primeros sellos fueron, pues, una mezcla de los emitidos a partir de la reinstauración de la monarquía y, por supuesto, una cantidad ingente de otros sellos que pertenecían a la época de la dictadura, entre otros, la serie básica de Franco, que oficialmente se pudo seguir utilizando hasta la llegada del euro.

Y no lo voy a negar los sellos que alimentaron las primeras páginas de mis álbumes fueron de las décadas del 50, 60 y 70, impulsado por una corriente de coleccionismo que inundaba a los niños de mi edad, o por lo menos, a los de mi cole, y también gracias a un buen hombre, el señor Peiró que regentaba un negocio textil en mi ciudad natal y que dedicaba mucho de su tiempo, con una amabilidad ilimitada a transmitir su pasión por la filatelia, a las oleadas de niños que nos acercábamos a su tienda.

Y esos sellos clásicos a mí me siguen gustando mucho, no lo puedo negar, no entro en el fondo, sino en la forma, siento una cierta añoranza de aquellos años de mi infancia que repasaba y repasaba, que despegaba de su papel, que miraba en mi catálogo Edifil de 1981 (que todavía lo sigo teniendo, algo desvencijado), por ver si alguno de esos que conseguía a través de familiares, empresas, intercambios, etc., podía ser un sello raro, para hacerme millonario de un plumazo o para que mi colección de la noche al día se convirtiera en cotizadísima.

Recuerdo que en los más viejos de que disponía, aquellos emitidos en la Guerra Civil por el bando franquista, aparecía una inscripción un tanto misteriosa, Sánchez Toda, ¿qué podía ser eso? Aquel catálogo que le costó a mi padre comprarme y que le costó, no lo puedo olvidar, 550 pesetas, me resolvió al poco tiempo las dudas, se trataba del apellido del grabador.

Sánchez Toda, que en realidad se llamaba José Luis López Sánchez-Toda se convirtió en el santo y seña de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, el único nombre que realmente trascendió no para el conjunto de los españoles, pero sí para aquellos que teníamos fervor por la filatelia. Y dicho esto, poca gente sabría antes quién era Sánchez-Toda y mucho menos ahora.

Pues bien, siendo esa cabeza visible, o apenas visible, de la dirección de los diseños de los sellos en nuestro país durante la dictadura franquista, hay que decir que entendiendo por lógica que no le correspondían a él los motivos de las emisiones, al menos donde podía explayarse él y su equipo, lo hizo y nos dejó unos diseños bellísimos, muy artísticos, que verdaderamente hacen que algunas series de esos años 50, 60 y 70 sean, bajo mi entender, auténticas obras de arte.

Ingresó en la FNMT en 1924 y se jubiló en 1971, durante el régimen franquista fue el Jefe de la
Sección de Grabados de dicha fábrica, y a él se le atribuye el diseño de más de cien sellos, de casi la totalidad de los billetes de banco emitidos desde 1937 y también de muchas monedas.

En su faceta docente también hay que señalar que fue profesor en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, de hecho, si bien no es fácil conocer públicamente los autores físicos de los grabados que dieron lugar a los sellos de la dictadura, si no salieron de las manos de Sánchez-Toda, sí que estaría su espíritu implícito, pues muchos eran discípulos suyos o coetáneos, nombres que si el de Sánchez-Toda es casi desconocido, estos otros aún lo serán más, Antonio Manso, Miciano Becerra, Carlos Tauler, Núñez de Celis...

Técnicas de grabado tales como litografía, calcografía o huecograbado, nos remiten no sólo a procedimientos mecánicos de impresión, sino que en su matriz, han requerido una labor humana de carácter artístico, la confección de un dibujo de carácter original o copiado (copiado cuando lo que se reproduce es algo existente, tal como un cuadro, un monumento, un símbolo...). Ahí estaban los magos de la plumilla, la tinta china o el buril para confeccionar ese marco sobre el que se montaría una plancha de diferentes materiales en función de la técnica de impresión a utilizar, para que finalmente se estampara un pliego de sellos a un par de tintas o varias, destinados a volar por el mundo o simplemente a embellecer una colección o una exposición de sellos.

Lo que se desprende de esos sellos del régimen es que estaban muy bien elaborados, con una ejecución impecable, rozando la perfección, porque como siempre le digo a mi hijo, la perfección no existe. Particularmente me encanta la serie de Tauromaquia de 1960 que denota una gran delicadeza y sensibilidad; el examen de cualquiera de los sellos que componen esta serie nos proporciona, aparte de una transportación a un pasado añejo, también la sensación de que estamos ante una joyita, la suavidad de los trazos, la homogeneidad de las texturas, las tonalidades y sus degradaciones, al tacto parece como si la leve tinta cobrara vida, dándole un leve pero apreciable relieve.

También me gusta mucho una serie mítica de la historia de la filatelia española, como es la de Forjadores de América, una colección de sellos muy ilustrativa que fue emitida desde 1960 hasta 1970, cada 12 de octubre, para conformar un total de once de entregas. Con independencia de su indudable valor histórico, algo que prácticamente no se ha aprovechado institucionalmente, ni tampoco en colegios, del mismo modo, se aprecia la calidad artística de las composiciones, muchas eran los semblantes de aquellos que construyeron la nueva América, con el poso de que se utilizó un proceso meticuloso en el que el dibujo es de tal realismo que sus personajes parecen cobrar vida. Las tintas, tenues y nada estridentes, conforman otra obra de arte de nuestra filatelia.

Estos dos breves ejemplos son simplemente una muestra de ese trabajo concienzudo que se hizo en aquella época, en la que amén de la labor de los artistas grabadores, no hay que desdeñar el encomiable esfuerzo de impresores, mecánicos, profesionales de las artes gráficas, en suma, que permitían que nacieran nuestros sellos y que lo hicieran con muchísima calidad, algo que se aprecia, por el centrado de los sellos, por la cantidad justa de tinta, el dentado idóneo...

Lástima que hoy día los ordenadores hayan irrumpido en tantísimas facetas de la vida y que nos hayan privado de genialidades como las que he referido. Yo que tengo el privilegio de escribir en una revista de filatelia (son tan buena gente que confían en mi modesta aportación), me encargo en la misma de presentar las novedades filatélicas de cada trimestre en nuestro país y observo en no pocas ocasiones las chapuzas que se perpetran en los sellos con composiciones realizadas a través de un programa de ordenador, que tienen por lo general, escasa elaboración y muy poco gusto en el diseño, de tal guisa que a veces nos presentan sellos que más parecen haberse diseñado en un fin de semana por un alumno que acaba de empezar un curso de diseño por ordenador.

Fotografía original de El druida
Y esto sin contar las meteduras de pata que se cometen al valerse del esfuerzo de otros para realizar los diseños, de algunos casos no nos enteraremos jamás, porque entiendo que no es fácil probar, pero probablemente el caso más significativo ocurrió en 2010 cuando el bloguero El druida, descubrió que Correos había utilizado una foto suya de una mariposa, sin permiso, para construir un sello. Creo que el caso no fue a más porque me parece que se le indemnizó al bloguero para que el asunto no fuera a mayores y se tapara este escándalo, que si la filatelia interesara a muchos sería algo pavoroso, pero como somos cuatro gatos, pues la repercusión fue limitadísima.

Sorprende, por otra parte, al hilo del bajón de calidad de los diseños actuales que Correos ha normalizado la encomienda de algunos de ello a estudios de diseño externo; deben andar muy bien de pasta, para intentar «modernizarse», aunque sinceramente esas aportaciones privadas tampoco han supuesto un salto cualitativo, de hecho, he visto algunos diseños pagados con dinero de todos, que bien se le podrían haber ocurrido a un niño de cinco años, lamentable.

Plagio de Correos
Y eso que desde 1990 existe en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre una Escuela de Grabado y Diseño Gráfico, que por lo que he visto en su web se dedican a realizar másteres dirigidos a egresados de Bellas Artes o de especialidades artísticas. Y no me deja de extrañar que presentándose como una escuela que nació «con la idea de unir la tradición y la modernidad, mediante la enseñanza de la antigua técnica del grabado a buril y las últimas tendencias del diseño asistido por ordenador: es decir, lograr formar profesionales capaces de grabar como en el siglo XVIII y de diseñar como en el XXI», pues que ni el equipo educativo que imparte esas clases, ni la nómina de alumnos que han obtenido algún título en estos veinticinco años, haya podido dar un golpe en la mesa y haber dado un giro a la tendencia un tanto ramplona en los diseños de los sellos actuales, donde no se graba como en el siglo XVIII, ni como en la época franquista, para que nos vamos a engañar.

Cabe recordar ahora las palabras de Sánchez-Toda que en una alhaja de libro «El arte de grabar el sello» que se editó en 1969, decía algo que era premonitorio «(...) actualmente se recurre a la fotografía, como medio para la confección de un original, y cuando esta fotografía va precedida de un dibujo, también puede encasillarse como obra manual, pero si se ha prescindido de este dibujo, y es totalmente fotográfico su procedimiento, o sea, que se elija una fotografía de un personaje, paisaje o monumento, etc., y por medio de un fotomontaje se aplica la leyenda y el valor que ha de llevar, resulta en esta forma una vulgar estampita, por muy bella que sea la fotografía que se ha utilizado.

Nunca se tendría que hacer un sello en el que se prescindiera de un original grabado, pintado o dibujado. La mecánica está bien, y cuanto más avanzada mejor, en su impresión y labores complementarias, pero siempre partiendo de un original creado por la mano del hombre. (...)
»

Pues eso, que no puede por más, que darle la razón a Sánchez-Toda, porque hoy día esa mecánica informática ha favorecido la denostación de la mano del hombre, del dibujo, para dejar paso a las máquinas, luego hoy día tenemos bastantes sellos que son vulgares estampitas.

No querría terminar este pequeño homenaje a Sánchez-Toda y a toda una genial generación de grabadores, sin reiterar que no sólo eran artífices de los sellos clásicos, sino que también fueron los hacedores de los billetes y monedas que tuvimos durante muchos años en nuestros bolsillos.

Por cierto que Correos en 1998 inició, y digo inició como puedo decir inició y terminó pues el efímero homenaje se quedó ahí, una serie dedicada a «Grabadores españoles» en la que aparecen Sánchez-Toda y Antonio Manso, pero repito una serie que no tuvo continuidad lamentablemente, y que hubiera permitido salir del anonimato para el gran público a grandísimos artistas que tuvimos en nuestro país. A propósito, poco pudo disfrutar de la jubilación Sánchez-Toda, dado que fallecería en 1975, cuatro años después de que dejara la FNMT.

Y acabo definitivamente, porque la perorata se me ha hecho demasiado larga esta vez; la vida de los artistas es muchas veces anónima y poco llamada al reconocimiento público, de hecho, me pasó algo curioso hace unos meses, yo conocía y conozco a un hombre de la localidad en la que resido, que es amigo de mi suegro para más señas, Francisco Arias, del que yo ignoraba que pintara, se trata de un consumado pintor, y sus láminas y pirograbados, excelsos en la reproducción de monumentos son dignos de haber sido objeto de un sello de aquellos de la vieja escuela, de la auténtica, de la manual y la de grandísima calidad artística. No suelo poner enlaces en Internet, pero el homenaje que le hizo otro bailenense ilustre como Paco Antonio Linares Lucena, merece su inserción aquí como homenaje también a los artistas anónimos, y a tantos y tantos que pasaron por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre: http://bailendiario.com/francisco-arias-dibujante-bailenense.

Comentarios