LA ESCALADA DEPORTIVA, EN EL DISPARADERO DE LA POPULARIDAD

Confieso que en mi intensa relación vital con los deportes jamás había reparado en este, y mira que soy de los que siguen con interés cualquier tipo de disciplina por rara que parezca y que, de algún modo, he intentado darle cabida en este blog, pero con la escalada en los Juegos Olímpicos de Tokio, sinceramente me pilló con el pie cambiado.

Poco o nada sabía de la escalada deportiva, ni cómo se podía conjugar esa práctica un tanto arriesgada de subir montañas, con la descarga de adrenalina y emocional que conlleva, y los no pocos accidentes (mortales) que ha ocasionado en la historia.

Pero la escalada deportiva es diferente a la que se hace al aire libre, aunque se compartan técnicas, preparaciones y espíritu. Cuando el cacereño Alberto Ginés, la gran sorpresa española para mí de los pasados Juegos, y probablemente de las diez más importantes de esos Juegos en general, comenzaba a asomar la cabeza en las clasificaciones, me enamoré casi de momento de este deporte.

Para empezar, más allá de esas similitudes prácticas entre la escalada al aire libre y la deportiva, la segunda de ellas tiene un factor importante y esencial de seguridad, de las tres modalidades principales de este deporte en dos de ellas están asegurados con arneses y en la tercera la caída es tan leve que, estos deportistas tan bien preparados físicamente, pueden caer al suelo con todas las garantías, aparte de que ese suelo está perfectamente acondicionado y acolchado.

Es un deporte que va a crecer exponencialmente, y en España lo veo bastante claro porque de la escasez de instalaciones que tenemos vamos a comenzar a ver el nacimiento de nuevas infraestructuras; cada vez más jóvenes están viendo este deporte por la tele y van a querer practicarlo cerca de sus casas y van a demandar a las administraciones alguna instalación tipo rocódromo. Al hilo de esto, las administraciones, y de esto conozco el percal, son muy dadas a moverse por modas, y lo que seduce a la población es oportunidad para nuestros gobernantes; cuando se necesitó se hicieron plazas de toros en todos sitios, también piscinas en lugares donde no hace ni calor, campo de fútbol o pabellón tienen hasta las aldeas donde no hay vecinos ni para formar un equipo de balonmano, y si hay que construir un rocódromo se hará.

Precisamente con el oro olímpico de Ginés surgió el velado debate de que solo había un centro permanente en España para la práctica de este deporte, en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) y me sorprendió dado que no veo que sea una infraestructura especialmente cara o que tenga un mantenimiento costoso, desde luego no más que una piscina o un campo de fútbol de césped natural o artificial. De ahí que percibo que estos próximos años serán explosivos en cuanto a la generación de infraestructuras y crecimiento de las licencias deportivas.

Como tampoco estaba yo puesto, ni nadie, a marchas forzadas los comentaristas de Televisión española nos ilustraron el pasado verano acerca de este deporte. Para empezar el sistema de competición en Tokio fue especial, era una combinada de las tres especialidades principales de la escalada deportiva (velocidad, dificultad y bloques). Y esto tiene su miga porque es casi como obligar en el atletismo a un atleta de una especialidad concreta a que compita en otras dos donde no está tan preparado. Es pasar de una prueba de 100 metros a ser decatleta, aunque con severas diferencias.

Es cierto que los escaladores deportivos practican las tres modalidades aunque los verdaderamente buenos se centran solo en una de ellas o en dos y su entrenamiento lo dirigen en ese sentido. Además en cada especialidad las condiciones físicas varían, como en el atletismo.

Recientemente el indonesio Kiromal Katibin (los indonesios son muy buenos en este deporte) ha batido el récord del mundo de velocidad, con 5,04 segundos. La prueba de velocidad es la más específica de todas y es bien simple, es un circuito vertical de quince metros invariable desde hace un montón de años y diseñado por un escalador francés, es decir, vayas donde vayas es el mismo y las presas están en el mismo lado (son como las vallas en el atletismo están puestas donde están y todas miden igual), de hecho en la práctica hay algunos que se saltan presas concretas y directamente hay una presa que nadie la toca y todos se preguntan que para qué se puso ahí. Para esta prueba hay que tener velocidad explosiva, coordinación y fuerza. Es tan rápida la prueba que me pregunto si cuando ya se bata varias veces el récord mundial y porque el ser humano tiene un límite, no se planteará la Federación internacional cambiar el circuito o hacerlo más largo, quince metros es como un edificio de tres plantas.

La escalada en bloque (boulder o bouldering) es la única que se realiza sin arnés, los competidores se tienen que enfrentar de cuatro a seis retos, a un problema, y tienen unos cinco minutos para resolver cada uno de ellos, puntúan si llegan a la mitad o hasta el final, que es lo suyo. No ven el diseño hasta que llegan a la zona de competición, y por la dificultad que entraña deben hacer una abstracción mental de cómo afrontar el circuito. Es una especialidad plena de resistencia, fuerza y coordinación. Ese tiempo es limitado porque dicen los expertos que si se reunieran los deportistas a estudiar y cada uno aportara su opinión, tarde o temprano todos «resolverían», porque alguno señalaría algún truquillo o estrategia en la que los otros podrían no haber caído.

La escalada de dificultad (también llamada de principio) es la que le dio a Alberto Ginés el empujón para el oro olímpico, habiendo sido más o menos regular en las otras pruebas. Se trata también de un circuito inédito que consta de unos cincuenta hitos por donde tienen los competidores que pasar la línea de vida del arnés para asegurar la zona y darla por completada. Aquí se combina cierta velocidad, resistencia, sobriedad mental y mucha pericia. Parece fácil, de momento cualquier deportista de élite consigue veinte hitos, pero la fatiga se acumula y la dificultad no decae, así que conseguir hacer el circuito entero es imposible.

A este respecto uno de los mejores escaladores del mundo es el checo Adam Ondra, especialista en bloques y dificultad; un tipo del que dicen que morfológicamente tiene un cuerpo diseñado para la escalada, pero precisamente por el hecho de ser tan especialista la prueba de velocidad le penalizó bastante en Tokio y solo pudo ser finalmente cuarto en la combinada.

En París 2024 ya habrá un cambio sustancial con respecto a Tokio y es que la velocidad será una modalidad sola y otorgará sus medallas respectivas tanto masculinas como femeninas, y las otras dos pruebas que son complementarias en los entrenamientos (bloques y dificultad) seguirán siendo una combinada.

Una de las cosas que más me llaman la atención de este deporte es la camaradería de sus practicantes, entre todos hay buena sintonía y más allá de la lógica rivalidad, es un deporte que facilita las buenas relaciones entre los competidores ya que tienen que estar muchas horas juntos a lo largo de muchas competiciones y durante años.

Por otra parte, en contra de lo que pueda parecer, no pensemos en que los escaladores son culturistas, todo lo contrario, son pura fibra; siendo un lego en la materia es más que obvio que sus músculos son más longilíneos que gruesos, y es que es lógico que sus músculos no pueden pesar porque tienen que ser realmente ligeros para poder llevar ese peso liviano a las metas que pretende.

Yo le auguro, me reitero, mucho futuro a este deporte tanto en España como en el mundo. Un deporte que es muy espectacular como ya estamos viendo en los formatos televisivos.

Hemos tenido enorme suerte de que Alberto Ginés haya sido la primera medalla de oro masculina de la historia de la escalada deportiva en unos Juegos Olímpicos, y también me parece que no le estamos sacando el suficiente partido a este joven que ya es un mito, y que las futuras generaciones recordarán como ese compatriota que puso a este deporte minoritario en los titulares de los telediarios y en las portadas de los periódicos.

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