"EL MONJE QUE VENDIÓ SU FERRARI", DE ROBIN S. SHARMA

No soy mucho de leer libros de autoayuda, es más, he leído pocos y o no llego al final o me salto páginas, porque por regla general me resultan aburridos y una selección de frases hechas con las que el autor de turno se explaya casi para orgullo propio, pagado de sí mismo.

Conseguí terminar hace un tiempo «El caballero de la armadura oxidada», pero tampoco es que me dejara mucho poso. Tal vez estos son un tipo de libros que tienes que tener tu momento para leerlos, cuando más los necesites o cuando venga a reforzar estados de ánimo, probablemente es lo que me haya ocurrido a mí con este.

Como muchas de mis derivas literarias, los libros que leo llegan a mi vida casi por casualidad; en este caso no pudo ser menos, a un tuitero que sigo se le ocurrió hacer una recopilación de libros esenciales que había leído en el pasado año y aparecía este. Sin duda, el título presuponía un contenido muy sugerente, ¿a qué podía sonar «El monje que vendió su Ferrari»? ¿Posiblemente a alguien que se despoja de lo material o de lo accesorio para emprender un nuevo rumbo?

Y este libro llega a punto en mi existencia, en un momento idóneo, por un lado, en una etapa de expansión en mi nueva vida y, por otro, porque me enorgullezco de que aspectos que recoge el libro, de alguna manera, yo ya me había autoimpuesto, yo ya había experimentado, y lo había hecho simplemente desde el sentido común.

El libro narra una especie de parábola en la que un aguerrido e implacable abogado estadounidense (Julián Mantle) en la cúspide del éxito, sufre un infarto, sin duda, sobrepasado por una vida intensa de trabajo y excesos, en la que su salud física y mental llegan al límite.

Este hombre vuelve después de tres años a su bufete como una persona nueva, casi irreconocible, ha cambiado radicalmente, es joven, apuesto, atlético, destila vida y paz. No mira atrás, su fe, determinación y convicciones son tales que prácticamente sentencia cada vez que habla, pero lo hace desde una serenidad que impide desconectar de su discurso.

Julián se encargará de revelar a su mejor discípulo, John, cuáles son las claves de su transformación. Acudirá a su casa y le contará una historia extraordinaria que se marca por el despojamiento de todo lo material, incluyendo obviamente también su Ferrari, y la adquisición de una serie de pautas de vida que les son transmitidas por unos monjes ubicados en un lugar perdido del Tíbet, muy probablemente con orientación budista.

Aunque el libro se lee fácil, no es muy extenso, sí que sería un tanto pormenorizado el expresar todos los principios y enseñanzas que se desgranan en él. Ahí es donde la parábola muestra su esencia, esas pautas de vida son un magnífico menú, de verdad, para llevar una existencia sana, física y mentalmente. Es un menú holístico, prácticamente lo abarca todo, o al menos lo que es lo más importante para vivir, lo que de verdad es trascendente.

Esas enseñanzas tienen numerosas lecturas, porque John se explaya y explica cómo alcanzar esos objetivos, pero voy a intentar hacer un resumen, aunque sea de forma un tanto deslavazada, también esquemática: Disfrutar de los pequeños placeres de la vida; de las adversidades y de los fracasos se aprende; amarte a ti mismo para poder amar a los demás; evitar pensamientos negativos, empobrecidos y centrarse en pensamientos positivos; perseguir lo que amas y plantearte que tienes un objetivo en la vida, asumir riesgos; dormir menos y comer menos (más comida de origen vegetal, alimentos vivos); adquirir hábitos saludables; un día sin risa o un día sin amor es un día sin vida; kaizen: mejora constante, autosuperación; cambiarse a sí mismo para cambiar la propia vida; vida sencilla reduciendo necesidades; autodisciplina y fuerza de voluntad; hacer las cosas que no te gusta hacer; administrar el tiempo; cuidar las amistades; vivir cada día como si fuera el último; entregarse a los demás; creer en ti mismo, márcate mantras para proyectarte en el exterior lo que tú quieras ser; y en definitiva, todo esto y mucho más con buenas dosis de laboriosidad, compasión, humildad, honestidad, paciencia y coraje.

Pues básicamente, muy compendiado, es eso, Julián explica estrategias para alcanzar todo eso, para ser, en esencia, mejor persona para ti y para los demás. Que si en puridad lo pensamos fríamente es lo que el sentido común nos informaría de lo que debemos hacer para vivir una existencia más plena.

A este respecto debo ser fiel a mi propia experiencia y, como señalaba al principio, yo en algún momento de mi vida pensé que algo no funcionaba bien, probablemente muchos aspectos, y he emergido con una renovación similar a la de Mantle, inspirado en alguna lectura fugaz y en algunas buenas dosis, espero que buenas, de ese sentido común al que hacía alusión al principio. Por eso la lectura de este libro ha sido una reafirmación, o sea, yo ya estaba haciendo eso y me ha resultado muy gratificante comprobar que lo que yo me había sacado de la manga tiene su fundamento.

De todo lo que muestra el lío quizá me quede, porque ya lo tenía en mi esquema de vida, tanto el kaizen, esto es, la mejora constante, como la entrega a los demás.

Pero no se queda ahí el libro para mí, en una simple reafirmación, es más que eso, el libro me iba sorprendiendo agradablemente a medida que lo iba leyendo, iba subrayando frases y estaba en constante reflexión para ver el modo de aplicar eso a mi vida. De tal manera que el libro se ha quedado lleno de anotaciones. Para mí ya no es una simple novela, no es una novela, es un libro de consulta, va a serlo durante un tiempo.

Es más que seguro que este libro del canadiense, experto en liderazgo y desarrollo personal, Robin S. Sharma, haya roto esa especie de estigma que yo tenía hacia los libros de autoayuda.

Este es realmente interesante, no es apto para quien quiera seguir sin hacer nada en su vida, y estoy convencido de que mejoraría a todo el mundo, por pequeña que fuera la aportación que este hiciera. Por el momento señalo que esta magnífica lectura con la que he iniciado el año va a seguir marcando mi vida, aviso a navegantes y, más específicamente, a los que navegan conmigo. Me encanta.

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